Crítica de discos de Marcelo Contreras: Dream Theater, Amaral y Harry Nach sorprenden
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Las novedades discográficas de esta semana son dispares y apuntan en direcciones tan disímiles -y quizás opuestas- como el metal progresivo y el sonido urbano.
*Dream Theater - Parasomnia
El rótulo progresivo en una banda que básicamente juega siempre en la misma cancha, abre el debate sobre el virtuosismo como garante de evolución. Las grandes instituciones del género experimentaron drásticos cambios estilísticos en busca de desafíos creativamente más complejos que el despliegue acrobático de una enrevesada escala, camino que Dream Theater ha declinado en favor de una fanaticada satisfecha con la técnica como máxima demostración de talento.
Parasomnia está destinado a convertirse en un álbum clave en la historia del quinteto formado en Boston. El regreso de Mike Portnoy después de 15 años, redunda en un golpe anímico para hilar dinámicamente, distintos episodios en torno a trastornos del sueño. El celebrado baterista ingresa con todo en su estilo propenso a la velocidad, la métrica de acentos irregulares; una verborrea rítmica de impresionante exactitud y escaso aire. El guitarrista y productor John Petrucci ordena la mezcla a su favor, de Portnoy y del cantante James LaBrie, relegando el puntilloso trabajo del bajista John Myung y los teclados de Jordan Rudess, fundamentales en el carácter cinematográfico y magnificente que envuelve el disco, con interludios y voces en diatribas. Parasomnia también oferta ambiciones enciclopédicas, compilando la historia desde Deep Purple al djent, en una asombrosa clase de metal.
*Amaral - Dolce vita
Si La Oreja de Van Gogh era la expresión alta en azúcares del pop rock español de fines de los 90, con nostalgias, romances burbujeantes y arreglos esponjosos en función de la voz con barniz de animé de Amaia Montero, Amaral era la prima dark y tatuada de inquietudes sociales y existenciales, con mirada adulta del amor en un marco musical siempre accesible pero de mayor elocuencia, con énfasis guitarrero por capas. Dolce vita, noveno título del dúo de Zaragoza, es el retorno tras la mayor pausa de su trayectoria -seis años sin novedades de estudio-, y lo hace con la actitud de un enérgico reinicio, en perfecta alianza con la experiencia de vida y lecturas de artistas que cruzaron el umbral del medio siglo.
“Que sepas que ese lado oscuro, del que tantas veces huyo, es parte de mi”, canta Eva Amaral en Libre a sus 52 años, con una voz que denota cálida madurez. El complemento musical con Juan Aguirre reitera que la paleta de influencias del dúo abarca el power pop -Tal como soy-, el indie -No lo entiendo-, las piezas épicas de propulsión guitarrera -Eso que te vuela la cabeza-, y la reflexión social -Podría haber sido yo- con estribillo en homenaje a Víctor Jara. La pausa provocó un positivo efecto en Amaral, un nuevo capítulo que los confirma entre los mejores nombres musicales de España en las últimas décadas.
*Harry Nach - Harryto ‘s
El papel aguanta mucho y es así como Harold González (24) -Harry Nach en la nación urbana internacional- recibe el rótulo “progresista” en Wikipedia, sin aclarar si se trata de afinidad política o alguna vertiente estilística subterránea. Tanto la portada, con una generosa toma de un cuerpo femenino en un ajustado hot pant, como las letras de este cuarto álbum de la estrella pop de La Pintana conocida por los exitosos singles Tak tiki tak y Fixona, no arrojan sensibilidades en esa línea.
Harryto ‘s, con una extensión más propia de un EP -precisos siete cortes en 18 minutos, una bendición en un ambiente de oferta saturada-, comulga con todos los lugares comunes de la casilla: infidelidades, sexo sin compromisos, las redes sociales como un espacio vital, la fascinación por el bling bling, drogas, menciones a capitales internacionales como reductos de romance y placer, autos de alta gama, y un fraseo que imita el acento del Caribe. La norma también se cumple en materia de colaboraciones. Todas las canciones incluyen invitados, contando Kidd Voodoo (en Cero sentimiento), debutante el próximo viernes en el Festival de Viña. La producción es impecable, los decorados electrónicos suscriben cierta melancolía (Voltio x Mónaco), mientras Harry Nach es más singular e interesante como intérprete cuando se endurece, el efecto en Como Justin.
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