Fotógrafa Pilar Cruz exhibe inquietantes retratos en el Museo de Bellas Artes
<P>La artista chilena expone desde mañana 18 imágenes que buscan retratar el inconsciente, a través de cuerpos difusos que representan desde la alegría a la desesperación.</P>
La nebulosa del pensamiento. Hace cinco años, la fotógrafa Pilar Cruz imaginó su muestra tal cual será exhibida ahora: la Sala Chile pintada enteramente de negro, 14 imágenes translúcidas colgando del techo e iluminadas sólo por cajas de luz instaladas en la pared. Así es El aparecido, una serie fotográfica que exhibe en el Museo de Bellas Artes, en el que intenta capturar, a través de fotografías, el inconsciente humano.
Pensada como un viaje a través de los sentimientos y pensamientos más íntimos, la exposición se realiza en una sala completamente a oscuras, en la que los espectadores se enfrentan a retratos de 1,2 metros, con inquietantes cuerpos humanos de formas difusas. "La idea es que las personas lo vean como un espejo de sí mismos, como su propio inconsciente que los viene a participar", explica Cruz. "Ojalá el espectador se sienta parte de lo que está viendo".
Es un experimento de la fotógrafa que ya probó dos veces en Argentina, en 2006: primero como ganadora de un concurso de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires y luego, en el Centro Cultural Borges. "Allá en Argentina miraban las fotos y decían: yo esto lo he sentido. No sé si eso pasará acá, pero ojalá".
Inspirada por la psicoterapia (ella misma ha asistido a sesiones durante años), Cruz decidió abordar un tema que, al principio, parecía casi imposible de retratar. Optó por fotografiar a sujetos casi inidentificables, encerrados en una nube de vapor y que están distanciados del espectador por una frontera transparente. Ellos interpretan distintos tipos de emociones, desde la alegría a la angustia. "Fue muy satisfactorio, porque sentí que esto, que quizá es tan intelectual, se podía poner en imágenes", dice la fotógrafa. Además de las 14 instalaciones frente a cajas de luz, proyecta otras cuatro fotos que aparecen y desaparecen en un muro de la sala. "Es como nuestra cabeza: uno siempre está pensando, siempre trabajando. A uno se le aparecen ideas, imágenes que vienen, se funden y luego se cambian por otras".
Esta serie marca un antes y un después en su trabajo. Ahora las formas son etéreas: "Antes idealizaba el cuerpo, así es que hacía algo clásico: muy depurado, cuidando mucho la iluminación. Ahora es más abstracto, corro más riesgos". En Argentina, la fotógrafa pidió a tres psicoanalistas que analizaran sus imágenes. Algunos las relacionaron con los desaparecidos políticos, otros con miedos y sueños. Para la muestra en Chile, incluye un texto del filósofo Sergio Rojas, además de la curatoría de Mario Fonseca. Y espera repetir el éxito argentino, en lo que asegura es la última fase de un proyecto largo e intenso: "Este es el cierre de una larga etapa, que comenzó el 2004. Al fin la muestra llegó a Chile y está en el formato y el lugar donde quería. Así es que creo que aquí acaba, no creo que lo haga de nuevo".
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