Columna de Rodrigo González: Robot Salvaje: Androides de ayer y de hoy

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La androide Roz (voz de Lupita Nyong'o) y el gansito Brightbill (voz de Kit Connor) en Robot Salvaje, de Chris Sanders.

La nueva película de animación de Dreamworks refresca la pantalla al viejo estilo, con una historia contada enteramente por animales y... un robot. Nada de diálogos "irónicos" ni segundas lecturas. Bastan una androide de instinto maternal, un ganso que no vuela y un zorro sin amigos.



Los viejos dibujos animados de la Warner, Walt Disney o Hanna-Barbera solían privilegiar a los animales sobre los humanos para contar sus historias. Desde Mickey Mouse a Tiro Loco McGraw o de Bugs Bunny a Don Gato, los mamíferos antropomorfos (y también pájaros y reptiles como Pato Donald o Lagarto Juancho) han caracterizado mejor que nadie las taras, carencias y bondades humanas. Eso al menos en los llamados cartoons, pues en los largometrajes, que tienen más ambiciones, cambian las prioridades.

Por eso no deja de ser una saludable sacudida al canon reciente de Pixar que privilegia a los humanos, encontrarse con una película como Robot Salvaje (2024). Proviene de Dreamworks Animation, el mismo estudio que tuvo sus años de gloria con Shrek (2001) y en su alianza con la británica Aardman Animations a través de Pollitos en Fuga (2000) o Wallace y Gromit: La Batalla de los Vegetales (2005).

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Fink (voz de Pedro Pascal), Roz (voz de Lupita Nyong'o) y Brightbill (voz de Kit Connor) en Robot Salvaje (2024).

Robot Salvaje se basa en una serie de libros infantiles ilustrados de Peter Brown, de los que al menos el primero está en Chile. Su director es Chris Sanders, una de las mentes más creativas de la animación reciente y responsable de Lilo y Stitch (2002) y Cómo Entrenar a Tu Dragón (2010), dos películas que tienen en común a los seres fuera de órbita, algo chiflados y capaces de crear fuertes lazos afectivos con renegados afines.

En Lilo y Stitch, por ejemplo, eran un alienígena que se creía Elvis y una niña porfiada. En Cómo Entrenar a Tu Dragón, todo se reducía a un vikingo víctima de bullying y un dragón en extinción. Ahora, en Robot Salvaje la pareja dispareja es una robot con instintos maternales y un zorro sin amigos. Qué vivan los desarraigados de este mundo parece decir el director de la película, pero sin la machacona monserga de los panfletos, sino que con el don de la animación bien hecha y la historia mejor contada.

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Robot Salvaje es dirigida por Chris Sanders, el mismo realizador de Cómo Entrenar a tu Dragón.

La trama transcurre en un futuro indeterminado, aunque no demasiado lejano en que los androides realizan buena parte del trabajo duro y sucio de los humanos: cosechar hortalizas, limpiar lugares públicos, ir a la guerra, matar enemigos. Por las razones equivocadas, el modelo utilitario ROZZUM va a parar a una isla en estado salvaje, un lugar no tocado (o tal vez abandonado) por la mano del hombre.

Programada para servir una vez le digan cuál es su tarea, Roz (como ella prefiere que le digan) debe aprender a vivir en un territorio dónde nada obedece a los patrones para los que fue creada. No tiene dueño, no hay que limpiar ninguna casa ni tampoco luchar contra nadie.

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En las versiones subtituladas, Robot Salvaje cuenta con las voces de Lupita Nyong'o, Pedro Pascal, Catherine O'Hara y Bill Nighy, entre otros.

Lo que sí encuentra es una serie de animales propios de la fauna de Norteamérica (osos, nutrias, zarigüeyas, castores) que no confían en nadie y que responden a la esperable ley del sálvese quien pueda. Es evidente que aunque no conozcan a los humanos, saben que no son la mejor especie de la Tierra e intuyen que un robot puede ser peor.

La película gana emoción a través de la tensión que se produce entre Roz y los animalitos del bosque, pero sobre todo a partir de la relación que establece con un pequeño ganso que no sabe volar y al que cuida como un hijo y con un zorro astuto, miserable de vez en cuando, pero buena persona al final del día.

Es un largometraje de lágrima fácil, pero los golpes bajos no se sienten y eso es mérito de sus creadores. Cuenta con una animación cálida que busca reproducir la naturaleza agreste de esta Norteamérica virgen y eso es punto a favor de los animadores. En su versión con subtítulos las voces de Lupita Nyong’o como Roz o de Pedro Pascal en el rol del zorro Fink le dan personalidad a la historia y eso es un triunfo de los actores. Puede ser calificada de buenista, pero da lo mismo, pues nada se siente falso. Eso no tiene explicación.

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