Cristián Martínez: el carabinero al que le gustaban los caballos y el fútbol

<P>El motorista nació en Linares. Llegó hace seis años a trabajar a Santiago y practicaba kung-fu.</P>




Era el menor de cuatro hermanos y -según su madre, Lidia Badilla- los ayudaba económicamente.

El cabo Cristián Martínez iba cada 15 días a Linares, ciudad de la que es oriundo. Según sus compañeros de la 49 Comisaría de Quilicura, su sueño era volver a esa ciudad, por lo que esperaba que en el futuro la institución lo trasladara a una repartición de esa zona. "Le gustaban el campo, el rodeo y los caballos", señaló Jaime Chávez, compañero en la comisaría.

Martínez Badilla se transformó ayer en el mártir 1.039 de Carabineros. Su madre dijo ayer en el velatorio que "él siempre quiso ser carabinero, solito empezó a prepararse, a estudiar. Trabajaba de día y estudiaba de noche (...). Voy a llorar todos los días para que me lo devuelvan".

Su familia precisó que en 2006 se trasladó a la Región Metropolitana y entró a la Escuela de Carabineros para realizar luego el curso de motorista. Al egresar, se instaló en la capital. "Siempre lo dio todo por mi tía y era quien unía a la familia, definitivamente esta no era su hora", dijo su prima Alicia Burgos.

Amigos que participaban ayer del velatorio del suboficial asesinado recordaron que desde hace tres años practicaba kung-fu en la Academia de Guerra del Ejército, lo que se había convertido en uno de sus pasatiempos favoritos.

El 10 agosto pasado fue padre de Abraham, su hijo. La abuela materna del bebé confidenció que el cabo Martínez le había regalado un caballo al pequeño.

Los funcionarios de la 49 Comisaría comentaron que otra de sus pasiones era el fútbol. De hecho, para ayer tenían fijado un partido con miembros del circo Las Aguilas Humanas. Su última actividad, además de su trabajo, fue ver junto a sus compañeros la derrota de Chile ante Colombia.

La misa fúnebre del cabo se realizará este mediodía en la Catedral de Linares y luego será sepultado en el Campo Sacro de la ciudad.

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