Crítica de discos de Marcelo Contreras: buenas noticias para Jerry Cantrell, Pixies y King Crimson
Tres nombres clásicos adornan las novedades discográficas de esta semana. Todos responden a su estatus de leyenda.
*Jerry Cantrell - I want blood
El heavy metal se ha expandido en los últimos 30 años gracias a Jerry Cantrell, uno de los convocados en letras de molde para Fauna Primavera la próxima
semana. A pesar de identificarse orgullosamente con el género, el líder de Alice in Chains rehuyó el cuero, los remaches, los calabozos y los dragones. Sus demonios eran terrenales y la muerte visitó pronto a sus amigos, incluyendo Andrew Wood de Mother Love Bone y Layne Staley, su coestrella en AIC, con quien configuraría una de las duplas vocales más distintivas del rock. Su lenguaje para retratar infiernos personales oscila entre poderosos riffs como siniestras lamentaciones, blues y el country más lúgubre.
En este cuarto álbum todos esos detalles relucen. Secundado por invitados de lujo como Robert Trujillo, Duff McKagan y Mike Bordin, I want blood se confunde fácilmente con un título de AIC. Su voz profunda y melancólica con heróicos arrebatos escoltados por métricas impares, se imponen desde la incendiaria Vilified. Off the rails se interna en el metal de los 80 para dar paso a Afterglow, un reflejo de Cantrell como un artista de emoción y matices. Echoes of a laughter también expone su costado más vulnerable, para retomar la guitarra angular en Throw me a line, y el infaltable tributo sabático en Let it lie. La consistencia persiste granítica en uno de los últimos héroes del grunge.
*King Crimson - Red (2024 elemental mix)
A medio siglo de la publicación de esta obra maestra, título seminal en el cruce entre progresivo y metal, llega la versión de David Singleton, productor y manager de Robert Fripp y King Crimson desde 1992. Su lectura, que se suma al trabajo realizado por Steven Wilson con la discografía de los titanes británicos adaptada a Dolby Atmos y 5.1 Surround, ofrece arreglos y detalles excluidos en la mezcla original, cuando la banda estaba reducida a un power trio de Fripp en guitarra y teclados, John Wetton en bajo y voz, y Bill Bruford en batería y percusión.
Red fue una fase en que el volumen era uno de los ingredientes centrales en tanto Fripp, en un gesto atípico, cedió el control de la producción a sus compañeros para disolver la banda apenas dos semanas después del lanzamiento, el 6 de octubre de 1974. La angulación de Singleton separa notoriamente los instrumentos. El bajo ruge apenas arranca la instrumental Red, superando incluso a las guitarras por capas de Fripp y la maestría polirrítmica de Bruford, cuya energía depende de la muñeca y no del golpe (en reciente entrevista reveló que nunca ha quebrado una baqueta). Singleton cuenta la misma historia desde la óptica de lo que pudo ser, como el breve grito que empuja a One more red nightmare. La experiencia es un voto a favor de quienes creen que los clásicos pueden ser reconfigurados.
*Pixies - The night the zombies came
El décimo álbum de Pixies tras el insípido Doggerel (2022) contiene cambios en la alineación. Después de ocho años como miembro oficial, la bajista Paz Lenchantin fue apartada en marzo en una decisión en la que tuvo escasa incumbencia, para integrar a la británica Emma Richardson (ex Band of Skulls), en un rol convertido en marca registrada del indie: la bajista que hace coros con una tonalidad de eterna adolescencia. En una enésima demostración de extremos en contacto, resulta paradójico que uno de los máximos nombres del firmamento indie rock, en las antípodas del progresivo, lance un disco conceptual con los zombies como temática.
Black Francis, que creció escuchando Emerson, Lake & Palmer, en tanto Joey Santiago y Dave Lovering son fanáticos confesos de Rush (lo mismo Kim Deal), amalgaman un disco coherente y con ciertos fulgores del pasado. El tejido de guitarras en Primrose es una delicia -en particular el trabajo de Santiago-, como de inmediato queda claro que la nueva integrante se acopla perfecto con líneas simples y armonías que revitalizan el compartimento vocal dominado por el líder, que sigue siendo un cantante temperamental y diestro en el relato. The night the zombies came es un boleto a una imaginería estadounidense kitsch donde se mezcla el candor y la reverberación, lo prístino y lo retorcido.
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