Los Vulnerables, de Sigrid Nunez (Anagrama)
“Era una primavera vacilante”, dice la primera línea de la novela. La frase corresponde a una cita de Virginia Woolf, escritora que Sigrid Nunez admira y con la que comparte la aspiración de escribir novelas ensayo. “Cuando era joven creía que era importante recordar lo que ocurría en cada novela que leía. Ahora sé la verdad: lo que importa es lo que experimentas al leerla, los estados de ánimo que evoca la historia, las preguntas que te vienen a la mente, no tanto los hechos ficticios que se describen”, dice la narradora. De algún modo, esa idea permea la lectura de Los vulnerables, la nueva novela de la autora norteamericana (El amigo). La primavera a la que alude es la de 2020 en Nueva York: el confinamiento de la primera ola de Covid, que provocó cientos de miles de muertes. La historia comienza con el reencuentro de la protagonista con un grupo de compañeras de universidad, tras la muerte de una de ellas. Y ese momento le permite a la narradora reflexionar sobre su juventud, la vulnerabilidad y el consuelo ante la pérdida. Cuando comienza la cuarentena, una amiga escritora queda confinada en California, mientras su mascota, un guacamayo llamado Eureka, permanece solo en su departamento de Nueva York. Su cuidador, un chico universitario, lo abandonó cuando la universidad también cerró.
La protagonista se hace cargo de Eureka y, luego de ceder su propio departamento a una inmunóloga, se instala en el amplio piso de la amiga. En medio de las desoladoras noticias de la pandemia, la compañía y los juegos con el guacamayo le ofrecen alivio. Pero su estadía se ve interrumpida cuando el primer cuidador decide volver al departamento. La convivencia entre la escritora y Cardo, como lo llama, un chico crecido en un ambiente de privilegios que reniega de los privilegio, es un conflicto. Y sin embargo, de algún modo, lograrán comunicarse. A partir de esta historia, la narradora ofrece una serie de reflexiones y citas literarias que amplían las dimensiones del relato. Los vulnerables se refiere a las personas mayores, las más expuestas al Covid, pero la autora va más allá y subraya, con elegancia y sensibilidad, el modo en que todos somos vulnerables.
Y entonces Teresa, de Arturo Fontaine (Catalonia)
Algunas escenas de esta historia. En medio del baile en el Club Santiago, después de una sucesión de tango y cueca, Teresa y Vicho chocan sus copas de champaña y juguetean con los ojos, “un baile de miradas”, y se ríen, como si Gustavo, el marido de ella y todos los invitados, no estuvieran allí. En otra escena, Teresa y Vicho bajo un cielo azul, en el Cementerio de Iquique, durante la campaña presidencial de Arturo Alessandri Palma, libres de las miradas de otros, se besan. “Oye, esto no está pasando” dice él, y se ríen, y él “la besa con un hambre que contagia y arrebata”. En la siguiente, Gustavo empuña con furia las cartas que Teresa y Vicho se escribieron. Teresa comparece ante él y sus suegros: “¡Ramera!, ¡ramera asquerosa!”, le grita la suegra. En una escena posterior, Teresa corre por las escaleras de un convento, donde fue encerrada, de noche, para encontrarse con Vicho a través de una pequeña ventana y mantener vivo este amor prohibido, un amor cuya imposibilidad la tienta con la muerte.
Basado en una profusa investigación y con una gran recreación de época, Arturo Fontaine recupera la figura romántica y trágica de Teresa Wilms Montt, la joven poeta de belleza arrebatadora y espíritu libre, madre de dos hijos, que fue socialmente condenada por enamorarse de un primo de su marido, Vicente Balmaceda. Siguiendo las líneas centrales de su biografía, que culmina trágicamente en París, el autor compone una novela que explora en las fibras más íntimas de la pasión amorosa, en las sutilezas y detalles de la sensibilidad, y en el sino de la fatalidad. El ambiente de esta historia es el de una sociedad en transformación, agitada por tensiones sociales y morales, con movimientos políticos y bailes de salón donde desfilan Joaquín Edwards Bello, el marqués de Cuevas y Vicente Huidobro. El lector asiste a ellos de la mano de un narrador que describe y relata desde dentro, como un testigo privilegiado, dueño de un gran oído para los diálogos y una poderosa visualidad.
Domingo se va de Casa, de Daniel Villalobos (Ekaré Sur)
La primera imagen muestra a Domingo con su melena colorada, las mejillas enrojecidas, el puño en alto y una expresión de furia. Su habitación parece el escenario de una explosión: un gran desorden de juguetes repartidos en el suelo, donde se ven trenes, autos volcados, dinosaurios, robots y piezas de lego. Domingo es un niño taimado, que suele lanzar una frase de amenaza cuando algo no le gusta: “Me voy de esta casa”. Si su padre le pedía ayuda para barrer las hojas del jardín, Domingo no dudaba: “No quiero. Si me obligas, me voy de esta casa”. La misma respuesta desenfundaba cuando su mamá le servía una comida que no era de su agrado. Y también lo intentó cuando sus padres le dieron la noticia de que tendría un hermanito: “Si traen un hermano, me voy de esta casa”. “No hay nada que hacer”, dijo el padre, “tu hermanito va a llegar muy pronto”. Y ante la insistencia de Domingo, este recibió una respuesta inesperada: “Está bien, ándate de la casa”. Sentado en su habitación, Domingo dudó qué hacer, hasta que se decidió: partió a la cocina, preparó un sándwich de mermelada, tomó una manzana y un plátano y los puso en su mochila. De este modo salió a la calle y comenzó a caminar sin rumbo determinado. De pronto, se topó con un soldado a caballo, quien le ofreció llevarlo,a cambio de una merienda. Fue un viaje a todo galope y el inicio de una aventura fantástica, donde Domingo sentirá hambre, frío y soledad, se ilusionará con la idea de que sus padres lo rescatarán y desde luego dudará de su decisión. Escrito por el crítico y escritor Daniel Villalobos, el relato propone un viaje onírico, una aventura mágica que encuentra eco en grandes clásicos del género, desde Alicia al Mago de Oz. Las ilustraciones de Sebastián Ilabaca, coloridas y levemente vintage, son las protagonistas de un relato imaginativo, divertido y encantador.