Blow-Up: el clásico que reunió a Cortázar, Larraín y Antonioni

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El actor David Hemmings y la modelo Veruschka von Lehndorff en una escena de Blow-Up.

A 50 años de su debut en EEUU, el Festival In-Edit reestrena el jueves la cinta del realizador italiano basada en un relato de Cortázar. El cuento se inspiró en una anécdota en París del fotógrafo de Magnum.


Cerca de la catedral de Notre Dame de París un fotógrafo latinoamericano mata el tiempo con tomas de la ciudad. Ya en su cuarto oscuro, uno de los revelados le llama la atención: lejos del centro de la imagen, en un borde, se divisa a una efusiva pareja haciendo el amor contra una muralla. El fotógrafo, que trabaja para la agencia Magnum y será uno de los mejores del mundo, jamás reparó en el detalle mientras disparaba con su cámara Leica.

Tal vez esta historia se hubiera perdido en la brumosa memoria del chileno Sergio Larraín (1931-2012) de no habérsela contado a Julio Cortázar, quien a fines de los años 50 se ganaba la vida como traductor de la Unesco en París. Con la anécdota de Larraín, Cortázar creó su cuento Las babas del diablo, uno de los cinco de Las armas secretas (1959). Siete años después, esa misma premisa fue utilizada por el cineasta italiano Michelangelo Antonioni (1912-2007) en su película Blow-Up (1966), tal vez la más popular de su obra. Antonioni, respaldado por Metro-Goldwyn-Mayer, le agregó glamour y crimen: el fotógrafo era de modas y en la imagen se revelaba un asesinato.

Película emblema de la cultura pop de los 60, Blow-Up también cambió la ciudad de la narración original de Cortázar. De París pasó a Londres y para perfilar la personalidad del protagonista no descansó en Larraín, sino que en el inglés David Bailey, quien captó como pocos la escena del llamado "swinging London" de los 60. Es decir, toda la carga cultural del rock, el modelaje (Twiggy, entre ellas) y del diseño de vestuario (en particular Mary Quaint, creadora de la minifalda).

A 52 años de su estreno en Estados Unidos, Blow-Up podrá ser vista en nuestro país en una copia restaurada en la sección Homenaje del 14° Festival Internacional de Cine y Documental Musical In-Edit, que se extiende desde mañana al lunes 23 de abril. Se trata de la misma versión que el año pasado se reestrenó en el Festival de Cannes, donde logró la Palma de Oro en 1967. La película de Michelangelo Antonioni se presentará este jueves a las 18.00 h en el Centro Arte Alameda y el sábado 21 se volverá a exhibir a las 15.00 h en el Teatro Oriente (más información del festival en Inedit.cl).

Constelación de talentos

Pocas películas acumulan tanto nombre para el bronce como Blow-Up. Y aún más pocas logran que la suma de todos aquellos jugadores de primer nivel entreguen un resultado que es más que la mera suma de sus partes.

Antonioni era ya uno de los cineastas más prestigiosos y premiados del cine europeo del momento. Con aquella inconfundible habilidad para retratar el vacío de la burguesía del Primer Mundo, Antonioni se había ganado un lugar entre los críticos y cinéfilos, acumulando dos Premio del Jurado de Cannes por La aventura (1960) y El eclipse (1962), el Oso de Plata de Berlín por La noche (1961) y el León de Oro de Venecia por El desierto rojo (1964). Con tal currículum no le quedaba más que saltar al cine en inglés y en una capital mundial.

Ese fue el momento de Blow-Up, que escribió junto a su guionista Tonino Guerra y donde reclutó para el rol protagónico al joven actor británico David Hemmings, ex intérprete infantil que con esta película entró por la puerta ancha del cine global. En el casting desplazó, entre otros, a Terence Stamp, bastante más conocido en ese momento. Hemmings es Thomas, un fotógrafo de modelos que parece hastiado de su trabajo y que se desplaza por Londres en su Rolls Royce descapotable. En una de sus incursiones en un parque de la ciudad, fotografía a una pareja y al revelar la imagen descubre que la cámara capturó también el momento en que un hombre cometía un asesinato. Ocurre en segundo plano, pero eso le basta a Thomas para iniciar una búsqueda desesperada del victimario.

Banda sonora

La misma premisa influyó al menos a dos filmes del Nuevo Cine Americano: en La conversación (1974), de Francis Ford Coppola, un espía descubre un potencial asesinato al escuchar las conversaciones de una cinta; en Blow out (1981), de Brian De Palma, un técnico en sonido encuentra una pista clave en el ruido de un accidente automovilístico que al parecer no es tal.

Elogiada en su momento por los críticos más importantes de Estados Unidos (entre ellos Andrew Sarris y Roger Ebert), Blow-Up también contó con una banda sonora a cargo del pianista Herbie Hancock, que en ese momento venía de tocar junto a Miles Davis. Se trató de un encargo de última hora de Antonioni, un gran aficionado al jazz, pero que en principio había considerado no contar con música incidental.

La película, por lo demás, contenía una escena antológica con dos de los mayores guitarristas de la historia: Jeff Beck y Jimmy Page. Ocurre durante la noche, cuando Thomas ingresa a un club donde se presenta la banda The Yardbirds, que en ese momento tenía a Beck y Page. En la escena, el primero rompe el instrumento de la misma manera que lo hacía Peter Townshend, el líder de The Who. En realidad, las ambiciones de Antonioni eran otras: quería a The Who en la película, pero ya eran demasiado famosos y no quisieron participar.

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