En el 2024 se estrenaron dos importantes películas protagonizadas por arquitectos en el mundo. Una es The Brutalist, rareza de tres horas y media que ha ganado todos los premios posibles desde su estreno en el Festival de Venecia. La otra es Megalópolis, trabajo igualmente sui generis dirigido por uno de los realizadores indiscutibles del cine contemporáneo y sobre la que aún no se generan consensos sobre su valor.

The Brutalist es dirigida por Brady Corbett y Megalópolis por Francis Ford Coppola. La primera va directo a ganarse muchos Oscar y la segunda ya alcanzó al menos un estatus que con el paso de los años siempre crece: es de culto

Realizada totalmente con dinero de su bolsillo tras vender partes de su propia viña (además de pedir una gran línea de crédito al banco), Megalópolis tuvo un costo de $ 120 millones de dólares y en su primer fin de semana recaudó apenas 4. Fue lo que los estadounidenses llaman un “flop” (“fracaso total”) y de nada sirvió que con el tiempo obtuviera en total 14 millones.

Pero hablar de cifras si uno habla de Coppola es mezclar peras con manzanas. El autor de Bram Stoker’s Dracula (1992) siempre ha navegado contra la corriente y su éxito artístico tiene poco y nada que ver con su triunfo en las boleterías. Hace 43 años naufragó y se ahogó (su compañía American Zoetrope quebró) con Golpe al Corazón (1982), historia de dos parejas que recrea en forma totalmente artificial a Las Vegas.

César Catilina (Adam Driver) y Julia Cicero (Nathalie Emmanuel) en Megalópolis, filme estrenado en el Festival de Cannes 2024.

Visualmente portentosa y romántica al punto del éxtasis, el filme con Frederic Forrest, Nastassja Kinski y Raul Julia es hoy considerado una de sus cumbres y los malos tragos en la taquilla son sólo anécdota. No sería arriesgado decir que tal vez pase lo mismo con Megalópolis, una recreación afiebrada de un futuro no muy lejano deEstados Unidos. Aquí el rey (o emperador) es un arquitecto y el reino (o imperio) es una ciudad que es un símil moderno de la antigua Roma.

Roma americana

Con estreno para el 9 de enero en Chile, Megalópolis es el regreso de Francis Ford Coppola a los cines chilenos desde los tiempos de El poder de la justicia (1997), una película judicial basada en un bestseller de John Grisham con Matt Damon y Danny DeVito. Fue su última obra realmente exitosa en términos comerciales y lo que vendría después serían tres largometrajes más bien marginales, de presupuesto mediano a bajo y con críticas de buenas a malas: Juventud sin juventud (2007), Tetro (2009) y Twixt (2011), protagonizadas por Tim Roth, Vincent Gallo y Val Kilmer, respectivamente. Es decir, actores malditos sería decir poco.

A falta de Francis, de la única integrante de la familia Coppola que en realidad supimos todo este tiempo fue de su hija Sofia. A los 20 años, empezó a los tropezones como actriz en El Padrino III (1991), pero durante todo el tiempo que su padre se alejó de la realización, ella se consagró como directora con Las vírgenes suicidas (1999), Perdidos en Tokio (2003), María Antonieta (2006) y Somewhere (2010).

El actor Giancarlo Esposito interpreta al alcalde y ex fiscal Franklyn Cicero en Megalópolis.

Ahora que Sofia ha bajado algo la guardia para dedicarse a la familia (está casada con Thomas Mars, vocalista del grupo Phoenix), el padrino de la llamada generación de los “movie brats” (mayor que Scorsese, Spielberg y Lucas) tomó nuevamente la claqueta y dirigió entre 2023 y 2024 una cinta que cuando se estrenó en Cannes 2024 dejó a todo el mundo rascándose la cabeza.

En rigor, Coppola comenzó a darle vuelta a la idea de Megalópolis en el año 1997, la época en que el éxito comercial de El poder de la justicia le dio esperanzas de que alguien financiara su proyecto futurista. La idea era plasmar en imágenes la historia de un hombre que iba más allá que sus congéneres en creatividad, pero encontraba la resistencia dentro de un sistema arcaico y reaccionario.

La película tiene elementos autorreferentes. Él mismo fue contra el sistema varias veces al reclutar a Marlon Brando y Al Pacino para El Padrino (1971), oponiéndose a la postura de los estudios Paramount. O al despedir al actor Harvey Keitel en pleno rodaje de Apocalipsis Ahora (1979) y recomenzar después de que un huracán barriera con todo el set en Filipinas.

Pero antes que nada, Megalópolis corresponde de cierta forma con el viejo sueño de los padres fundadores de esa nación: el gran país del norte es una nueva Roma. En un Estados Unidos alternativo con una capital llamada New Rome, la decadente república está a punto de transformarse en una tiranía donde no hay espacio para los virtuosos. Ahí entra en acción nuestro héroe, el arquitecto César Catilina (Adam Driver). No sólo es el creador de un nuevo material de construcción llamado megalón, sino que además tiene la capacidad para “detener el tiempo”.

Es ésta última cualidad la que lo hace único entre sus pares y también es la característica por la que probablemente los poderosos del mundo lo ven como un objetivo a aniquilar.

En el lado opuesto del ring dramático se ubica un antagonista que también remite a grandes nombres romanos. Él es Franklyn Cicero (Giancarlo Esposito), el archi-conservador alcalde de New Rome, un hombre chapado a la antigua y ex fiscal de distrito. Tiene en la mira a César Catilina desde los tiempos en que murió su querida esposa y ahora no soporta que este artista con aires de superioridad mantenga además una relación con su propia hija.

Como se ve, Coppola a sus 85 años, puede ser tan ambicioso y orgulloso como el protagonista de su último opus. Sueña en grande, pretende volar alto y no le importa caer desde allá arriba tampoco. Hace años que logró lo que quería con tres obras maestras llamadas El Padrino I, El Padrino II (1974) y Apocalipsis Ahora. Ahora sólo hace las cosas a su manera.