Poesía Completa, de Anne Sexton (Lumen)
Alta y elegante, autora de una obra que explora en la intimidad y la identidad, Anne Sexton era una figura que ejercía magnetismo en la poesía americana de los 60 y 70. “Pero detrás de esa mujer ataviada con tanto glamour se escondía una niña aterrada y modesta, amedrentada desde la cuna, daba la impresión, por la indiferencia y las crueldades del mundo”, escribió su amiga y poeta Maxine Kunin en la presentación de su Poesía Completa. Publicada en 1981, siete años después del suicidio de Anne Sexton, la edición recopila los ocho libros de poemas que entregó a imprenta y un conjunto de textos conocidos en forma póstuma. Nacida en 1928, a los 20 años se fugó de casa con su novio y se inscribió en un curso de modelaje. Tras el nacimiento de su primera hija fue diagnosticada con depresión posparto. Ese fue el inicio de una serie de crisis que la condujeron crónicamente a hospitales siquiátricos, así como a intentos de suicidio. A menudo calificada como poeta confesional, en su voz o en las voces que habitan sus poemas suelen aparecer detalles íntimos que aborda con audacia y valor: quiebres emocionales, la maternidad y las relaciones familiares, la pregunta por el suicidio, el aborto y el lugar de Dios.
Su primer libro, Al manicomio y casi de vuelta (1960), abre con un poema espléndido y estremecedor: “Usted, doctor Martin, se pasea/ del desayuno a la locura./ Final de agosto, corro por el antiséptico túnel/ donde los zombis aún intentan/ empujar sus huesos contra la fuerza/ de la cura. Soy la reina del hotel estival/ o la burlona abeja en un tallo acechada/ por la muerte (...)”. En el mismo volumen reflexiona poéticamente sobre los estereotipos y la convenciones que rodeaban el lugar de la mujer: “Yo, bruja poseída, he salido al mundo,/ valiente de noche, rondando el negro aire;/ soñando el mal, me he dado impulso,/ luz a luz,/ sobre las casas normales;/ solitaria, con doce dedos, desquiciada./ Una mujer así no es mujer del todo./ He sido de su calaña”.
Atormentada y adelantada a su tiempo en muchas de sus preocupaciones, la poesía de Anne Sexton mantiene vivas sus preguntas, sus obsesiones y su poderoso magnetismo. Esta nueva traducción rescata a una autora indispensable de la poesía norteamericana, ganadora del Premio Pulitzer.
Revolución, de Juan Pablo Meneses (Tusquets)
El primer monumento al Che Guevara no se levantó en Cuba ni en Argentina, desde luego tampoco en Bolivia, donde fue ejecutado en 1967. Fue en Chile, en la popular comuna de San Miguel, donde se inauguró la primera estatua dedicada al guerrillero argentino, en 1970. En su gira a Chile un año después, Fidel Castro visitó el monumento, y dicen que comentó lo extraño que le resultaba ver a su compañero de batalla convertido en una estatua de bronce. Obra del artista Praxíteles Vázquez, la escultura fue vandalizada durante el gobierno de la UP, y el poeta Pablo Neruda encabezó una campaña para restaurarla. En la oscura noche que comenzó tras el golpe de 1973, el monumento al Che Guevara desapareció. Medio siglo después, Juan, el guionista y protagonista de esta novela con bordes de crónica, presenta la primera denuncia en el Consejo de Monumentos Nacionales por la desaparición de la obra. Lo hace con un fin estratégico: de esa forma busca apoyar su proyecto de realizar una serie documental sobre la historia del monumento. Convertido en ícono de consumo y de la cultura pop, el Che parece hoy superado por el tiempo, pasado de moda. “¿Cómo una historia en que confluyen personajes como el Che Guevara, Fidel Castro, Salvador Allende, Pablo Neruda y Augusto Pinochet puede estar completamente olvidada?”, se pregunta el narrador.
El periodista Juan Pablo Meneses se estrenó en la novela con Una historia perdida, ficción atravesada de realidad en torno al piloto anónimo que bombardeó el hospital de la Fach el 11 de septiembre de 1973. En su segunda novela, vuelve sobre un hecho real vinculado a nuestro pasado político: un pequeño episodio que remite a los antecedentes del culto a la figura del guerrillero y cuyo desenlace refleja, además, la historia de violencia que vivió el país. Cronista atento y perspicaz, Meneses tiene el talento de encontrar los hilos sueltos de la historia, esas rendijas extrañas y desconocidas que él explora como misterios irresistibles. El autor se apropia de ellas mediante el poder de la imaginación y las escribe con la agilidad y soltura de un narrador de oficio.