Trinidad González estrena Carnaval, collage sobre la violencia contra los niños

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La actriz escribe y dirige la obra que protagoniza junto a Tomás González y Matteo Citarrella. Foto: Felipe Fredes

Este lunes debutó la obra en el Taller Siglo XX, con 8 historias unidas por la pobreza, el abuso y la música.


Antes de Neva (2006) y Diciembre (2009), las obras de Guillermo Calderón que pusieron al frente a la compañía Teatro en el Blanco, la actriz, directora y una de sus integrantes, Trinidad González (46), partió a vivir a Bolivia en el 2000. Allí dio talleres a niños aymara y quechua, y a su regreso escribió un monólogo de una niña del altiplano que huía para no ir al colegio.

"El texto quedó botado pero siempre dije que lo iba a hacer, y este era el momento", cuenta al teléfono la autora de obras como La reunión y Pájaro. Tras horas de discusión y de ver varios documentales sobre la histórica violencia que han sufrido niños en todo el mundo, apareció Carnaval, su más reciente trabajo, que anoche debutó en el Taller Siglo XX por el ciclo Teatro Hoy.

Protagonizada por Matteo Citarella, Trinidad y Tomás González, su hermano, es la música la que conduce las ocho historias cruzadas por la pobreza, el abuso y abandono, al igual que en su anterior montaje, En fuga no hay despedida (2017).

"Adoptamos las voces de los niños que reconstruyen, como en un collage, sus historias y acompañados solo de un teclado, guitarras y elementos mínimos", explica. De una adolescente de 12 años, nacida en Medio Oriente y a la que obligan a casarse con un hombre mayor, hasta otro criado en la Patagonia y que cuida a unas ovejas solo y por orden de sus padres, "al texto lo cruzan un humor e ironía bastante oscuros", dice su autora.

"La voz infantil permite decirlo todo sin tapujos, adornos ni censura, como hablan los niños y estos en particular, en contextos de guerra, refugiados o en situación de esclavitud laboral. Y el carnaval es la instancia que tiene el pueblo de purgar esas emociones, donde se invierten roles y se liberan los oprimidos. Es buen antagónico de la tristeza, y en ese sentido es un elemento dramático potente", concluye.

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