Belle de Jour, Luis Buñuel y un onírico filme sobre el deseo
Original de 1967, el clásico filme de Luis Buñuel vuelve a estrenarse, esta vez en la plataforma Mubi. Protagonizado por Catherine Deneuve, es la historia de una mujer frígida, sumida en un matrimonio aburrido, quien explora sus deseos ocultos trabajando como prostituta. Acá nos adentramos en las claves del filme.
“Cada vez que me preguntan qué hay dentro de esa caja, yo respondo: Lo que usted quiera”. Eso comentaba el cineasta Luis Buñuel cada vez que le inquirían por uno de los misterios de su película Belle de Jour. En una escena, ya casi desnudo, un hombre asiático le muestra a Séverine una caja de la que se escucha un zumbido. Solo eso. El espectador no ve nunca su contenido. En la escena anterior, una de las prostitutas de la casa de Anais rechaza furiosa la caja, pero Séverine, por el contrario, parece fascinada.
Es que para Buñuel, todo estaba en la mente, y en su rincón más oscuro, el de los sueños, el inconsciente. Como buen surrealista, le daba importancia capital a aquello que perturba desde adentro. Esa es la clave del filme que en 1967 protagonizó la actriz francesa Catherine Deneuve, y que hoy se acaba de estrenar en la plataforma Mubi.
Deneuve, por entonces una estrella del cine, encarnó justamente el rol de Séverine. Se trata de la esposa de un exitoso médico de París, Pierre Serizy (Jean Sorel) y que vive en un matrimonio que por fuera parece perfecto: un hombre guapo, de buena situación, una vida cómoda propia de la burguesía. Pero algo no funciona: Séverine es incapaz de tener relaciones sexuales con su marido, y pronto nos enteramos a que se debe a un trauma infantil, donde un hombre mayor abusó de ella siendo niña.
Un buen día Séverine se decide a salir de ese estado, y lo hace entrando a ejercer la prostitución a la casa de citas de Madame Anais (Geneviève Page). Esta la bautiza con el particular nombre de Belle de Jour (Bella de día), ya que solo ejercería en las tardes, de 2 a 5. Al principio, muy temerosa y desconfiada, con el correr del filme, Belle de Jour va ganando confianza y soltándose. Incluso, la relación con su marido parece mejorar. Pero todo se arruina con la llegada de Marcel (Pierre Clémenti) un delincuente menor que termina enamorándose de Belle de Jour, quien, fiel a su “personaje”, jamás le revela su nombre verdadero.
El filme está basado en una novela del mismo nombre, escrita por el argentino -francés Joseph Kessel. La idea fue de la condesa y productora de cine italiana Marina Cicogna, fue ella quien decidió llevar el proyecto a diferentes financistas. “Sabía que la película iba a ser un éxito, porque la temática era muy delicada. Yo era muy joven entonces e insistí mucho”, dijo a Vanity Fair España. El proyecto lo tomó Buñuel, a quien la novela original nunca acabó por convencerlo, entonces pidió tener libertad creativa total.
En sus memorias, Mi último suspiro, Buñuel comentó al respecto: “La novela me parecía melodramática, pero bien construida [...]. Ofrecía la posibilidad de precisar el retrato de una joven burguesa masoquista y describir con bastante fidelidad varios casos de perversiones sexuales”.
Así, comenzó el trabajo de armar el equipo de actores. “No me gustó nada el guion cuando lo leí, pero no me importó —dijo Sorel a Vanity Fair España—. Buñuel me confesó que a él tampoco le interesaban ni el guion ni la novela de Kessel, lo cual terminó de convencerme”.
En 1995, por el relanzamiento del filme en cines, Deneuve habló de la película: “Es una película muy especial para mí, porque fue mi primer encuentro con Buñuel a quien admiro mucho. La película tiene más de 25 años, pero incluso hoy, gente de la prensa especialmente en Estados Unidos, siempre la mencionan. Sé que el papel de Séverine, la chica que interpreto, todavía está muy ligada a mí”.
“Creo que es muy interesante de ver, porque se trata de la fantasía de una mujer -agregó Deneuve-. 25 años después, algunas personas todavía pueden encariñarse con tu propia imagen, con el personaje y sentirla cercana. (Séverine) es un papel bastante misterioso, y la gente me ve como una persona con una imagen muy privada, entonces es fácil imaginar que tengo una especie de doble vida que otras personas no. Es interesante cuando se deja que la gente trabaje su propia imaginación. Puede funcionar muy bien”.
Para Deneuve, la clave del filme es entender que Séverine carga un trauma producto de un abuso. “Al ver eso, entiendes que ella tiene un problema, que es ser frígida. Ella está frustrada y se siente muy culpable de no poder responder al amor de su marido”.
El aliado de Buñuel para trabajar el guión fue el francés Jean-Claude Carrière, con quien tuvieron que realizar un trabajo previo de investigación, así lo cuenta en sus memorias. “Paco [Rabal, uno de los protagonistas del filme] se convirtió en nuestro guía madrileño. Bien informado, nos condujo a numerosas casas de placer de la capital, la mayoría discretas y, como en la película, en apartamentos, donde la patrona, lo mismo que sus chicas, se enorgullecía de su presencia. Hacíamos preguntas sobre los hábitos de los clientes y nos tomábamos una copa. A veces, pero en raras ocasiones, Paco y yo —nunca Luis— nos llevábamos a alguna chica a la Torre (de Madrid, el edificio en la Plaza de España donde se alojaba Buñuel cuando estaba en el país) . En ocasiones se peleaban por él, y a veces las compartíamos”.
“Al día siguiente, por la mañana, impaciente por saber pero sin querer demostrarlo, Luis me preguntaba cómo había terminado la velada. Se lo contaba con el mayor desapego posible y sin detalles, para que no tuviera que lamentarse de nada”.
El resultado fue un filme inolvidable, con sello de autor, que busca causar una sensación. Combina tanto la historia de Séverine con sus sueños y fantasías. Ese material onírico ayuda al espectador a completar el relato. El crítico de cine de Culto, Rodrigo González, opina: “A través de Belle de Jour, Luis Bulñuel comienza a cerrar el círculo que había comenzado hace casi 40 años atrás con Un Perro Andaluz (1929), su primer filme, obra fundacional y radical como pocas, ejemplo del surrealismo provocador. No por nada retorna a filmar a Francia después de su generosa etapa mexicana y en el futuro realizará una serie de obras maestras que básicamente dan vuelta el orden burgués y rasgan las vestiduras pre-establecida: vendrán La Vía Láctea (1969), El Discreto Encanto de la Burguesía (1972) y Ese Oscuro Objeto del Deseo (1977), todas obras que se ríen en la cara del matrimonio tradicional, del éxito personal, de las cenas por compromiso, de la vida aburrida de seres que esconden en su interior algo mejor y peor de lo que creen capaces de hacer”.
“De más está decir que el filme es un prodigio sobre el deseo sexual reprimido y luego satisfecho a través del personaje de Séverine, una mujer que se atreve a ir más allá de lo que las reglas de la sociedad esperaban de ella. Luis Buñuel entendió como pocos a las mujeres y algunas de sus mejores películas las tienen de protagonistas, entre ellas Viridiana (1961) y Tristana (1970). Filmes como el recientemente estrenado Babygirl, con Nicole Kidman, no serían posibles sin estos largometrajes de Luis Buñuel, ese viejo pícaro y sabio que siempre estuvo bastante más adelantado que sus contemporáneos”.
Buñuel exhibió el filme en la Mostra del Festival de Venecia de 1967. Por la película obtuvo un León de Oro, además Catherine Denueve obtuvo una Nominación al premio BAFTA como mejor actriz. El largometraje le dio el empuje a Buñuel para consagrarse como un cineasta de primera línea. “El cambio radical en la situación económica familiar ocurrió a partir de Belle de jour -recordó años después en una entrevista-. Al menos hubo un poco más de dinero en casa. Mi padre tenía dos trajes cuando murió, tres pares de pantalones, dos pares de zapatos y poco más. Bueno sí, el Volkswagen de mi madre. Pero él no cambió su manera de vida con o sin dinero”.
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