Fulgor y muerte de Miguel Enríquez: así es la reconstrucción histórica de un revolucionario
Miguel Enríquez. Biografía de un Revolucionario se llama el reciente libro donde el historiador y periodista Mario Amorós indaga sobre la vida del líder del MIR. Se trata de una reescritura completa de la biografía que ya había publicado. Agrega información sobre cómo fue su muerte a manos de la DINA, pero también su dimensión humana, y la poderosa influencia de su padre.
Solo alcanzó a estar 4 meses con el delantal de médico. El 9 de diciembre de 1967, Miguel Enríquez comenzó la fase final de su carrera universitaria. En rigor, el tiempo correspondiente a su período de internado, antes de titularse como Médico Cirujano. El día antes, el 8, había sido elegido secretario general del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), en su III Congreso celebrado en Santiago. En marzo de 1968, se trasladó a Santiago para convalidar su título que la Universidad de Concepción le había otorgado en enero. Aprobó los exámenes y se convirtió formalmente en un galeno.
“De inmediato, se inscribió en el Colegio Médico y logró una beca en la Clínica de Neurocirugía del prestigioso doctor Asenjo en Santiago”, señala Mario Amorós en su reeditado libro Miguel Enríquez. Biografía de un revolucionario (Ediciones B). Su destino ya lo tenía decidido, no estaría en los consultorios o en las clínicas, sino sería un revolucionario de tiempo completo. “Nunca ejerció profesionalmente la profesión para la que se había formado durante siete años, pero siempre conservó a su lado, como un tesoro, sus libros de Medicina”.
Tal como lo hizo con la biografía de Salvador Allende, Amorós reescribió completo su libro sobre el líder del MIR añadiendo nueva información. “He incorporado, principalmente, la bibliografía más reciente sobre Miguel Enríquez y el MIR, así como las sentencias judiciales hasta la de la Corte Suprema, que han establecido que fue asesinado por la DINA”, comenta Amorós a Culto.
Así, en las páginas de este volumen, pasa la dimensión más íntima del dirigente del MIR, gracias a las conversaciones de Amorós, entre otros, con su hermana Inés; Ana Pizarro, hermana de su esposa, Alejandra Pizarro; a su compañera, Carmen Castillo, y a Manuela Gumucio, madre de su hijo, Marco Enríquez-Ominami. “Era un tipo muy inteligente, muy, muy inteligente, pero también era una persona dura y bastante egocéntrica, como todo dirigente político”, señala Pizarro en el libro. “Era una persona contradictoria, una persona complicada que intentaba reprimir sus sentimientos al máximo en función de la Historia y eso hacía daño, evidentemente”.
Además, Amorós pasa por la infancia y juventud de Enríquez, gracias a la documentación del colegio Saint John’s de Concepción, donde cursó la educación básica, el liceo Enrique Molina Garmendia y la Facultad de Medicina de la Universidad de Concepción. De hecho, fue en su infancia cuando conoció al que sería su amigo más cercano, Bautista van Schouwen, “Bauchi”, también futuro líder del MIR.
Un personaje importante para Miguel Enríquez fue su padre, Edgardo Enríquez. Don Edgardo era una persona importante en la ciudad penquista, había sido Director del Hospital Naval de Talcahuano y presidente del Consejo Regional del Colegio Médico, además de ser rector de Universidad de Concepción (entre 1969 y 1972), activo masón y ministro de Educación de Salvador Allende, en 1973. Como muestra Amorós en el libro, fue crucial para la formación intelectual del joven Miguel. Cita un testimonio del mismo padre publicado en 1992. “Para fomentar el interés de mis hijos por las ciencias, las artes, la cultura en general, siempre me preocupé de llevar a profesores, artistas, investigadores, científicos, masones y sacerdotes ilustres. Contrariamente a otros padres, sentábamos a la mesa a los niños cuando había visitas. Ellos no solo escuchaban nuestras conversaciones, sino que participaban activamente y hacían preguntas”.
“Tomar el cielo por asalto”
La influencia de su padre fue una de las cosas que más sorprendió a Amorós durante la investigación, pero también cómo fue creciendo el MIR. “Antes del triunfo electoral de la UP, era un partido con una influencia política que se limitaba, principalmente, al movimiento estudiantil de la Universidad de Concepción o sectores de pobladores en Santiago, creció durante los mil días de la UP, ampliando notablemente su influencia y proponiendo una estrategia que influyó visiblemente en las posiciones del Partido Socialista o del MAPU, sobre todo a partir del paro patronal de octubre de 1972. Aún así, como me indicó el periodista Manuel Cabieses, el MIR era un partido ‘en construcción’ en 1973. Y sus dirigentes eran muy jóvenes: a Miguel lo mataron cuando tenía 30 años”.
-¿Cómo describiría la personalidad de Miguel Enríquez?
-Miguel Enríquez fue una persona de una inteligencia notable, con una formación política sobresaliente, fruto de unas lecturas muy diversas, y con una consecuencia admirable con sus principios que demostró hasta su último aliento. Influido primero por su hermano mayor, Marco, que era militante trotskista, se aproximó al marxismo con una mirada no dogmática. Pero también era muy joven, fue elegido secretario general del MIR en su III Congreso, en diciembre de 1967, cuando aún no había cumplido 24 años y estaba concluyendo sus estudios de Medicina. La falta de experiencia política y vital suya y de sus compañeros, derivada de su juventud, influyó seguramente en su discurso y sus posiciones poco flexibles en varios momentos.
El MIR había nacido a partir de una crítica absoluta de la estrategia gradualista de la izquierda chilena, principalmente del Partido Comunista y de Salvador Allende, y en sus primeros años no se movió ni un centímetro de estas posiciones, tanto que ni siquiera llamó a votar por Allende en 1970. Sin embargo, tras el triunfo de la Unidad Popular, se abrió un periodo de diálogo entre el MIR, la UP (incluido el Partido Comunista) y el presidente Allende que duraría hasta junio de 1971. Después, hasta septiembre de 1973, las relaciones entre el MIR y la UP, principalmente el PC, se fueron complicando, aunque destaco que jamás se rompió el diálogo entre Miguel Enríquez y el presidente Allende y en este terreno Beatriz Allende, militante socialista con “alma” mirista y compañera de estudios de Miguel Enríquez en la Universidad de Concepción, tuvo un papel muy destacado.
Amorós añade: “Miguel Enríquez asumió un compromiso político, que marcó el curso de su vida, en los años 60, en los años de fulgor de la Revolución cubana, en la década de la independencia de Argelia y otras naciones del Tercer Mundo y de la guerra de Vietnam, en los años en que Ernesto Che Guevara convocaba ardientemente a los revolucionarios a hacer la Revolución, en el tiempo de la invasión de Checoslovaquia por los tanques del Pacto de Varsovia, acción que el MIR condenó, al igual que Salvador Allende. En los años en que en Chile se fue gestando un impresionante movimiento popular que llevó a Allende a La Moneda y abrió paso a un singular proceso de transformaciones. Aquella fue la época histórica de Miguel Enríquez, cuando ‘tomar el cielo por asalto’ parecía posible. Decidió consagrar su vida a hacer posible la utopía socialista y con él al frente el MIR fue parte y se convirtió en un actor relevante de la Revolución chilena”.
-Cómo cree que ha envejecido la figura de Miguel Enríquez? ¿Considera que la figura de Miguel Enríquez sigue siendo relevante en el Chile de hoy?
- Han pasado ya cincuenta años de su muerte y me impresiona ver cómo su memoria perdura y no solo entre quienes fueron sus compañeros y compañeras. En enero de este año, en la Fiesta de los Abrazos del Partido Comunista, escuché decir a un dirigente universitario de las JJCC, vestido con su camisa amaranto, que ellos eran “hijos de Recabarren” y, tras reivindicar a otros dirigentes históricos del PC, señaló también que eran “hijos de Miguel Enríquez y de Bautista Van Schouwen”. Miguel Enríquez forma parte de la historia de Chile y de la historia de la izquierda chilena y latinoamericana. Así quedó probado también cuando lanzamos la primera edición de esta biografía en la Casa Central de la Universidad de Chile, el 2 de octubre de 2014, invitados por el rector Ennio Vivaldi y la vicerrectora Faride Zerán, con la presentación del periodista Sergio Campos y las intervenciones de Andrés Pascal Allende, Marco Enríquez-Ominami, Gabriel Boric y mía.
“¡Hay una mujer embarazada!”
Otro de los aspectos del libro, es que detalla minuciosamente cómo fue el último día de Miguel Enríquez con vida, el 5 de octubre de 1974, cuando fue abatido por agentes de la DINA en un operativo en la comuna de San Miguel, en la casa ubicada en calle Santa Fe 725 donde se encontraba escondido junto a su pareja de entonces, Carmen Castillo, quien se encontraba embarazada. Para ello, Amorós se basa en el expediente de la investigación efectuada por el juez Mario Carroza, además de otras fuentes. Entre otros, detalla la participación fehaciente de Miguel Krassnoff, Marcelo Moren Brito y Osvaldo Romo, y que todo fue minuciosamente planificado con tal de acorrarlar al líder del MIR.
“Junto con los testimonios de Andrés Pascal Allende, Marcel Marambio o Carmen Castillo, ha sido muy importante poder acceder al sumario de la investigación judicial de su asesinato que instruyó el ministro Mario Carroza, hoy miembro de la Corte Suprema. De este sumario cito declaraciones de Carmen Castillo y Humberto Sotomayor (los dos únicos supervivientes del combate desigual de la calle Santa Fe), pero también de los agentes de la DINA e incluso de los vecinos de la zona que presenciaron el ataque, que me han permitido relatar con una precisión máxima el último día de Miguel Enríquez”, señala Amorós.
En el libro, cita el testimonio de Castillo: “Lo mataron en el momento que acababa de saltar el muro de la casa vecina. Después de haber franqueado el muro gritó: ‘Pare el fuego, hay una mujer herida y embarzada en la casa’. Los militares creyeron que él se rendiría y se acercaron (...). Lo abatieron de una ráfaga en el pecho”.
Otro testimonio citado en el libro, el de una vecina del sector es bastante similar: “Cuando el caballero iba herido tratando de arrancar por la pandereta, lo rodearon. Entonces gritó: ‘Por favor, no sigan, estoy liquidado y adentro hay una mujer embarazada herida’. Ahí lo remataron y cayó muerto arriba de la artesa de lavar, había un charco de sangre”.
Como indica el libro, la sentencia de la Corte Suprema, de mayo de 2022, estableció que Miguel Enríquez “intentó escapar del cerco de la DINA por los tejados de las casas colindantes, después de ‘asegurar la suerte de su compañera Carmen Castillo (...), pero luego cuando lo hace es sorprendido por los agentes que se encontraban cubriendo la calle lateral, quienes le disparan y es abatido en el patio de un inmueble vecino’, producto de diversas heridas de balas originadas por ‘disparos de larga distancia en Medicina Legal’”.
Es llamativo que siendo español, Mario Amorós haya dedicado tiempo y esfuerzo en escribir sendas biografías de Salvador Allende, Pablo Neruda, Víctor Jara, Augusto Pinochet y Miguel Enríquez. ¿Por qué? “Mi interés por la historia de Chile nació en 1995, cuando descubrí la figura de Salvador Allende. Tenía 22 años y estaba terminando mis estudios de Periodismo. Después, en Barcelona, donde estudié Historia, descubrí el centro documental de la Fundación CIDOB, que entonces contenía centenares de documentos, libros y publicaciones sobre la UP y la dictadura. Fue allí donde pude empezar a leer también sobre el MIR, puesto que tenían, por ejemplo, una parte importante de los números de la revista Punto Final. Y a partir de 1997 empecé a viajar a Chile”.
“Desde hace muchos años, la historia de este país es una parte importante de mi trabajo y, por cierto, ni mi interés, ni mi entusiasmo han decaído, sino todo lo contrario. Con el paso del tiempo, además, he podido investigar en numerosos archivos, de varios países, lo que me ha permitido construir esas biografías que recorren la apasionante historia de Chile en el siglo XX”.
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