Travis en Chile, esas bellas canciones simples
El regreso de los escoceses a Chile, los encontró en un buen momento, gracias al empuje de L.A. Times, su buen disco lanzado esta temporada, que se complementó bien con los temas clásicos de su repertorio. Con una puesta en escena sobria y un sonido deudor de los noventas, recreado con un equipo muy básico, el grupo ofreció un show entretenido, con momentos emotivos y un locuaz Fran Healy.
Un tímido “hola”, casi balbuceado, fue el saludo de Fran Healy, el peliteñido cantante de Travis, al arrancar su show. Con casi quince minutos de retraso, los escoceses salieron a escena ante una entusiasta fanaticada que llegó hasta el Movistar Arena.
En su cuarta presentación en el país, tras sus shows anteriores en 2007, 2013 y 2016, el grupo llega en el tramo latinoamericano de su gira Raze the bar, en promoción de su nuevo álbum L.A. Times, que también incluye pasos por Brasil, Argentina, Perú y México. Precisamente con un single de este disco, Bus, arrancó el show. Suena muy similar a su versión de disco, con el guitarrista Andy Dunlop sentado al piano eléctrico. De inmediato vino un guiño a los fans, al interpretar Driftwood, del clásico The Man Who (1999), pese a algún problema con la guitarra de Dunlop que cortó parte de la interpretación. Aun así, llegó la generosa primera ovación de la noche.
En escena, Travis propone un montaje sencillo. Apenas un cortinaje, un juego de luces con cambios de colores sobrios y solo los cuatro músicos y sus equipos en escena. Basta con ellos para recrear la sensación de las grabaciones, aunque hay uso de algunas pistas de apoyo. Su sonido, limpio y de preferencia por los timbres cálidos, se aprecia bien con la acústica del recinto.
En este tour, Travis ha estado tocando algunas canciones más olvidadas de sus primeros días, como I love you anyways. El juego entre la acústica de Healy y la Les Paul de Dunlop, es una lectura personal de un recurso muy usado en los noventas, de Jeff Buckely al Parachutes de Coldplay. El sonido del grupo se asienta en los timbres de los instrumentos y el uso contenido de efectos. Se evidencia, por ejemplo en Writing to reach you, con el intermedio de guitarra distorsionada, totalmente de la época.
El siempre locuaz Fran Healy cuenta algunas breves historias al respetable, como antes de tocar Good Feelings. Ha mantenido bien su voz, a pesar de que su interpretación no suele ser muy exigida.
Como su sonido, decíamos, no demanda demasiado equipamiento, el grupo logra versiones muy precisas de temas como Side, de The Invisible Band (2001), aunque sonó algo saturada. La emoción siguió en alto con la bella Closer, momento en que Healy pidió al público encender las linternas de los teléfonos móviles, mientras se bajaban las luces del escenario. Un bello firmamento dibujado en el cielo techado del Arena.
Le siguió el hit Sing, con Dunlop tocando el banjo y el uso de pista de apoyo para las guitarras. Un momento emotivo, para una canción que en vivo suena ligera y contundente a la vez. También sonaron otros temas de L.A. Times, como Gaslight, Naked in New York City y Raze the bar, la canción en que colaboraron Brandon Flowers de The Killers y Chris Martin de Coldplay, y que en vivo se asienta solo en el teclado de Dunlop, el bajo de Dougie Payne y el ritmo efectivo de Neil Primrose.
Para el tramo final, algunos detalles, como Dougie Payne, cantando parte de Turn, en un preciso complemento con Healy. En el encore destacó la versión a guitarra acústica y bajo eléctrico de Baby one more time, el hit de Brtiney Spears, surgido tras una noche de guitarreo en un bar, según contó Healy. Una humorada que evidencia el ánimo lúdico del grupo.
Luego, Healy a la guitarra acústica, rodeado de los demás músicos, cantó Flowers in the Window. Un momento que generó una sensación de complicidad celebrado por el respetable. Fue algo así como cuando Los Prisioneros hicieron Pa pa pá en su retorno en el Estadio Nacional. El cuadro se completó con los globos anaranjados lanzados desde las primeras filas. Luego vino el remate con la animada Selfish Jean y el himno a la desgracia Why doesn’t always rain on me? Un momento con la energía en alto que redondeó una noche emotiva.
El regreso de Travis a Chile dejó una sensación agradable en la fanaticada, gracias a una banda con un sobrio sentido del espectáculo sostenido en el carisma de Healy y un sonido de directo muy sencillo. Noventero hasta la última nota. Un show emotivo, con un set pensado para los fans que recorrió lo mejor de su carrera, acompañado de un buen disco de regreso. En charla con este medio, Healy contó que al no poder costearse entradas para conciertos en su adolescencia, ahora trata de ofrecer lo mejor que puede. Y se notó. Travis es ante todo una fuerza colectiva al servicio de la canción.
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