Crítica de discos de Marcelo Contreras: Katy Perry se agota, Bob Dylan se eterniza
Las novedades discográficas de esta semana remiten a distintas eras, así como tienen diversos sabores: Katy Perry demuestra agotamiento creativo, mientras Bob Dylan viaja a sus años de retorno para confirmar una estatura imperecedera. En tanto, hay que poner ojo al proyecto The Waeve.
*Katy Perry - 143
Katy Perry (39) regresa tras el discreto Smile (2020), la maternidad junto a Orlando Bloom y una residencia en Las Vegas, con la intención de iniciar un nuevo capítulo explorando el dance. “La energía que quiero transmitir -asegura- es liberadora”.
Del dicho al hecho, acá tropieza. La fuerza escasea en este séptimo título, un ejemplo flagrante de pop formulado con recetas anodinas y genéricas, la clase de música que puede acompañar un aviso publicitario que interrumpe un video en línea; canciones poco inspiradas revestidas de excesiva tecnología, plastificando hasta lo irreconocible las cualidades de una artista como esta, una de las estrellas pop más grandes de los últimos lustros.
El primer corte Woman ‘s world intenta emular a Dua Lipa olvidando la espontaneidad, junto con establecer un tono de empoderamiento más cerca del eslogan y la frase hecha, que del sentimiento envuelto de la frescura necesaria para invitar al baile. Uno de los pecados mayores de 143 es cómo la producción a cargo, entre otros, de Dr. Luke, entierra la voz de Perry, desfigurada y lejos del ímpetu, la melodía y la épica de la que es capaz. Gimme gimme y Gorgeous se internan en el hip hop por mero trámite. La misma sensación provoca la cita a Gypsy woman (1991) de Crystal Waters en I ‘m his, he ‘s mine. Katy Perry sufre de agotamiento prematuro antes de la curva de los 40.
*Bob Dylan - The 1974 live recordings sampler
El regreso de Bob Dylan a los escenarios en 1974, después del famoso accidente en moto de 1966 -una excusa para alejarse de la vorágine-, es lo más parecido al retorno de un profeta en los registros de la música popular. La demanda de boletos fue tal que más del siete por ciento de la población de Estados Unidos buscó entradas, vendidas por un inusual sistema de correo. Acompañado de The Band bajo la batuta del guitarrista Robbie Robertson, la gira cubrió Norteamérica entre el 3 de enero y el 14 de febrero. En el universo dylaniano el tour no solo encarna la segunda venida de la voz de los 60, sino el inicio del hábito por cambiar arreglos y melodías originales.
Esta muestra con una veintena de cortes incluyendo varias de sus composiciones más emblemáticas, resume un monumental box set de 27 discos. Hasta ahora, de la gira sólo se conocía el álbum Before the flood, publicado en junio de 1974, con material extraído de las paradas en Nueva York y Los Ángeles. Si bien Dylan y miembros de The Band manifestaron más entusiasmo por el dinero ganado que la vibra de los shows, este resumen refleja a un monstruo de dos cabezas de extraordinaria intensidad, guitarras incendiarias y la síncopa de Levon Holmes, mientras la voz treintañera del ganador del Nobel conserva energía rumbo a la madurez. Una pieza histórica.
*The Waeve - City lights
El segundo álbum de esta banda británica formada por Graham Coxon de Blur y Rose Elinor Dougall (ex The Pipettes), comprueba por enésima vez lo saludable que resultan los proyectos fuera de instituciones con liderazgos marcados. Con The Waeve, Coxon se luce en rol multiinstrumentista como un replicante de Brian Jones, haciéndose cargo de la guitarra, el bajo, la batería, el saxo y la voz, mientras su compañera comparte el micrófono y se encarga de los teclados, en una combinación perfectamente equilibrada.
City lights se explaya en post punk de alto octanaje con algunos desvíos más etéreos. En el corte homónimo la guitarra se mimetiza con los ecos de Robert Fripp al servicio de David Bowie en Fashion, cuya presencia se percibe en otros títulos. Coxon reviste las canciones de los contornos de Blur con la inventiva del cuarteto a fines de los 90: el bajo con agenda propia y la batería enmarcando reverberante, mientras Rose Elinor Dougall instala armonías vocales suaves y evocativas, coloreadas con melodía desde las teclas.
Las canciones están colmadas de distintas capas instrumentales y cambios de temperamento. Moth to the flame demuestra que Graham Coxon no es precisamente un aficionado al saxo, sino un compositor desde el instrumento. Terminado City lights, imposible no preguntarse por qué diablos el guitarrista no ha tenido aún más espacio creativo en la banda que le dio fama.
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