Adiós a Gene Hackman: potencia absoluta

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Adiós a Gene Hackman: potencia absoluta

Junto a Dustin Hoffman fueron votados como los estudiantes con “menores posibilidades de triunfar” en la escuela de artes escénicas a la que asistieron. Terminó convirtiéndose en uno de los actores más portentosos de Hollywood gracias a sus roles en películas como Contacto en Francia (1971), La Conversación (1974) y Mississippi en Llamas (1988). Falleció en su casa en Santa Fe (Nuevo México) a los 95 años.


Una de las primeras apariciones de Gene Hackman en el cine fue en Bonnie y Clyde (1967), la película de Arthur Penn sobre la célebre pareja que recorre Estados Unidos dejando tras de sí un rastro de muertes y delitos. Allí encarnó a Buck Barrow, el hermano del personaje de Warren Beatty. Según observó la crítica de cine Pauline Kael, se trataba de “una actuación hermosamente controlada, la mejor del filme”.

La cinta le reportó su primera nominación a los Oscar. Tenía 38 y en los años siguientes trabajó con figuras como Jim Brown, Burt Lancaster, Robert Redford, Gregory Peck y Oliver Reed.

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En Contacto en Francia (1971) quedó inmortalizado como Jimmy “Popeye” Doyle, un detective sin temor a transgredir la ley con tal de cumplir su trabajo, por la que ganó la primera estatuilla dorada de su trayectoria. Dos años después, la road movie Espantapájaros (1973) le permitió interpretar a un exconvicto malhumorado y compartir escenas con un joven Al Pacino.

Ya en esa época no quedaban dudas: Hackman podía adaptarse a cualquier clase de personaje y proyecto, aportándole potencia y humanidad a tipos introspectivos y hombres de carácter volcánico. Redondeó esa década con el estreno de La conversación (1974) y Superman (1978), donde encarnó al protagonista y al villano, respectivamente.

Nacido en 1930 en San Bernardino, California, asistió a la misma escuela de artes escénicas que Dustin Hoffman. Ambos fueron votados como los estudiantes con “menores posibilidades de triunfar”.

Hackman vivía el oficio con intensidad, pero sin ceñirse al molde de estrella convencional. Quizás por eso en los 80, cuando su carrera sufrió altibajos, decidió mudarse a Santa Fe, Nuevo México, lejos de Hollywood. Se volcó al buceo en aguas profundas y a la pintura, dos de sus aficiones más grandes.

FILE PHOTO: Gene Hackman poses during 60th annual Golden Globe Awards
El actor en 2003. Foto: Reuters/Andy Clark/File Photo

Su actuación en Mississippi en llamas (1988) fue la constatación de que no había perdido la pólvora. Interpretó al agente del FBI Rupert Anderson, uno de los responsables de investigar la desaparición de tres activistas en el sur de Estados Unidos donde el Ku Klux Klan reivindica la supremacía blanca.

Ganó el segundo Oscar de su trayectoria por Los imperdonables (1992), el soberbio western de Clint Eastwood. Él también sería su director y compañero de reparto en Poder absoluto (1997), donde encarnó a un ficticio presidente de los Estados Unidos.

Tras trabajar en los 90 bajo la dirección de Sydney Pollack, Sam Raimi, Tony Scott, Barry Sonnenfeld y Mike Nichols, aceptó la propuesta de Wes Anderson, por entonces un director en ascenso que preparaba su tercer largometraje, Los excéntricos Tenenbaums (2001). El director le dio el rol del patriarca de una disfuncional familia, un auténtico caso perdido que intenta recomponer la relación con sus tres hijos.

Recibió una candidatura a los Globos de Oro y elogios por ese papel. Sin embargo, el actor ya meditaba el retiro. Su última cinta fue la comedia Welcome to Mooseport (2004), donde interpretó a un expresidente de Estados Unidos que se traslada a un pequeño y apacible pueblo de Maine.

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En 2004 le dijo a Larry King que su carrera “probablemente estaba terminada”. En una entrevista con la revista GQ en 2011, fue poco entusiasta con la idea de hacer una película más. “No lo sé. Si pudiera hacerla en mi propia casa, quizás, sin que molestaran a nadie y sólo fueran una o dos personas”.

Hackman vivió toda su última etapa en Santa Fe con su esposa, Betsy Arakawa, y evitó las apariciones públicas. Recién en los últimos años circularon algunas fotos en que se veía jovial, sereno. Fue allí donde fue encontrado sin vida durante la tarde de este miércoles. Tenía 95 años y Arakawa, 63.

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