Libro revive la figura de Antonio Varas, el hombre que renunció a ser presidente: “Hay una especie de ingratitud a su labor”
El ministro Antonio Varas y el proyecto político monttvarista (1817-1886) es el nuevo texto del abogado e historiador Gonzalo Arenas, cuya narración realza la biografía y el legado político del que fue la leal dupla política de Manuel Montt. En conversación con Culto, el autor reflexiona sobre la valoración de este personaje histórico, su personalidad y sus férreos opositores.
“Siempre me gustó la historia, era la gran pasión”, dice el abogado Gonzalo Arenas Hödar. Su afición la hace notar en las clases de Historia del Derecho que imparte en la Facultad de Derecho de la Universidad San Sebastián, entidad donde es decano. Esa misma vocación lo llevó a publicar su quinto libro, El ministro Antonio Varas y el proyecto político monttvarista (1817-1886), gracias a Ediciones Centro de Estudios Bicentenario.
Su primer texto data de 2014, mismo año en que finalizó su segundo periodo como parlamentario por el distrito 48; y se titula Virar derecha: Historia y desafíos de la centroderecha en Chile (Ariel).
Gracias a su tesis del Doctorado en Historia en la Universidad Autónoma de Barcelona, investigó la figura de Diego Portales y publicó La memoria portaliana (Centro de Estudios Bicentenario, 2017), donde analizó “la interpretación que le ha dado la historia y la política a la figura de Portales después de su muerte”. En la misma línea le siguió Diego Portales y la tradición política portaliana (Centro de Estudios Bicentenario, 2023).
Fue en esa investigación donde se encontró con el perfil de Antonio Varas. “Ahí uno de los temas de estudios fue el período Montt-Varas”, cuenta a Culto. De esa forma surgió Antonio Varas (1817-1886). Cartas, documentos y testimonios (2019, Instituto Res Publica), un compilado de archivo sobre la vida de este poco explorado personaje de la historia nacional.
“Me llamó la atención que Antonio Varas era de esos servidores públicos que siempre estaba dispuesto a aceptar desafíos sin tener cálculos personales o políticos. Además, me llamaron la atención sus orígenes bastante humildes, y cómo chocaba con esta sociedad aristocrática en Santiago. También, cómo su vida ejemplificó muy bien lo que era una especie de sueño chileno: el joven meritocrático, sin recursos, sin contactos, pero que con esfuerzo y dedicación, logra los más altos cargos en el país”, explica Gonzalo Arenas.
A diferencia de su anterior trabajo sobre Antonio Varas, la más reciente publicación construye una narración en torno a la biografía del ministro y profundiza en el legado político que construyó junto al presidente Manuel Montt. “Un tema que casi nadie ha tratado, en cuanto a su figura, es el proyecto político monttvarista. Montt y él tenían un proyecto político especial, que tenía mucho que ver con ser jóvenes de provincias, sin muchas conexiones y fuera del mundo aristocrático”, profundiza el autor.
A través de una revisión detallada de bibliografía, Arenas construye un relato—no necesariamente cronológico— que permite conocer a Antonio Varas, incluso, más allá de su rol de funcionario público que ejerció diez veces como diputado, cinco como senador y tres como ministro.
La dupla Montt-Varas
Antonio Varas nació en Cauquenes, en la región del Maule, en el seno de una familia numerosa compuesta por 13 hermanos. Tras el fallecimiento del padre, todos se mudaron a Talca y vivían apretados económicamente, bajo el sustento del hijo mayor, José Miguel Varas, quien trabajaba como profesor del Instituto Nacional.
A temprana edad, Antonio Varas mostraba ser el más aventajado del grupo familiar, por lo que su hermano mayor se empeñó en que ingresara al Instituto Nacional. Sin embargo, los ingresos eran escasos, así que el destacado docente José Miguel Varas solicitó al ministro Diego Portales una beca para su joven hermano.
Así, Antonio Varas llegó al Instituto Nacional, del que posteriormente se convertiría en director con solo 25 años. No obstante, la tragedia le seguía de cerca. “Es su hermano mayor el que consigue la beca con Diego Portales para que pudiera estudiar del Instituto Nacional. El hermano mayor, que era como su padre, murió en un accidente, en un naufragio”, relata Gonzalo Arenas. Se trató del naufragio del bergantín Intrépido, que iba desde Talcahuano a Valparaíso.
“Entonces, este joven de 16 años quedó solo en Santiago—continúa relatando el autor— y los amigos de su hermano mayor hicieron como una ‘vaca’ para ayudarlo, para que se quedara estudiando, porque veían que era un joven talentoso”.
Entre ese grupo de amigos estaba Manuel Montt. “Ahí surge una relación de amistad, una relación como de hermano mayor con hermano menor. Eran personalidades, además, totalmente distintas, eran casi contradictorios en todo y eso los hizo ser la dupla política, quizás, más eficaz del siglo XIX”, profundiza Gonzalo Arenas. “Es una relación bien importante y tuvieron la capacidad de mantenerse leales hasta el final de sus vidas políticas. Eso también llama mucho la atención, en cuanto a la calidad humana de ambos”.
Las calles que llevan sus nombres corren en sentidos paralelos y comparten el monumento que bautiza la plaza ubicada en la calle Compañía, entre Morandé y Bandera, en el frontis norte del Palacio de los Tribunales de Justicia. Estos elementos, sumada la proximidad de las ciudades que llevan sus nombres, han despertado curiosas teorías en el ciberespacio que establecen que había más que una amistad entre ambos personajes históricos.
“Esas son cosas sin ningún fundamento, no hay atisbo de realidad, es una relación de hermano mayor y menor, eso se ve en las cartas— responde enérgicamente Gonzalo Arenas—. Son fake news”.
“Fueron una dupla política y el ministro Antonio Varas fue ‘el’ gran ministro del Interior de Montt. Políticamente, además, formaron el Partido Nacional o Monttvarista. Su labor es difícil de distinguir, porque ambos tenían un proyecto político común y era tal la personalidad de Varas, que incluso lo colocaban en el mismo nivel de Montt en cuanto a influencias. Por eso, todo lo que se hizo en ese decenio se le atribuye a los dos”.
Antonio Varas, servidor público
Así como Antonio Varas tuvo grandes amigos, también tuvo grandes enemigos. “Su vida siempre fue una lucha—explica el autor—. Fue atacado en forma implacable, tanto por la aristocracia como por los partidos opositores. Fue quizás de los políticos que más se han insultado, a los cuales más se ha detestado. Incluso, en el libro pongo una las caricaturas que hacían sobre él y cómo eso lo mantenía imperturbable, porque en el fondo, él sabía que estaba haciendo algo superior”.
La personalidad del maulino podía ser un imán de anticuerpos. “No era un político cuidado, era un tipo muy vehemente, muy peleador, por eso generaba tanta violencia en su contra. Avanzaba como un soldado en la batalla, era muy políticamente incorrecto. Hoy día lo estarían funando”, explica Arenas.
Los intelectuales Benjamín Vicuña Mackenna, Diego Barros Arana y José Victorino Lastarria fueron sus acérrimos opositores, aunque compartían ideales con Antonio Varas, quien tenía una tendencia liberal, contraria a la de su amigo Manuel Montt. La diferencia, explica el autor del libro, es que Antonio Varas “veía la necesidad de un desarrollo progresivo y en orden de Chile, lo que estos liberales jóvenes más ilustrados no eran capaces de ver”.
Antonio Varas murió siendo presidente del Senado. Según relata Gonzalo Arenas, se retiró un día de la Cámara porque se sentía enfermo y, desde la cama, pidió documentos pendientes por revisar. Eso sí, el abogado señala que Antonio Varas tuvo “hasta el último día tuvo enemigos gigantescos”. La Iglesia, por ejemplo, fue uno de ellos.
“Cuando murió, él y el partido Nacional eran abiertamente liberales. Para el día su funeral, la Iglesia Católica le negó el uso de la catedral a la familia, porque decían que alguien que había atacado tanto la Iglesia no se merecía ser velado ahí. Tuvieron que velarlo en la casa. Eso afectó mucho a la familia, porque de hecho, su hijo dijo: ‘Bueno, yo no me quiero meter en peleas, pero mi padre murió creyendo en Dios’. Hasta el último día, sus enemigos se encargaron de que no tuviese descanso”, relata Arenas.
Para el autor, el legado de Antonio Varas se resume en su vida como servidor público, más que en obras concretas. “Ese desinterés personal, el compromiso total con los problemas del país; su forma de entender la política es quizás su gran legado”.
“Hay una especie de ingratitud hacia la labor que hizo Antonio Varas, porque prácticamente su vida es un resumen del desarrollo en Chile en el siglo XIX, siempre desde un segundo plano, pero no por eso con menos mérito. Fue desconocido, porque no llegó a presidente, y eso es algo que poco se sabe. Debe ser de los pocos políticos que, pudiendo haber sido presidente, renunció expresamente”, concluye Gonzalo Arenas.
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