Giorgio Jackson y la historia de su padre

<P>El ex presidente de la Feuc vive con su madre y cuatro hermanas. Su padre, Kenneth Jackson Salinas, vive en Viña del Mar al cuidado de su abuela. Cuatro meses antes de que Giorgio Jackson naciera, su padre -agrónomo, deportista- tuvo una hemorragia cerebral que lo dejó sin hablar e inmovilizado para siempre. "Para mí no es traumático, él es así desde que nací", dice el estudiante. </P>




Teresa Salinas vive en una casa estilo inglés isabelino -vigas de madera a la vista, dos pisos, jardín- en el barrio Chorrillos de Viña del Mar. El vecindario tiene la antigüedad de los árboles tupidos que enmarcan de sombra el vecindario y la pulcritud de una clase media sin aspavientos. La casa conserva en su portón de entrada la placa de bronce que anuncia nombre y profesión de quien alguna vez fue el dueño de casa: "Dr. Kenneth Jackson". El color de la madera del piso domina el ambiente desde el recibidor y le confiere una acogedora dignidad. De un lado, una salita y un comedor de muros damasco; del otro, la habitación que ocupa Kenny, el hijo mayor de Teresa, la viuda del doctor Jackson.

Teresa y Kenneth se conocieron en la Universidad de Concepción en 1954. Ella estudiaba Enfermería; él Medicina. En 1957 se casaron y emigraron a Valparaíso, allí el doctor Jackson fue un pionero de la cirugía de tórax, socio del Banco de la Solidaridad Estudiantil del puerto, voluntario de bomberos, predilecto de sus estudiantes -existe una beca con su nombre- y de los pescadores de la Caleta Portales, a quienes atendía gratuitamente. Le gustaba acampar, jugar golf, conversar. Era corpulento y sonrosado, "muy buenmozo" a ojos de su viuda. Le decían "el gringo", usaba humita y en 1970 votó por Allende. "Confiamos en el proyecto. Allende era médico, sabía de las necesidades de la gente", dice Teresa. Sin embargo, poco antes del golpe, Jackson criticó públicamente al gobierno en una carta firmada por un grupo de cirujanos. Después, "el gringo" fue opositor al régimen de Pinochet.

El matrimonio tuvo cuatro hijos. Kenny, el mayor, se tituló de ingeniero agrónomo y en 1982 se casó.

La viuda del doctor Jackson tiene 78 años y, a su edad, se permite tener algunas teorías sobre la vida. Una de ellas es que en cualquier minuto el destino puede privar de algo, pero que a la larga, en mayor o menor grado, recompensa lo que arrebata. Otra de sus convicciones es que la gente que vive con intensidad, aquellos que se las arreglan para hacer de todo, hacerlo bien y en un mínimo de tiempo, tienden a desaparecer de escena antes que el resto, tal como le sucedió a su hijo mayor: "Es como si esas personas se propusieran gozar la vida muy rápido, con hambre", dice. "A Kenny le pasó eso. El era así. Atleta, rugbista, incansable. ¿Cómo iba a saber que tenía una fístula en una arteria del cerebro? Imposible".

Un alboroto de corrientes sanguíneas en un rincón del hemisferio izquierdo del cerebro de su hijo operó como una bomba de tiempo que estalló definitivamente el 13 de octubre de 1986, en un accidente vascular que provocó una hemorragia. Kenny vivía en La Serena, aún no cumplía 30 años, tenía una hija de poco más de dos años llamada Carmen Gloria y un hijo por nacer que se llamaría Giorgio.

Esa noche sus padres recibieron una llamada.

-Fue como si nos hubieran dado un disparo- recuerda Teresa Salinas.

Cuando Kenny despertó del coma de cerca de seis meses, no era el mismo ni había posibilidad de que volviera a serlo. Estaba inmovilizado y ya no podía hablar, aunque escuchaba y comprendía lo que hablaban a su alrededor. Primero lo trasladaron a Santiago, luego a Viña del Mar. Su padre, el doctor Jackson, murió en diciembre de 1991 de un infarto cardíaco; tenía 60 años. "Desde que nuestro hijo enfermó le hicieron tres by pass, no sé cómo no se murió antes. Resistió. Quería estar vivo por su hijo".

Las paredes de la habitación de Kenny son celestes y reflejan la luz que entra por un ventanal. Frente a la cama clínica hay un televisor, la camiseta del equipo de la Universidad de Chile firmada por sus jugadores y la portada de una revista con la cara de su hijo Giorgio Jackson, el ex presidente de la Feuc y líder del movimiento estudiantil de 2011. "Kenny es chuncho, Giorgio le regaló la camiseta", explica Teresa. También le regaló algunos búhos azules de peluche que decoran el ambiente. El padre de Giorgio sonríe, desde una silla de ruedas en donde pasa la tarde acompañado por una cuidadora. Kenny Jackson mira al extraño que lo visita.

-Vine a hablar de usted y de su hijo Giorgio

El padre escucha el nombre de su hijo y extiende el brazo izquierdo en el que conserva movilidad. Con la mano apunta con el pulgar hacia arriba en gesto de aprobación. Teresa Salinas sonríe.

...

Giorgio Jackson nació el 6 de febrero de 1987, cuatro meses después de que su padre tuviera el accidente vascular. Pesó tres kilos 200 gramos, algo menos que su hermana nacida dos años antes. Su madre interpreta eso como el efecto del estrés por la salud de Kenny. Aun así fue una guagua de mejillas importantes, sonrosada y de ojos como dos líneas horizontales. Por un tiempo lo apodaron "el chino". Carmen Gloria Drago, su madre, recuerda que los meses que transcurrieron entre el accidente vascular de su marido y el parto permanecen difusos en su memoria. "Tengo la sensación de que me olvidé de que estaba embarazada. Iba todos los días al hospital a ver a Kenny", dice.

El rito diario de visitar a su marido enfermo se extendió durante más de un año, hasta que Carmen Gloria -ingeniera de la UCV, atleta, ex dirigente estudiantil que pensó en 1981 promover una elección de federación en su universidad- decidió arrendar una casa en Viña del Mar y cuidarlo por sí misma. "Los padres de Kenny me habían dicho que era mejor que se encargaran ellos, pero yo no quise".

En el primer piso de la nueva casa vivía Kenny, y en el segundo, ella y los niños. "Yo pensaba que iba a resucitar, que se iba a recuperar". La evidencia clínica decía lo contrario. La vida cotidiana se hizo cuesta arriba. Teresa Salinas, la madre de Kenny Jackson, explica:

"Carmen Gloria era joven, tenía una guagua y una niña, pensamos que lo más sano, por doloroso que fuera, era que ella quedara libre y siguiera su vida y nosotros nos hacíamos cargo de nuestro hijo. Se hicieron todos los trámites legales. Era, además, la manera de salvar a los niños de la pena de vivir con una persona que hay que atenderla en todo".

En esa época, un sicólogo le mencionó a Carmen Gloria Drago la expresión "viuda en vida". Ahora ella recuerda esas palabras como una descripción acertada de lo que vivió. Finalmente, el matrimonio fue anulado. Sus hijos sólo recuerdan de ese período los juegos con los niños del vecindario. Carmen Gloria Jackson -27 años, ingeniero comercial- conserva la imagen de Giorgio corriendo a esconderse en la casa después de que un grupo de vecinos la había molestado. "El fue a defenderme y después salió escapando".

-¿Cómo es el carácter de tu mamá?

-Fuerte -responde la hija mayor- Un poco llevada de sus ideas. Es lo que en gran medida nos ha sacado adelante. Es muy perseverante y les da un gran valor a los compromisos, a su palabra.

En 1991, Carmen Gloria Drago decidió mudarse de Viña del Mar a Santiago. Buscó trabajo, colegio y se instaló con sus dos hijos. Giorgio tenía cuatro años y nunca había visto a su padre sano. En adelante, ya no viviría con él :

"Cuando niño -explica Giorgio Jackson-, cada vez que íbamos a Viña pasábamos a verlo, no había una regularidad preestablecida. Después yo he ido solo, o con mi polola, incluso nos hemos quedado a alojar en la casa. Para mí no fue algo traumático que mi papá estuviera enfermo, porque es así desde que nací. No es lo mismo que para mi hermana o mi mamá. La última vez que fui a verlo fue al final del período de la Feuc, pero frecuentemente lo llamo y mi abuela le pone el teléfono para que él me escuche".

...

La casa de Carmen Gloria Drago está al final de una calle secundaria sin salida. Perpendicular a la calle Colón, en Las Condes. La casa es de un piso, sin otra arquitectura que la geometría, tiene la forma de un rectángulo modular de madera dispuesto frente a un jardín extenso; la cocina y los dormitorios separados por una puerta del comedor, y el living lo suficientemente amplio como para acoger a seis personas: Carmen Gloria y sus cinco hijos. Las tres menores nacidas de su segundo matrimonio. Fue en el living donde se reunieron a ver la primera entrevista de Giorgio Jackson en un programa político de televisión. Cuando terminó aplaudieron y las llamadas de los familiares se multiplicaron. En ese mismo living escucharon cuando Evelyn Matthei, ministra del Trabajo, responsabilizó a Jackson por los desmanes en el centro durante una de las marchas estudiantiles de 2011. En esa ocasión, la ministra habló de "el señorito Jackson", haciendo velada alusión a su origen social.

-Todavía hay gente que le dice así en la calle. Es injusto-, comenta Carmen Gloria Drago.

En la cocina, entre los imanes pegados al refrigerador, una foto se hace un lugar: es Jorge -el padre de Carmen Gloria Drago, ingeniero civil, simpatizante de izquierda, seis hijos- rodeado de nietos varones. Todos aparecen haciendo el mismo gesto, una mueca que parece imitar la cara de Popeye. El abuelo, genovés de nacimiento (Giorgio era su nombre original), sonríe rozagante. Uno de los nietos que lo acompaña es Giorgio Jackson. El sentido de clan sobrevive en otras imágenes que la familia guarda, aunque no exhibe. En una bolsa se van desempolvando distintos retratos: Giorgio lactante, Giorgio escolar, Giorgio deportista, Giorgio dirigente, Giorgio en su Primera Comunión, Giorgio y una horda de primos.

Los Drago dominan la escena. La fotografía más antigua de Giorgio Jackson es una en la que su tío Jorge lo sostiene en brazos arropado en un poncho mapuche.

"Cuando me postulé a la Feuc -comenta Jackson- todos opinaron a través de correos electrónicos. A muchos no les gustaba la idea. Justo en esa época -año 2010- mi mamá había quedado sin trabajo y la familia ayudaba a mantener la casa, entonces mi postulación era una especie de lujo".

Carmen Gloria conserva el aspecto de rotunda agilidad de las personas que han practicado deportes desde siempre. Fue justamente en un club de paddle en donde ella conoció a Pablo Retamal, su segundo marido, de quien actualmente está separada.

La madre de Giorgio Jackson acudía al club con sus hijos, así que nunca hubo una ceremonia de presentación entre el nuevo esposo y los niños, simplemente todos se fueron conociendo al mismo tiempo. La relación se desplegó con la suficiente naturalidad como para que Giorgio no pueda precisar el minuto en el que tomó la decisión de utilizar con él la palabra "papá". Lo más parecido a un momento exacto en el que se selló el vínculo entre ambos tiene que ver con el fútbol y con la U.

-En esos años vendían la colección de la camiseta, los pantalones cortos y las calcetas del equipo, todo junto. Pablo me regaló esa colección y me llevó al estadio.

Giorgio se ríe con ese recuerdo, y comenta que era una estrategia muy astuta para ganarse su simpatía. Una estrategia que dio resultado. Aunque su madre esté separada de su segundo marido, Jackson lo considera alguien fundamental en su vida.

-¿Crees que para ti las cosas hubieran sido lo mismo sin ese otro padre que fue Pablo Retamal?

-No. Independiente de las virtudes o defectos de Pablo, él fue súper necesario en mi vida.

...

Teresa Salinas se enteró por la televisión del rol de su nieto en las movilizaciones estudiantiles. Lo llamó para verificar si las cosas eran tal como aparecían. "Este niño ingeniero venir a salir político", dice que pensó. La sorpresa también fue para Kenny. Ni la abuela ni el padre esperaban el giro en la vida de Giorgio.

"Yo me preocupé por su carrera. El me dijo que se comprometía a terminarla. Porque en la vida nunca sabes lo que te puede pasar. Y tienes que tener una cosa sólida en tus manos", dice Teresa.

Con el tiempo y los comentarios de la familia y los conocidos, Teresa y su Kenny se fueron acostumbrando a la idea de que Giorgio tendría figuración política, aunque el compromiso de terminar la carrera continúe inquietándolos a ellos y a la numerosa familia Drago, pese a que sólo le reste un semestre -tres ramos- y la memoria.

Cuando Giorgio Jackson habla de su padre, algo del irlandés colorado se le sube al rostro. Es como si en ese tema las palabras sobraran. Entre Kenny y su hijo no puede haber un diálogo convencional y la manera en que su padre suele comunicarse es a través de expresiones de afecto: abrazos, besos, gestos como el pulgar de aprobación o apretones de mano que se alargan como un juego. Las cosas le gustan o no le gustan, le preocupan o le alegran.

-Todavía no sabe que conocí a Jorge Sampaoli -dice el ex presidente de la Feuc, sonrojado, sugiriendo la felicidad que le dará a su padre contarle que estuvo con el entrenador de su equipo.

La última vez que estuvo con él, Kenny ya se había hecho la idea de que su hijo, además de ingeniero, podía ser político. La abuela Salinas, también. "La vida a Giorgio no le dio un padre, porque su padre quedó postrado, la pena más grande que tenía su abuelo era esa. Sin embargo, el destino se encargó de recompensarlo con un don, y eso me parece maravilloso".

El ex presidente de la Feuc encabeza actualmente el movimiento Revolución Democrática y gran parte de sus actividades tienen que ver con levantar y poner en marcha este nuevo referente. A veces, al final del día, ve televisión con Macarena Droguett, su polola desde hace siete años. En la calle, la gente lo reconoce, algunos lo saludan, otros decididamente se acercan a preguntarle si él es efectivamente el mismo de la televisión y los diarios. El señorito Jackson, ensayando la mejor de las disposiciones, les responde a todos.

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