El artista chileno Alfredo Jaar gana el Premio de Arte de Hiroshima

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La geometría de la conciencia, obra permanente del artista en el Museo de la Memoria. Foto: Matías Poblete A.

El galardón, que se entrega cada tres años y que antes recibieron Rauschenberg y Yoko Ono, distingue la obra de Jaar por su reflexión sobre las catástrofes sociales.


Desde que se radicó en Nueva York, en 1982, Alfredo Jaar (1956) ha recorrido el mundo con su obra. Reflexiones políticas, desastres y conflictos sociales se han reflejado en cada una de las instalaciones que el artista ha realizado en Norteamérica, Europa y Asia. De hecho, su vínculo con Japón y su trabajo en torno a las catástrofes de Hiroshima y Fukushima fueron los motivos por los que le fue otorgado el 11° Premio de Arte de Hiroshima.

"Me siento enormemente privilegiado pero también profundamente humilde ante esta responsabilidad. En estos tiempos oscuros, el 'espíritu de Hiroshima' es más necesario que nunca", expresó Jaar, a través de un mensaje en la web del Museo de la ciudad.

El reconocimiento se entrega desde 1989, cada tres años, con el objetivo de destacar a los artistas que han contribuido a la paz de la humanidad en el campo del arte contemporáneo. El pintor Robert Rauschenberg y el arquitecto estadounidense Daniel Libeskind, ambos de EEUU; la artista libanesa Mona Hatoum, la escultora colombiana Doris Salcedo, y la japonesa Yoko Ono han sido algunos de los que han recibido el premio.

Nacido en 1956, Jaar se formó como arquitecto y cineasta. A lo largo de su trayectoria ha viajado por el mundo buscando historias para contar. "A mí me mueve la curiosidad. Yo soy artista porque no entiendo el mundo, y quiero entenderlo", decía en el documental Jaar, el lamento de las imágenes (2017), que explora en su proceso creativo. Esa curiosidad lo llevó, por ejemplo, a Ruanda en 1994, mismo año en que el país sufrió el genocidio de más de un millón de personas. La tragedia lo impulsó a crear videos y fotografías que años después exhibió en dos proyectos: El silencio de Ndwayezu y Real Pictures.

En Chile también realizó acciones en torno a la dictadura y las violaciones a los derechos humanos. En el Museo de la Memoria se encuentra La geometría de la conciencia, obra permanente en la que el espectador entra en un espacio cerrado para desde la oscuridad enfrentarse a 500 siluetas que conmemoran los rostros de los detenidos desaparecidos.

Su paso por Asia

En 1995, Jaar participó de la exposición Después de Hiroshima, en el Museo de Arte Contemporáneo de la ciudad, que conmemoró los 50 años del lanzamiento de la bomba atómica. "Profundizó en Hiroshima a través de las obras originales que creó para la exposición. Además, en los últimos años ha mostrado un gran interés en el gran terremoto de Japón Oriental y el incidente nuclear posterior en Fukushima", argumenta el fallo del jurado, integrado por críticos y directores de museos del mundo, junto con ganadores anteriores.

Sobre la tragedia ocasionada por el terremoto y posterior desastre nuclear en 2011, Jaar realizó el proyecto Umashimenkana (2013), cuyo nombre fue inspirado en el poema de la activista Sadako Kurihara, que sobrevivió a la bomba nuclear caída en Hiroshima en 1945. La instalación está formada por 12 pizarrones de las escuelas del pueblo de Ishinomaki, las que fueron encontradas luego del tsunami que afectó al país. A través de esa obra, Jaar homenajeó a la docena de niños que murieron debido a que no recibieron las instrucciones correctas de los protocolos de seguridad.

Sin embargo, el trabajo de Jaar en Asia viene desde mucho antes. En 1990, el artista viajó a Hong Kong tras seguir la crisis vietnamita que llevó a millones de personas a emigrar hacia Singapur, Malasia e Indonesia. Además, ante las amenazas de deportación, grupos de personas en los barcos habían anunciado pactos de suicidio. El nivel de violencia en todo ese contexto impactó a Jaar, por lo que decidió viajar y visitar los campamentos de los refugiados.

A partir de esa experiencia, el artista creó cuatro series fotográficas. En Untitled (water) (1990), Jaar instala cinco cajas de luz con imágenes del mar, y en la parte posterior pequeños espejos que develan fragmentos de imágenes de los rostros de refugiados vietnamitas. En Opening new doors (1991), aborda las políticas de fronteras abiertas de la Unión Europea, las cuales no se extendieron a Hong Kong. Fading (1991 - 1993), hace referencia al desvanecimiento de la vida, las imágenes, y las vidas. Mientras que A hundred times Nguyen (1994), está compuesta por 100 fotografías de una niña, Nguyen Thi Thuy, que conoció en los centros de refugiados, donde las condiciones de vida eran deplorables.

Para que siga contribuyendo con su obra, el premio considera una muestra individual en el Museo de Arte Contemporáneo de Hiroshima para el año 2020.

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