Columna de Felipe Rodríguez: Pam Pam, devorada por la inexperiencia
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Ante un público excesivamente respetuoso, que no aplaudía ni reprobaba, el debut de la comediante en la Quinta Vergara tuvo poca rigurosidad -repitió parlamentos de hace cuatro años-, demasiada elasticidad en sus historias y escasa creatividad.
De los pocos registros audiovisuales que aparecen en youtube de presentaciones de Pam Pam, uno de ellos, de hace cuatro años en un programa de televisión, contiene varias situaciones que repitió en el escenario de la Quinta Vergara. ¿Ejemplos? Alguien le pregunta si fuma y ella responde “supierai que vengo de una calle que se llama Gramito”. También cuando dice que un día, en un viaje en auto, asomó su nariz por la ventana y alguien le gritó “entra el codo”, porque tiene la nariz grande. Y así, unos tres chistes más.
Pam Pam fue valiente, pero también poco rigurosa. Audaz porque no cualquiera se sube al escenario de Viña sin pasar por el visado que significa el festival de Olmué u otro evento multitudinario. Poco estricta porque confesó que venía trabajando este show desde hace dos años, cuando repitió textos que tenían más de cuatro temporadas. Un síntoma de despreocupación.
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Presentarse en el Festival de Viña, sobre todo en este periodo que el humor se sigue y comenta con lupa, requiere una mayor preparación de guión, ideas e imaginación. Es un trabajo que, para los comediantes, les puede cambiar la vida si aciertan. Demás está recordar la historia de Dinamita Show, que tras su debut en la Quinta pasaron de la calle a recorrer Chile con contratos millonarios.
La comediante de 40 años -que cumplió hoy- no le tomó el peso al lugar en que estaba. Brindó un espectáculo apenas aceptable, demasiado elástica en sus historias y prácticamente sin remates que propiciaran carcajadas. Fue un show en cámara lenta, que a medida que se extendía se fue tornando agobiante en su fluidez y agotador por su escasez de ocurrencia.
El público, conformado por muchos niños y adolescentes acompañados de sus padres por la noche de música urbana, resultó un salvavidas. Fue en extremo respetuoso, no la interrumpieron para que expusiera sin cortapisas su espectáculo y jamás cayeron en las pifias. Pero Pam Pam no prendió y esa indiferencia hizo que el público comenzara a conversar y a desligarse de su actuación. Un gesto de indiferencia que es casi peor que recibir una reprobación.
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La inexperiencia también se hizo sentir en el transcurso de su monólogo. En un comienzo, entró con autoridad, con un vozarrón alto y, progresivamente, fue bajando el volumen a medida que la gente se desembarazaba. Hubo momentos excesivos y otros equivocados. La historia infinita de su amiga Namaste nunca linkeó con lo que esperaba el auditorio.
El tono de su voz choro, como si tuviera exceso de calle, también fue un error. No sonaba real. Más que encandilar asociándose a gestos populares, su interpretación era falsa y distante. Su peak llegó al final con la aparición de Ana María Muñoz, alias la Zapallito Italiano, recordando su viralizado video de fines del siglo pasado en el programa Extra Jóvenes. Fue el único punto de quiebre de una actuación que nunca logró hilvanar risas ni enganchar por su inventiva. Para crecer, hay que codearse con los mejores. Pero antes de estar en las grandes ligas, debes ensayar, crear y trabajar. Con Pam Pam, no hubo ni lo uno ni lo otro.
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