Ciudad de Dios: detrás de los secretos del regreso del fenómeno brasileño

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Ciudad de Dios: detrás de los secretos del regreso del fenómeno brasileño

Culto estuvo en las filmaciones de Ciudad de Dios: La lucha no para, la serie de HBO que continúa la historia de la recordada película del año 2002. Según el director Aly Muritiba, “no sólo estamos respetando el legado del filme, sino que llevando ese legado adelante y dando pasos que el filme no fue capaz de dar hace 20 años”.


Alexandre Rodrigues (1983) era el protagonista y narrador de Ciudad de Dios (2002), pero en ese momento, cuando aún no cumplía 20 años y no acumulaba otros proyectos audiovisuales, no entendía del todo qué significaba cumplir ese rol en una película.

“La palabra es bonita: protagonista. Me parecía algo interesante, importante también, pero no tenía pleno conocimiento de qué significaba”, dice a Culto.

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A más de dos décadas del estreno de la cinta dirigida por Fernando Meirelles y Kátia Lund, el actor está en el segundo piso del centro comunitario de una favela pacificada del sur de Sao Paulo. Es octubre de 2023 y quedan pocas semanas para que termine el rodaje de Ciudad de Dios: La lucha no para, la serie de seis capítulos que le ha permitido reencontrarse con su papel, Buscapé, y que introduce nuevos conflictos y personajes.

Con una sonrisa, Rodrigues recuerda que, antes de que apareciera esta oportunidad, ya se había reunido con Buscapé a través de una publicidad que grabó en 2022 para una empresa de telefonía. Las risas desaparecen cuando llega el momento de hablar del desencanto que domina a la versión actual de su personaje, un fotoperiodista que obtuvo fama cuando se publicaron las fotos que le tomó al narcotraficante Zé Pequeno en medio de la violencia de Río de Janeiro, y que ahora trabaja para un periódico y reside en Copacabana.

Él ya no quiere ser llamado Buscapé. Él ha crecido, es un fotógrafo muy renombrado que ha trabajado en la guerra y ha sido premiado por eso”. Según la percepción del actor, Wilson Rodrigues –su verdadero nombre– ha perdido la inocencia y observa con preocupación que su madre, su hija y su mejor amigo aún viven en Ciudad de Dios, un mundo del que ya no se siente parte a pesar de que mantiene lazos con parte de sus habitantes.

La serie (que debuta este domingo 25 en HBO y Max) se ambienta en 2004, dos décadas después del final del largometraje. El conflicto más feroz lo protagonizan los narcotraficantes Bradock (Thiago Martins), libre tras años en prisión, y Curió (Marcos Palmeira), el criminal que domina el tráfico de drogas y es un líder querido por la comunidad. Su lucha se acentúa mientras se articulan las primeras milicias, los grupos paramilitares que toman el control de las favelas de Río de Janeiro.

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Foto: Renato Nascimento

“Cuando la historia comienza Buscapé es un outsider dentro de Ciudad de Dios”, apunta Aly Muritiba, director general y coguionista de la serie. Responsable de tomar la posta de Meirelles (quien actúa como productor ejecutivo), el cineasta se reconoce como parte de la generación que se formó a la sombra del legado del filme original, pero asegura que no deseaban que el espectador se quedara con la sensación de estar viendo lo mismo que se proyectó en las salas en 2002. “Es un contexto bien diferente”, asegura.

Muritiba habla sobre el presente de la favela Ciudad de Dios para explicar su interés en comandar el proyecto. “La comunidad de Ciudad de Dios funciona un poco como un microcosmos del Brasil contemporáneo, donde el Estado no llega y las personas necesitan encontrar formas para resistir. Geográficamente es un lugar ubicado en la frontera con un territorio dominado por la milicia. Es un lugar donde hoy opera una gran facción criminal brasileña que impide que la milicia los invada. Es un lugar donde el movimiento negro es muy potente, muy fuerte, que resiste tanto a la milicia como al crimen organizado. Es un lugar donde existe un movimiento cultural, artístico y deportivo muy fuerte encabezado por personas negras. Esos personajes ya existen y sería un poco tonto no aprovecharlos para contar esta historia”.

Eso genera que la historia adquiera matices respecto a la primera encarnación: la hija de Buscapé tiene una incipiente carrera musical y otros jóvenes dedican tiempo a las artes marciales. “Academia jiu-jitsu Cidade de Deus”, señala un mural en la locación que visita este medio. El arte y el deporte son una válvula de escape para las nuevas generaciones que crecen en el lugar.

Debido a la dificultad de filmar en Río de Janeiro (donde se ha recrudecido la violencia en sus barrios más pobres), la producción tramitó los permisos para rodar en cuatro favelas de Sao Paulo: una en la zona norte, dos en la zona oeste y una en el sur. Muritiba celebró el éxito de esas gestiones, porque tiene predilección por grabar en exteriores y trabajar con actores naturales que encuentra en las mismas comunidades. Pero en ningún caso quiere que lo comparen con su predecesor.

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Aly Muritiba. Foto: Renato Nascimento

No me interesaba copiar el estilo de Fernando Meirelles. Tengo algunas propuestas estéticas diferentes”, plantea, junto con indicar que su colega “fue muy generoso”. Ciudad de Dios: La lucha no para incluye flashbacks y material inédito del largometraje, pero cree que su creación es más colorida y posee un uso diferente de la cámara en mano. Según el realizador, “no sólo estamos respetando el legado del filme, sino que llevando ese legado adelante y dando pasos que el filme no fue capaz de dar hace 20 años”.

El propio director adelanta que el trabajo de la segunda temporada ya ha comenzado y que ve potencial en realizar spin-offs en torno a algunos de los personajes. Ciudad de Dios ha regresado y tiene cara de franquicia.

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