Crítica de discos de Marcelo Contreras: el otoño de The Cure, la gloria de Weezer y la clase de Bryan Ferry
Las novedades discográficas de la semana rescatan los frutos de las leyendas: The Cure, Weezer y Bryan Ferry, cada uno en su estilo único e influyente, levantan la mano para decir presente.
*The Cure - Songs of a lost world
Promocionado como “una obra maestra” en Apple Music, el regreso de The Cure está a distancia de centros neurálgicos de su discografía como la angustia gris de Pornography (1982), las burbujas pop con delineador de The Top (1984), The head on the door (1985) y Kiss me, kiss me, kiss me (1987), o la melancólica majestuosidad de Disintegration (1989). Que la voz de Robert Smith se mantenga prácticamente intacta a los 65 años, crea la ilusión de una banda ajena al calendario, pero The Cure -con toda lógica- no es el mismo grupo. Songs of a lost world se desenvuelve mayoritariamente en torno a las dinámicas y estructuras impuestas a partir de Wish (1992), el último gran álbum de los británicos, con un sonido más grueso y de contornos psicodélicos pero, en este caso, menos certero en torno al formato canción, proclive al relleno mediante ejercicios de marca registrada -el bajo protagónico, las guitarras melódicas con escasos acordes, y los sintetizadores como muralla sinfónica-.
La huella del estribillo tradicional y pegadizo resulta difícil de rastrear en este ciclo, pero a diferencia de títulos como Bloodflowers (2000) o 4:13 Dream (2008), hay menos material sobrante. Es lo mejor que han publicado en 20 años, como retrata una fase etaria otoñal en que la vida se asume desde la perspectiva de los descuentos y las partidas.
*Weezer 30 (Anniversary super deluxe)
La edición aniversario del debut de Weezer -aún su mejor álbum entre 15 títulos-, es un generoso mapa de medio centenar de cortes que, en distintas versiones, abarcan más de tres horas. El despliegue permite desentrañar cómo evolucionó este puñado de composiciones desde su etapa embrionaria entre ensayos y demos a partir de 1992 -el año de formación de la banda-, hasta adquirir la consistencia necesaria de uno de los clásicos indiscutidos de los 90. La carta de presentación de Weezer con el memorable primer single Buddy Holly, fue un desvío de matices y melodías que en algo descomprimió el pesimismo grunge reinante.
Los discos complementarios al original en su versión remasterizada, exponen el periodo en que Jason Cropper era el guitarrista -suya es la intro acústica de My name is Jonas y fue apartado en medio de las sesiones-, registrando la metamorfosis del material. El álbum final expone nítidamente el valor de un productor. En un inicio la banda pretendía asumir la tarea, pero ante la presión de Geffen records se decidieron por Ric Ocasek, el líder de The Cars. Aunque las grabaciones en vivo de junio del ‘93, a un par de meses del ingreso a los estudios Electric Ladyland de Nueva York, exponen cómo iban afinando los arreglos y las armonías, el resultado retrata la impronta de Ocasek, cuya especialidad era el pop rock de alta factura.
*Bryan Ferry - Retrospective: selected recordings 1973 - 2023
Bryan Ferry irrumpió en 1972 liderando a Roxy Music como un personaje kitsch de cabellera engominada, a la manera de un pionero del rock & roll surfeando el futurismo de la era Eisenhower; una misión exploratoria de art rock propulsada desde un pasado reciente, retromanía flamante y flagrante cuando el concepto no existía. En paralelo, se inició como solista con versiones que suelen conseguir una perspectiva completamente distinta de las piezas originales, una artesanía en la que se convirtió en maestro utilizando el formato crooner con su voz grácil, engalanada de fragilidad, encanto y misterio. En un tercer carril, el astro pop británico publicó su propio material bajo estrictas normas de calidad. Sus canciones encarnan el garbo y la seducción, composiciones que son el epítome del soul de ojos azules de los 80 como Slave to love, Kiss and tell y Limbo, con una categoría superlativa en arreglos, producción y sonido.
Esta generosa colección de cinco discos con 81 canciones resume una trayectoria brillante e influyente en música, imagen y diseño enmarcada con clase, un faro del glam, la new wave y el britpop. El primero reúne sus títulos más conocidos entre propios y ajenos; el siguiente incluye material con su firma; el tercero es de covers; el cuarto con las versiones de la orquesta que lleva su nombre, y el quinto de creaciones inéditas, contando su última canción Star.
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