Cómo John Lennon y Paul McCartney escribían juntos sus canciones
Casi desde que se conocieron, Paul y John comenzaron a desarrollar su interés en componer material propio. En largas sesiones en la casa de John o en la de Paul, afinaron un método de trabajo en que cada uno complementaba la idea de su compañero, o bien, servía de crítico. Así, se fue configurando una exitosa sociedad creativa, que sirvió como un impulso para las carreras de ambos y definió buena parte del material en la primera época de The Beatles.
Le bastó muy poco tiempo a los jóvenes John Lennon y Paul McCartney, para notar que ambos tenían intereses comunes. Se habían conocido el 6 de julio de 1957, tras ser presentados por un amigo en común, Ivan Vaughan, y un par de semanas más tarde, Macca se integró a los Quarrymen la banda escolar de skiffle liderada por Lennon, el antecedente directo de The Beatles.
Pese a sus diferencias de carácter, los dos admiraban a las estrellas del rock & roll y ambicionaban tocar correctamente su música. Inquietos, comenzaron a mascullar la idea de componer su propio material; pero hasta entonces no contaban con buenos ejemplos, más que de los autores profesionales, tipos entendidos en composición y armonía que trabajaban como escritores para las compañías discográficas casi como unos oficinistas. Pero todo cambió cuando ambos conocieron la música del texano Buddy Holly.
En muchos sentidos, Buddy Holly era una estrella atípica para el canon del espectáculo. Era un muchacho desgarbado, que vestía unos gruesos lentes negros, pero lo más importante, era que él mismo escribía sus canciones. Las construía sobre progresiones de acordes sencillas, lo que hacía el misterio de la canción mucho más alcanzable. “A pesar de su carácter novedoso y excitante, su sonido estaba construido en torno a acordes de guitarra básicos y secuencias sencillas que ya conocían”, explica Phillip Norman en su biografía de Paul.
Así Paul escribió su primera canción alrededor de 1956, un poco después de la dolorosa muerte de su madre, Mary, en octubre de ese año. Se llamaba I lost my little girl, y según sus propias palabras, la escribió con su primera guitarra, una Framus Zenith en que posteriormente escribió temas como I saw here standing there y Michelle.
Por su lado, Lennon no se quedó atrás. Hacia 1957 escribió su primera canción, Hello Little Girl. Como era el chico líder de los Quarrymen, pronto la incorporó a su grupo, e incluso logró mantenerla en el repertorio de los primeros años de los Beatles, por ejemplo, cuando se presentaron en su fallida audición para la compañía Decca en enero de 1962. Es decir, desde sus primeros años, ambos se interesaron en presentarse como autores en toda regla.
Además del ejemplo de Buddy Holly, los jóvenes Lennon y McCartney estaban muy prestos a los créditos de los discos que escuchaban. Así notaron el trabajo de duplas de compositores profesionales a los que pronto quisieron imitar. “Los Beatles estaban muy al tanto de lo que se cocía en las oficinas del Brill Building, donde sendos dúos de compositores profesionales (Goffin & King, Leiber & Stoller, Mann & Weill, Pomus & Shuman) actualizaban la herencia de Tin Pan Alley (y la cruzaban con el Rock and Roll y el Rhythm and Blues) para los girl groups y los ídolos adolescentes que dominaban el pop americano de comienzos de los ‘60, antes justamente de la invasión británica liderada por los de Liverpool”, explica a Culto el crítico cultural y escritor argentino, Norberto Cambiasso.
Nace una dupla
Pronto los dos muchachos que compartían amistad y dolores comunes (ambos perdieron a sus madres en su adolescencia) quisieron imitar a los compositores profesionales y comenzaron a desarrollar sesiones de composición conjunta. “Primero lo intentaron en la diminuta habitación de John en Mendips, sentados uno al lado del otro en su estrecha cama individual, pero había tan poco espacio que los clavijeros de sus guitarras se chocaban todo el rato [NdR: recodar que McCartney es zurdo y Lennon, era diesto]”, explica Phillip Norman.
Sin embargo, allí debían enfrentar las constantes reprimendas de Mimi, la severa tía que crió a John, a quien no le simpatizaba nada que su sobrino llevara a la casa a este muchacho que venía de las barriadas de Liverpool. Por ello, apenas podía los correteaba hacia otro rincón de la casa. “No tardó en desterrarlos a la única parte de la casa donde no los oía: la galería acristalada de la parte delantera. Aunque esta era gris, con corrientes de aire y sin ningún sitio donde sentarse, añadía un eco satisfactorio a sus raquíticas guitarras acústicas”, agrega el mismo autor.
Ante la actitud hostil de la tía de John, pronto descubrieron que podían guitarrear tranquilos durante las tardes en la casa de Paul, mientras su padre trabajaba. Allí, sentados codo a codo comenzaron a definir su estilo, así como a acomodar las armonías vocales; el timbre nasal y más explosivo de Lennon, se acoplaba perfecto a la voz más cálida y suave de Paul. “Para estimularse preparaban interminables tazas de té en la diminuta cocina y fumaban o bien los cigarrillos baratos de la marca Woodbine o las nocivas hojas de té Typhoo en una pipa que pertenecía al padre de Paul”, acota Norman.
Si bien para 1962, cuando comienzan a grabar profesionalmente como The Beatles, ya tenían algunas canciones compuestas, se estima que ellos mismos aún no las consideraban del todo buenas; la prueba está en que muy poco de su primer material llegó a los discos de los Fab Four (algunas excepciones: Love me do, I follow the sun, When I’m sixty-four, One after 909). Sin embargo, las sesiones en la casa de Paul y la helada sala de la tía de John, les permitió afinar un método de trabajo que desarrollaron en la primera etapa de la banda.
Un ejemplo, está en el sencillo From me to you. Según Ian McDonald en su clásico estudio The Beatles, revolución en la mente, esta “se basa en el sistema de frases de dos compases que una pareja de escritores suele adoptar al tratar de complementarse el uno al otro. El resultado habitual de tan sintético proceso, en el que ninguno de los dos contribuyentes es libre para desarrollar la línea melódica a su manera, es una competición que produce desarrollos sorprendentes respecto a la idea inicial”. Es decir, uno lanzaba una idea, y el otro la complementaba.
Otro ejemplo, está en un momento específico de I saw her standing there, la agitada canción de Paul que abre el primer álbum del grupo, Please, please, me (1963). La historia dice que esta fue compuesta una tarde en la casa de Paul, y que la primera línea, originalmente decía “Bueno, ella tiene solo diescisiete, nunca fue una reina de belleza”. Fue entonces que Lennon le sugirió cambiar lo último por la frase “tú sabes lo que significa”, mucho más sugerente.
Así trabajaron otras canciones como Thank you girl, e incluso el éxito I want to hold your hand, el primer número uno de los Fab Four en Estados Unidos. Esta fue compuesta en el sótano de la casa familiar de Jane Asher, la actriz por entonces pareja de Paul. “Estábamos trabajando el primer verso del tema -detalló John años más tarde-. y Paul tocó ese acorde después de ‘got me something’ [un Mi menor]. Me di vuelta y le dije: ‘¡es eso!¡tócalo otra vez!’. En esos días escribíamos así olfateando lo que hacía el otro”.
En esos primeros años también se definió el crédito autoral Lennon/McCartney que lució la discografía de los Beatles. Años más tarde, el mismo Paul contó el origen de la firma a The Telegraph. “Tuvimos una reunión con [el manager de los Beatles] Brian Epstein. Yo llegué tarde. John y Brian habían estado hablando. ‘Estábamos pensando que deberíamos llamar a las canciones, Lennon y McCartney’. Yo dije: ‘Está bien, pero ¿qué pasa con McCartney y Lennon? Si lo escribo, ¿qué pasa con eso? También suena bien’”, planteó el zurdo. “Dijeron: ‘Está bien, lo que haremos es alternarlo: Lennon y McCartney, McCartney y Lennon’. Bueno, eso no sucedió. Y no me importa”.
Pero el explosivo éxito del grupo tuvo como consecuencia el que cada uno privilegiara su propio material. Si bien, Lennon dominó el repertorio del grupo en los primeros años, Paul, siempre competitivo, pronto comenzó a presentar mejores canciones como All my loving, e incluso logró poner una suya, Can’t buy me love como un exitoso single. “La rivalidad entre ellos siempre había sido intensa, y el gesto de independencia de McCartney al escribir una cara A como Can’t buy me love debió asustar a Lennon, que hasta entonces se había considerado a sí mismo el líder indiscutido del grupo -explica Ian McDonald-. Con McCartney cada vez más concentrado en su relación con la actriz Jane Asher, la repentina explosión creativa de Lennon permitió a éste dominar el grupo en cuanto a composiciones durante casi un año”.
Así, hacia mediados de la década las colaboraciones “mano a mano”, entre ambos comenzaron a declinar. Sin embargo, no dejaron de trabajar juntos; a menudo se reunían en la gran casa de Lennon en Kenwood para mostrarse sus canciones y obtener feedack del otro. Mientras tomaban una taza de té y fumaban algún porro ocasional, cada uno complementaba lo que hacía falta al otro. Un ejemplo; el sencillo We can work it out. Según McDonald, en esa canción “McCartney escribió la letra y la música de la estrofa/estribillo de ocho compases, y Lennon la letra y la música de la parte intermedia de dieciséis compases”. Es decir, la parte “Life is very short, and there’s no time, for fussing and fighting, my friend”, es puro Lennon.
Ejercicios similares ocurrieron en canciones como A day in the life y hasta en I got I feeling, en que simplemente fusionaron partes de canciones de ambos que no habían usado. Aunque para entonces ya no eran los jóvenes entusiastas que jugaban a hacer canciones, al menos, la admiración y el deseo de superarse, se mantuvo hasta el final de sus carreras.
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