Los duros inicios de Aerosmith: un departamento con cucarachas, drogas y Los Tres Chiflados
El grupo que acaba de anunciar su retiro definitivo, sin más, pasó un largo tiempo en busca de la consolidación a partir de sus dos figuras centrales, Steven Tyler y Joe Perry, quienes demoraron algunos años en concretar el interés en hacer algo juntos. Vivieron en un estrecho departamento donde apenas tenían espacio para sus equipos, pero allí pulieron su primer material y consolidaron a la formación con la que ganaron su primer contrato. Esta es la historia.
Parecía una tarde como cualquier otra en el restorán de hamburguesas del puerto de Sunapee, New Hampshire. Para el joven Anthony Joseph Pereira (el futuro Joe Perry) la rutina era la de siempre, limpiar las mesas, atender a los clientes, nada raro. Hasta que en esa tarde perdida del verano boreal de 1966, irrumpió en el lugar un grupo de muchachos, unos bisoños aspirantes a músicos que se hacían llamar Chain Reaction. Demandaron comida y sin más, comenzaron a generar disturbios en el lugar. Esa fue la primera vez que Perry cruzó miradas con otro muchacho, Steven Tallartico, el futuro Steven Tyler. Aquel fue el chispazo que tiempo después dio origen a Aerosmith.
“Eran un poco ruidosos y desagradables, como peces gordos en un estanque pequeño, por así decirlo”, dijo Joe Perry a Radio.com. “Todavía no eran estrellas de rock, pero están interpretando su papel, e hicieron un desastre en la mesa y tuvieron una pelea de comida, y terminé teniendo que limpiar después”.
Volvieron a encontrarse tres años después, en agosto de 1969, cuando Tyler, acompañado de su amigo, el futuro baterista de Aerosmith, Joey Kramer, concurrieron a un local, llamado The Barn, para encontrarse con su dealer. Mientras esperaban, pusieron algo de atención a la banda que estaba en el escenario, un power trío llamado Jam Band, en que tocaba Perry junto a Tom Hamilton, otro futuro integrante del grupo con el que harían historia años después.
Según Tyler, ese grupo no le dio una muy buena impresión. “Cuando vi a estos muchachos por primera vez, eran terribles”, recordó años después en la biografía del grupo escrita por Richard Bienstock. “No estaban afinados ni sincronizados, pero interpretaron Rattlesnake Shake [de Peter Green] y tenían una energía increíble que ninguna de las bandas en las que había estado antes había podido lograr. Lo que brillaba era la esencia de Aerosmith”.
Esa noche, al calor de unas copas, fue la primera vez que Tyler y Perry hablaron de la idea de formar un grupo. Pero cada quien siguió con sus proyectos. Parecía una de esas promesas que se hacían sin pensar demasiado.
Pero fue Tyler quien dio el paso. Hasta 1969, era baterista y hacía coros en Chain Reaction, pero comenzó a hartarse de su banda y del circuito de Nueva York. “Estaba tocando la batería y [una noche] salté sobre la batería y me peleé a puñetazos con el guitarrista. Las cosas no iban bien. Me fui, hice la maleta y me dirigí a New Hampshire, donde Joe tocaba con su banda”.
Joe Perry, por su lado, vivía junto a Hamilton en un oscuro -y no muy aseado- departamento de dos habitaciones en el 1325 de Commonwealth Avenue, Boston. Un sitio infestado de cucarachas y colapsado en equipos e instrumentos. Apenas había espacio para caminar y la ruta hacia el baño era una formidable carrera de obstáculos. “Cada habitación se convirtió en una sala de fiestas”, relató el músico en sus memorias, Rocks.
Un poco siguiendo el espíritu de la época, en octubre de 1970, Perry y Hamilton se subieron a una furgoneta hippie, de esas rayadas en impredecibles trazos de colores fuertes, y se fueron a Sunapee para sumarse a una fiesta en una casa en el lago. Esa noche se reencontraron con Tyler. Ahí se pusieron al día con sus planes. Perry reveló que estaban tratando de formar una banda y residían en Boston. Para Steven, fue la ocasión que estaba esperando; había que cumplir esa idea que habían deslizado esa noche en el bar.
Pero Tyler dejó en claro una cosa, ahora deseaba ser el cantante. “En ese momento tocaba la batería y cantaba, y no estaba satisfecho con eso”, recordó Perry en el texto de Bienstock. “Steven tenía ganas de subirse allí y mover el trasero, cantando”.
Esa noche en la fiesta, Tyler y Perry comenzaron a imaginar planes. Después, Steven se mudó al estrecho departamento de Boston. El cantante propuso incorporar a un segundo guitarrista, su amigo de la infancia, Ray Tabano. En principio, Perry se mostró reacio, porque estaba más acostumbrado al formato de power trío. Según Bienstock, el guitarrista finalmente aceptó tras un acuerdo, en que Tyler por su lado aceptaba a Hamilton como bajista, pese a que no le había impresionado como músico.
El circulo se cerro, cuando Tyler fichó como baterista a Joey Kramer, un viejo conocido suyo de los días de Nueva York y en el puesto de segundo guitarrista, fue Brad Whitford quien reemplazó a Ray Tabano en 1971. Con Kramer no solo consiguieron a un músico competente, sino que además él fue quien sugirió el nombre Aerosmith. Según dijo a Rolling Stone, no recordaba exactamente cómo se le ocurrió, pero pensó que sería un nombre genial para una banda de rock si llegaba a tener una. A sus compañeros no les hizo mucho sentido, pues pensaron que se trataba del título de un libro llamado Arrowsmith, pero el músico les aclaró que no. Sin tener una opción mejor, se quedaron con ese.
Así, la banda comenzaba a tomar forma. El departamento de Perry funcionó como centro de operaciones, donde componían su primer material, ensayaban, consumían drogas y pasaban el rato viendo viejos capítulos de Los Tres Chiflados. Para 1971 ya estaban inmersos en el circuito de música en vivo lo que les dio el rodaje para pulir sus canciones a partir de su sonido que cruzaba el blues y el rock, a la manera de los Rolling Stones. Fue una noche en el afamado Max’s Kansas City, de Nueva York cuando los vio el presidente de la discográfica Columbia, Clive Davis (la historia la cuentan en la canción No Suprises, publicada años después), ganando así un contrato discográfico. Lo habían logrado.
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