El Dr. Pantalla al rescate de la televisión chilena: cómo es la mayor colección de la pantalla local

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El Dr. Pantalla al rescate de la televisión chilena: cómo es la mayor colección de la pantalla local FOTOS: Bárbara González @barbaragoncas

En un mundo de memoria digital el periodista Tomislav Tomic retiene recuerdos, a través de los objetos que capturaron para la señal abierta momentos iconográficos de nuestra historia contemporánea. Por años ha reunido una considerable colección de piezas ligadas a programas y transmisiones históricas, mientras su personaje Dr. Pantalla en TVN también indaga en el pasado catódico.


Tomislav Tomic marca los números de los canales de televisión abierta. Con su hablar ceremonioso atípico para un chico de 12 años, explica el motivo del llamado.

Corre 2010 y desde las centrales no entienden muy bien de qué se trata; pero como parece una persona seria (y sin sospechar que es un niño) lo derivan a prensa. Ahí los periodistas comprenden algo más pero tampoco del todo qué busca Tomislav. A la manera de un trámite público -o un reporteo, un gaje de su oficio en el futuro-, lo remiten a una tercera instancia: los camarógrafos. Tomislav busca el logo de los micrófonos de prensa. “Un cono”, apunta.

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De pequeño atesoraba ver con su papá, mecánico de autos de carrera, transmisiones de Fórmula 1 en Chilevisión. “Tengo un recuerdo muy lindo de esos momentos con él”, cuenta.

Su muerte en 2009 detonó la idea de cómo encapsular recuerdos en una expresión física -algo tangible- lejos de lo digital.

“Que esos recuerdos -pensó- no se diluyan con el paso del tiempo”.

“Y dije -continúa- ‘¿qué es lo que mejor resume una época en un canal de televisión?’”.

Tomislav concluyó que la respuesta estaba en los equipos, el hardware, los componentes físicos que permiten capturar imágenes y sonido para la pantalla.

Desechada -por el momento- la idea de acceder a una cámara, Tomislav se fijó en los periodistas, y se puso como meta conseguir el logo de los micrófonos.

—Un paréntesis, ¿veías mucha televisión?

Sí. Veía mucha televisión.

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Tomislav observa que si bien creció en el arranque del milenio -nació en 1998-, la tecnología aún contenía elementos propios del siglo pasado, los últimos rastros de un universo analógico en extinción irremediable.

“Igual pasé por el cassette, por el VHS -cuenta como si se tratara de medallas de guerra-. Esperar para ver un programa”.

El link con los camarógrafos fue la llave para iniciar una colección de equipos de las señales abiertas que supera las 500 piezas, incluyendo cámaras de programas históricos como Informe Especial, Vamos a ver, Extra jóvenes, La Noche del Mundial, Rojo, los estelares de Felipe Camiroaga, lentes utilizados en el Festival de Viña del Mar en los 80, mesas de dirección, editoras, cintas con fanfarrias y características de Sábados gigantes, ropa utilizada por personal tras los focos como las cotonas blancas de Canal 13, divisadas en viejos espacios cuando los camarógrafos enfocaban algún chascarro, y las chaquetas corporativas de sus colegas de TVN en la misma época.

“No solo encontré los conos, encontré muchas cosas”, observa Tomislav, sonriendo con cierto misterio.

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Con esos primeros objetos en sus manos, se dio cuenta que estaba ante un filón nuevo. “Nadie se dedica a esto”, pensó. Una incipiente colección de Condorito quedó inmediatamente relegada. “Todo mi esfuerzo lo voy a encauzar en algo único, que no existe -se convenció-. Voy a invertir en esto”.

Como todo coleccionista, Tomislav trazó un circuito para obtener piezas. A los regalos de funcionarios de los canales, sumó la compra “por lotes” en subastas donde van a dar los equipos dados de baja por recambio de tecnología, antes que fallas. En su colección todo funciona.

También se nutre de anticuarios que lo contactan por libros sobre la industria local, como el contundente Historia de la TV (1958-1973) de María de la Luz Hurtado (1989).

—¿Cuántos años llevas coleccionando todas estas cosas?

Diría que desde el 2010.

—Desde que despierta el Dr. Pantalla.

Así es.

***

“Fundó la TV chilena en general, pero estuvo muy comprometido con el proyecto de la TV pública”, cuenta Tomislav Tomic sobre Dr. Pantalla, “por lo que después de fundar TVN se criogeniza para traspasar la experiencia y conocimientos a las nuevas generaciones”.

“Como Walt Disney... jajaja”, agrega.

Tomic describe a su personaje en Hora 25 de Televisión Nacional de Chile, conducido por Blanca Lewin. Creado por Ítalo Franzani, periodista del espacio cultural, Dr. Pantalla es un pionero que resume la fundación de la industria en Chile, cuando las universidades tradicionales poseían señales abiertas, proceso coronado con la creación del canal público bajo el gobierno de Eduardo Frei Montalva, en los 60.

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El personaje se congela en 1970 para despertar “tras el terremoto de 2010″. Sin embargo, sigue apegado al mundo analógico, tal como Tomislav en la vida real. En Hora 25 repasa la historia de TVN con escenas freak y memorabilia guardada en la última gaveta de los recuerdos colectivos.

Su último hallazgo fue Clorofilo, “la mascota perdida de TVN”, detalla Tomislav.

“Todos recuerdan a Tevito; a Ito e Ita que bailaban cueca; a Conejito TV, que salía también con Gabriela Velasco”.

—Lo recuerdo perfecto.

Un títere que se perdió, que no existe.

—¿¡No está Conejito TV!?

No, no existe. Pregunté por él y se perdió a mediados de los 80. Desapareció. Y después viene Clorofilo, la última mascota de TVN. La mascota desconocida.

—¿Cómo era Clorofilo?

Un alien. Un marciano. Era verde. Duró dos o tres años.

—Ese nombre no es muy pegador.

No es el mejor. Le pusieron así por un concurso. La gente mandaba sus nombres por las revistas, los diarios. Y terminó ganando Clorofilo.

***

Tomislav Tomic marca el número del canal Vive. Corre 2014, cursa enseñanza media en el Ignacio Serrano en el centro de Santiago, y necesita saber imperiosamente dónde se hace Parece mentira conducido por Felipe Izquierdo. Vio el primer capítulo y le pareció sencillamente “increíble”.

—No conozco el programa. No sigo muy atentamente la carrera de Felipe en los últimos años.

Era una mesa, como Almorzando en el 13. Y todos eran personajes muy raros los que ahí aparecían. Hablaban como si fueran lo que decían ser, pero ninguno era real. El programa era de Canal HV, un canal ficticio. HV por el nombre de la dueña, Hortensia Vidaurre, una señora que nunca existió. Y había gente que llamaba y quería hablar con ella, incluso auspiciadores.

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Invitado por el actor -se consiguió el número y le confesó su fascinación por el espacio- Tomislav comenzó a asistir como público. Parece mentira iba de lunes a viernes a las 21 horas bajo el eslogan “Vamos a destruir a la televisión”.

Según la trama, el marido millonario de Hortensia Vidaurre falleció por ver tanta televisión abierta. “Le dio Alzheimer por esos contenidos”, cuenta Tomislav, “y ella crea este canal con la fortuna que le queda para destruir a la televisión abierta”. En el elenco figuraba Andrés Rillón como el presidente del directorio del canal. “Todos cargos ficticios”, subraya el periodista.

Tomislav iba de uniforme y en las pausas conversaba con Izquierdo. “Felipe se dio cuenta que yo sabía algunas cosas audiovisuales. Estudiaba de manera autodidacta desde niño viendo 31 minutos”.

“Ahí entendí el formato de un noticiero. Cómo van apareciendo todos estos personajes, los columnistas, comentaristas, periodistas, los que están en la calle, los que están en el estudio, las distintas secciones. Y me empecé a preocupar por detalles, ‘¿Cómo ponen una cámara y después otra? ¿Qué son estas gráficas que uno ve? ¿Y cómo lo tiran? ¿Es un dibujo? ¿Es un cartón? ¿Cómo lo hacen?’”.

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Tomislav en versión escolar se integró al equipo haciendo cámaras hasta que “de repente me sentaba en la mesa con estos personajes. Me designaron como el jefe de prensa del canal”.

A veces, para estar a tono con la galería delirante de Parece mentira, Tomislav Tomic aparecía en su rol de jefe de prensa vestido con un chaleco antibalas y un casco, comiendo con los demás invitados, “un prestigioso mago norteamericano, una exitosa actriz argentina, un físico noruego postulante al Premio Nobel de Física, un campeón mundial de lucha grecorromana (...)”, como se describe el programa en la web.

***

Tomislav Tomic rehúye dar cifras, cuánto ha gastado en esta colección que lo rodea en el departamento de Macul donde vive con su madre. La sala central luce atiborrada de equipos, placas diversas contando una de 60 Minutos, el noticiario de TVN creado por la dictadura, un Tevito dibujado por el ilustrador Carlos González, y decenas de conos para micrófonos de todos los canales; piezas de metal, plástico y los “capuchones”, como se denominan las esponjas. Tomislav aclara que el material lo guarda en su dormitorio, excepto una gigantesca cámara de estudio que permanece en el living.

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De cada objeto conoce su historia y las anécdotas inherentes, como el equipo que portaba el camarógrafo Nelson Toro junto a Santiago Pavlovic en Ucrania en 2014 para Informe especial. Acusados de portar armas, fueron detenidos, golpeados, vendados y separados. A Toro le exigieron borrar todas las imágenes pero se las ingenió y zafó con acciones dignas de un prestidigitador, ocultando la memoria que contenía los registros.

—¿Tienes algún proyecto de lo que podría suceder con esta colección?

Lo que voy a hacer es un museo. Desde que comencé supe que no era para mí, sino para contribuir al patrimonio audiovisual de Chile. Esta colección se me fue de las manos -en parte-, porque son más de 500 piezas. Entre cámaras, micrófonos, logos, conos... Un montón de detalles y rarezas.

—¿Dónde guardas todo esto?

En mi casa.

—¿Acá?

Sí.

—¿En tu dormitorio?

En mi dormitorio, en muebles, escritorios, en la bodega. Antes, en la oficina donde trabajaba.

—Y tu mamá ¿qué te dice? ¿No te dice ‘corre la cámara por favor’?

A veces. Pero yo las cosas no las tengo por... No como ahora. No siempre están así.

No es que estén en exhibición.

—¿Has conversado con alguna entidad para dar curso a la colección?

He conversado con algunas personas. Incluso con museos para comenzar una exposición. Pero mi idea con esto es hacer una muestra permanente abierta al público, acompañada de archivos. Que las personas puedan ver que estos son los equipos que producían las imágenes que ellos vieron en televisión, y que quedaron en la memoria.

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