El multifácetico escultor Tótila Albert, amigo de Claudio Arrau y alabado por Mistral y Neruda
“No se había cuajado el símbolo con cualidades semejantes de precisión, simplicidad y fuerza”, escribió Gabriela Mistral sobre la obra del chileno, a quien aconsejó quedarse en Alemania, para no sentir el veneno de los "hermanos de nacionalidad". Asimismo, el escultor fue cercano a Pablo Neruda y al músico Claudio Arrau, con quienes compartía la pasión por las letras y la música, respectivamente.
Una de sus esculturas más polémicas resiste el paso del tiempo en el Parque Balmaceda, en la comuna de Providencia. Se trata del Monumento a José Enrique Rodó, un desnudo masculino que desató controversia en 1944. “Hoy se inaugura un adefesio. ¿Así se hace memoria a la ilustre personalidad del gran escritor uruguayo José Rodó?”, escribía el diario El Chileno el 12 de octubre de ese año, para el día de la inauguración.
Tótila Albert fue un famoso escultor chileno del siglo XX, aunque su nombre hoy es poco recordado. Nació en Santiago en 1892 y a los 23 años viajó a Alemania junto a su padre, ciudad en la que vivió por más de dos décadas durante dos periodos. Por seis meses estudió con el destacado escultor alemán Franz Metzner y luego ingresó solo por un mes a la Academia de Berlín.
“Toda mi vida he sido enemigo del aprendizaje de las academias. He concurrido a ellas con la mejor voluntad, pero no he podido amoldarme a su detallismo riguroso y prolijo. El artista necesita libertad, aire, campo para desarrollar ampliamente sus facultades. Y allí solo saben cortarle a uno las alas”, dijo en una entrevista al medio chileno Los Tiempos, cuando regresó a Chile en 1923.
No duró mucho en su país natal. Hizo una exposición en la Casa Eyzaguirre en Santiago, donde tuvo buena recepción. “Es el milagro de todo arte puro: no tiene edad, porque es de todas las edades; no tiene patria, porque es de todas las patrias”, escribía, por ejemplo, La Nación. Después, tras ganarse una beca del gobierno de Carlos Ibáñez del Campo, regresó a Alemania, donde hizo buenas amistades con los artistas Arno Nadel y Arthur Holitscher.
Aplaudido por Mistral y Neruda
Tótila Albert regresó a Chile en 1939, tras el avance del nazimo y el estallido de la Segunda Guerra Mundial. No volvió solo. A tierras nacionales llegó con su esposa, Ruth Ehrmann.
Ese mismo año, el presidente Pedro Aguirre Cerda creó la institución llamada Defensa de la raza y aprovechamiento de las horas libres, que brindaba clases populares. En motivo de esa inauguración, se le pidió al escultor que creara un relieve que completara la fachada de edificio principal que sería sede de la entidad.
Así nació la desaparecida obra El vuelo del genio, uno de sus más elogiados trabajos. Esta fue demolida durante la dictadura militar en 1988, cuando el edificio era ocupado por la fundación Cema Chile, dirigida en ese entonces por Lucia Hiriart.
Durante 1939, un artículo en el diario La Nación de Bolivia le dio a Albert el reconocimiento internacional. La poeta Gabriela Mistral le dedicó un artículo luego de leer un libro que compilaba imágenes de sus trabajos, llamado Tótila Albert - Esculturas, publicado en Berlín por la casa editora Julius Bär, en 1924. “En toda la escultura chilena, posiblemente en la americana, no se había cuajado el símbolo con cualidades semejantes de precisión, simplicidad y fuerza”, escribió para referirse a las estatuas Dolor, Pensamiento, Acción Creadora y Perfección.
“Después de ese grupo, lo que más admiro en el álbum son las cabezas, las poderosas cabezas de germanos y de mujeres chilenas, llenas de verdad”, continuó la autora de Tala, quien se reconoce en el texto como no conocedora del dibujo ni de técnicas de escultura. “Escribo sin pretensión de crítico”, sino “con este ojo limpio de primitivo”, afirmó.
Asimismo, en su texto se refirió al padre del artista, el botánico Federico Albert, “agrónomo, buen amante de la tierra, como han sido siempre los mejores hombres”, consignó Mistral.
La poeta, conocedora de las intrigas y malos entendidos propios del mundo artístico chileno, escribió casi como un consejo para el escultor: “Prefiero que vuelva a Alemania. Desde lejos servirá a la patria, sin sentir sobre su oído el comentario envenenado de los hermanos de nacionalidad (…) En Chile, para vivir tendría que hacer clases y gasta su entusiasmo en una pedagogía de arte en la cual no cree”.
La relación entre ambos fue escueta, según establece Memoria Chilena. “Este intercambio, que se dio mientras el escultor residía en Nueva York, se vio facilitado por la amistad que compartían con el pianista Claudio Arrau y con Carlos Dávila (1887-1955), así como con el matrimonio compuesto por la fotógrafa Lola Falcón y el escritor Luis Enrique Délano”, consigna.
Eso sí, a raíz de la investigación realizada por la abogada María Luisa Guzmán y los historiadores Hugo Ramos y Susan Turner, como proyecto de título del Máster en Historia y Gestión del Patrimonio Cultural de la Universidad de los Andes en 2017—a 50 años de la muerte del escultor—; se descubrió que en el archivo de Albert había cartas a la poeta.
“Fue muy cercano a la Premio Nobel, a Pablo Neruda y Salvador Reyes, entre otros escritores de la época. Tótila decía que su oficio era la escultura, pero su pasión era la poesía”, explicaron Óscar Mancilla y María Luisa Guzmán a El Mercurio.
“Con Neruda mantuvo una relación de apoyo mutuo y colaboración”, estipula Memoria Chilena. Tótila Albert realizó un busto en bronce del poeta, que formó parte de la primera edición de ejemplares de Residencia en la tierra, en 1933. El escritor publicó seis años después, Saludo a Tótila Albert, en la revista Claridad de Santiago.
“Hoy saludo al estatuario Tótila Albert, un contemporáneo en el espacio y en el tiempo, prodigioso figurador de la furia, cruzado como los campos por el agua de riego, por los deseos inexplicables y las corrientes infinitas”, redactó el oriundo de Temuco.
Los escritores fueron claves para la carrera del escultor. Cuando su obra en homenaje al uruguayo Rodó causó revuelo, fueron los escritores contemporáneos quienes le prestaron su apoyo, entre ellos Alberto Reid y Raúl Cuevas.
Ya en la década de los cincuenta, Tótila Albert—no haciendo caso al consejo público de Mistral—se desempeñó como profesor en la Universidad de Chile. Su último trabajo fue La Tierra (1957), que actualmente se ubica en el Hall Central del Museo de Arte Contemporáneo de Parque Forestal.
En su calidad de artista integral, el escultor escribió dos compilaciones de poesía tituladas El nacimiento del yo, obra de seis tomos escrita en alemán, y La epopeya del tres veces nuestro, libro compuesto de 120 cantos en castellano.
Asimismo, era un amante de la música: en su archivo se encontraron partituras de Beethoven y Brahms, los llamados dictados de música, según revelaron los investigadores de la Universidad de los Andes en 2017.
Tótila Albert falleció el 27 de septiembre de 1967, a los 75 años.
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