Columna de Daniela Lagos: La Diplomática, decisiones entre las sombras

La diplomática 2
Columna de Daniela Lagos: La Diplomática, decisiones entre las sombras

Con una buena primera temporada, el drama de Netflix tenía el desafío de hacer una segunda que estuviera a la altura, y sin duda lo logra, subiéndole la apuesta de la intriga política y saltando un poco al mundo del espionaje.



La acción comienza en el mismo instante en que había quedado un año y medio atrás, con una explosión en el medio de Londres y varios personajes posiblemente muertos.

Así, en medio de giros y dudas, había terminado la primera temporada de La diplomática, una serie que debutó en abril de 2023 (Netflix) con buenas críticas pero no demasiado bombo, y que de a poco fue creciendo en popularidad.

Keri Russell (Felicity, The Americans) es quien está al centro de la acción en el papel de Katherine Wyler, una experimentada diplomática que, a pesar de tener mucha veteranía, ha cumplido un papel más bien secundario, asesorando y acompañando a su esposo (Rufus Sewell), una estrella en su área.

Eso hasta que un inesperado ataque a un portaaviones británico en el Golfo Pérsico hace sonar alarmas y Wyler es enviada como embajadora a Londres, sin que ella sepa que realmente está siendo observada para ver si es una buena candidata para la vicepresidencia estadounidense.

La diplomática 2

Desde su primer ciclo La diplomática se ganó su espacio siendo una serie entretenida, dinámica y llena de giros, pero esas características, que pueden definir a tantas producciones que no logran despegar, aquí están acompañadas de inteligencia, credibilidad y muy buenas actuaciones. Es una serie que muestra que muchas veces las grandes decisiones no se toman en oficinas sino en pasillos silenciosos, donde personajes supuestamente secundarios llegan a acuerdos que pueden cambiar el curso de la historia.

Con esta buena primera temporada, el drama tenía el desafío de hacer una segunda que estuviera a la altura, y sin duda lo logra, subiéndole la apuesta de la intriga política y saltando un poco al mundo del espionaje, aunque también consigue no pasarse de largo y convertirse directamente en una serie tipo Homeland o 24, sino que se mantiene del otro lado del límite, en las reuniones y los acuerdos.

Por cierto que para disfrutarla también hay que hacer vista gorda a ciertos asuntos, partiendo por no preguntarse demasiado por qué la embajadora estadounidense está tan metida en un conflicto absolutamente británico. También hay algunos hilos que se presentan como muy importantes y luego se dejan ir, al igual que personajes que aparecen y desaparecen, pero es un precio módico a pagar por una producción que realmente entretiene y muestra algo -que será más o menos real de cómo funciona la política y la diplomacia, entre las sombras y como un gran juego de ajedrez.