Columna de Daniela Lagos: Dirty Pop, nostalgia y una gran estafa
Todo lo que aparece aquí ya estaba largamente comentado y publicitado. Las batallas de Backstreet Boys y N’Sync con su mentor fueron titulares mundiales, y las estafas bancarias y a inversionistas también habían sido largamente publicadas y aquí no se investiga mucho más que lo que ya se puede encontrar en los archivos.
Esta semana se estrenó en Netlfix la miniserie documental Dirty pop: La estafa detrás de las boy bands, y en un momento de la cultura pop en que tanto la nostalgia por los años 90 y 2000, como las series y documentales sobre fraudes y casos criminales, están de moda, la nueva producción parte con la ventaja de atacar esos dos flancos. Tiene engaños, testimonios de gente embaucada, imágenes de archivo, conversaciones con detectives y abogados, y también entrevistas con algunos de los chicos que tres décadas atrás dominaban el mundo musical.
Howie Dorough y AJ McLean, de los Backstreet Boys, y Chris Kirkpatrick, de N’Sync son algunas de las voces que guían esta producción, que en tres capítulos cuenta la historia y las estafas de Lou Pearlman, un hombre que desde joven estaba decidido a ser millonario, y que mientras estaba a la cabeza de una empresa de dirigibles publicitarios, vio el éxito de New Kids on the Block y decidió que había un nicho por explotar en los grupos pop de chicos.
Luego por varios años fue una figura clave de la cultura popular, pero que pronto se vio en medio de batallas legales -primero con sus propios artistas que reclamaban que Pearlman se estaba quedando con un porcentaje muy grande de sus ganancias, y luego con inversionistas- y que terminó en la cárcel.
Dirty pop es sin duda una producción interesante de ver, sobre todo para quienes siguieron a las boy bands de los 90. El primero de los tres capítulos es básicamente un viaje de nostalgia al pasado contando el inicio y alza de estos grupos. De hecho, no es hasta el final de ese primer episodio que se empieza a hablar de los tratos sospechosos de Pearlman.
Otro punto interesante, y que ya está generando discusión, es que la producción usa inteligencia artificial para recrear la voz y movimientos de boca de Pearlman, fallecido en 2016, y hacerlo parecer como que estuviera diciendo a cámara cosas que sólo escribió en su autobiografía.
Con todo esto, es un documental entretenido y en algunos pocos momentos, sorprendente, pero claramente no es una investigación profunda y novedosa como la que han hecho otras producciones de casos similares.
Todo lo que aparece aquí ya estaba largamente comentado y publicitado. Sus batallas con Backstreet Boys y N’Sync fueron titulares mundiales y las estafas bancarias y a inversionistas también habían sido largamente publicadas y aquí no se investiga mucho más que lo que ya se puede encontrar en los archivos.
Así, se siente más como un trabajo de recopilación con comentarios superpuestos que otra cosa. Un viaje al pasado con un toque policial, y mucha música pop.
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