Alcohol, ansiedad y odio por la fama: los demonios de Joaquin Phoenix
No le gusta hacer promoción, ni conceder entrevistas. Dejó la actuación ante la presión de la industria; fue, volvió e incluso pasó por rehabilitación. El actor vive el cine con intensidad, pero la fama y sus consecuencias no le han sido fáciles de llevar. Acá el camino de un tipo sensible que se abandona por el todo cuando interpreta.
Hay un trance por el que Joaquin Phoenix pasa cada vez que va a filmar una película. Sufre ansiedad. Y lo consume a tal punto que lo paraliza. Incluso el día anterior al rodaje, se siente enfermo. Incluso, durante las primeras semanas de rodaje, tiende a la sudar de manera compulsiva. Tanto que hay que colocarle almohadillas debajo de las axilas. “Durante las primeras tres semanas de rodaje, estoy sudando. Es pura ansiedad y me encanta”, dijo el mismo actor a Interview.
Phoenix suele dejarse envolver por el personaje que interpreta. No necesariamente una actuación de método. Más bien, parece dejarse por un lado durante el tiempo de rodaje. “Abandono mi vida cuando trabajo. No uso ropa ni escucho música que define quién soy”, dijo a The Guardian. “No me comunico con amigos o familiares. Suena intenso, pero es el proceso de llegar lo que es realmente difícil”.
Algo así debió pasar durante el rodaje de Joker (2019). Para el papel de Arthur Fleck/Joker, que le dio el Oscar a Mejor Actor en 2020, siguió una dieta estricta, aconsejado por el mismo doctor que le ayudó a perder 23 kilo para The master. Después del rodaje recuperó 11 kilos. “No imaginé que sería algo tranquilo”, le dijo a Vanity Fair sobre la reacción de algunos medios. “Es una película difícil. De alguna manera, es bueno que la gente esté teniendo una reacción fuerte”.
Tal parece que la intensidad es inherente a Phoenix. Criado en una familia errante, que recorría el mundo como parte de una secta, vivió al borde de la línea de la pobreza en California. “Incluso cuando no teníamos dinero, aún teníamos un automóvil para dormir, la entrada de la casa de un amigo donde podíamos estacionar y un padre que decía: ‘Voy a cuidar de ustedes”, le dijo a la revista Details. Tiempo después vendrían los primeros castings. La trágica muerte de su hermano River, una estrella en ascenso, marcó su vida.
Tras lograr buenas críticas por Todo por un sueño (1995), el momento de reconocimiento llegó con su interpretación de un inolvidable villano, el emperador Cómodo, en Gladiador (2000). Pero tras rodar Walk the Line (2005), la biopic en que encarnó al legendario Johnny Cash, comenzó una escalada. Bebía mucho, no dejaba escapar una noche libre y se dejó llevar por un estilo de vida hedonista. “No me conectaba con el mundo o conmigo mismo de la manera que quería. Estaba siendo un idiota, un mareante. Bebía, intentaba joder a la gente y no dejaba de ir a discotecas.”
Una situación que lo empujó a internarse en rehabilitación. “Mi problema era por la presión que sentía por mi carrera -explicó a La Razón de España en 2010-. Quienes necesitan rehabilitarse son los adictos al crack; cuando tu problema es menor, puedes permitirte el lujo de ir a uno de estos country clubes a jugar a las cartas y pensar que te estas curando de algo. Estoy acostumbrado a salir a cenar, tomar una copa de vino y ya está. Eso es calidad de vida para mí. No necesito más para sentirme bien. La bebida no me controla”.
Por eso se retiró de la actuación por un tiempo, para dedicarse a la música. Parecía acabado. Lucía cansado, abatido, desorientado. Incluso filmó un falso documental, I’m still here, en que se muestra este giro. La clave, según él, es que nunca ha disfrutado demasiado la fama. “Llegó un momento en que (la actuación) no me llenaba, necesité expresarme con otro arte y elegí la música. Ahora es lo que me interesa. Nunca quise ser una figura pública, que tuvieran expectativas conmigo”, dijo en la misma entrevista a La Razón.
Phoenix tuvo sus razones para dejar los sets por un tiempo. “Odio conceder entrevistas, las promociones. No merece la pena vivir algo tan intenso como rodar una película para luego tener que dar explicaciones a todo el mundo. Me he dado cuenta de que los actores mienten cuando lo hacen”.
Al parecer su distancia con la fama tiene explicación. En alguna ocasión detalló que no pudo vivir de manera tranquila el duelo por la trágica muerte de su hermano River, en una noche aciaga de 1993. “En mi familia no mirábamos shows de entretenimiento, no teníamos revistas de ese mundo, y cuando River murió fue cuando nos enteramos que era una verdadera estrella de cine. Nosotros no nos dábamos cuenta de su magnitud. Entonces estás en uno de los momentos más delicados de tu vida y tenés helicópteros sobrevolando tu casa, gente intentando ‘colarse’ en tu casa. Eso realmente me impidió poder pasar por todo lo que tenés que pasar cuando se muere un familiar”.
Lo que sí, tiene claro que los personajes atormentados, aquellos que viven una procesión tortuosa son los que más le atraen. “De otro modo me aburriría -dijo a La Razón-. Los actores queremos reflejar conflictos. Y no conozco a nadie que no tenga problemas en la vida real.
Incluso en nuestro días, en el rodaje de Joker: Folie à Deux, la ansiedad lo remeció en las escenas en que tenía que cantar junto a su coestrella, Lady Gaga. Según el director Todd Phillips, el actor estuvo “enfermo todos los días” debido a la ansiedad de cantar junto a Gaga. Sin embargo, ambos se apoyaron mucho durante el proceso. “La verdad es que se dieron consejos mutuamente. Él le daba consejos sobre actuación; ella le daba consejos sobre música”, explicó Phillips. Al parecer, todo lo que necesita es contención.
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