“La infección por Covid-19 genera una serie de síntomas que dificultan el proceso de alimentación. Por una parte, está la irritación y el dolor en la faringe o la garganta, que va a significar una mayor dificultad para tragar los alimentos y, por otra, la dificultad respiratoria, que provoca que el hecho de tragar deje al paciente exhausto. Cada cucharada le significa un trabajo enorme”, explica el nutricionista Juan Manuel Espinoza, quien trabaja en el hogar de ancianos “Jesús Crucificado”.

El recinto se encuentra en la comuna de Independencia, en la Región Metropolitana, y en él viven 36 adultos mayores. La mayoría depende de los cuidados de enfermeras y, en diferentes momentos de la pandemia, casi todos se contagiaron de coronavirus. “Hoy se pueden ver sus huesos, cómo se les marcan a través de la piel, pues han perdido masa muscular a causa de la infección”, relata el nutricionista. “Y si ya no tienen músculos, se les dificulta mucho más el poder volver a pararse, caminar e incluso comer”, agrega.

Para la Fundación Las Rosas, organización que recibe aportes públicos y privados, la crisis sanitaria ha sido compleja. Según datos de la fundación, son 2.200 los adultos mayores que viven en sus 28 centros a lo largo del país. Cuando comenzó la pandemia, en casi toda la red de hogares ocurrieron contagios y actualmente cinco presentan brotes.

Además, desde marzo de 2020 la fundación suma 946 casos positivos acumulados, es decir, el 43% de los residentes. Y de ellos, 215 fallecieron por coronavirus. Mientras, 722 residentes lograron vencer al Covid-19, con un promedio de edad de 85 años, pero aún presentan secuelas.

Por esto, Fundación Las Rosas está realizando una campaña de donaciones económicas y de tarros de alimentos fortificados, para poder recuperar la salud de sus residentes. “Si no tenemos el apoyo de la gente con esta campaña adicional, a través de los ingresos normales no seremos capaces de entregarle esta ayuda”, advierte la directora de Desarrollo de Fundación Las Rosas, Claudia Castañeda, quien, además, revela que si bien han mantenido el número de donaciones usuales, la captación de nuevos socios ha disminuido en un 60% desde el 2020.

Una pérdida de peso corporal superior al 5% en 30 días es considerada una desnutrición aguda grave. “En nuestro hogar, los adultos mayores que sobrevivieron al Covid-19 tuvieron una pérdida de peso que fue entre uno y ocho kilos. Eso se traduce entre un 2% y 12% del peso corporal, en promedio. Es un golpe muy duro para estas personas en términos de salud física”, explica el Dr. Espinoza.

Por otra parte, los ancianos que lograron superar el coronavirus necesitan mayor atención, por el agravamiento de los daños físicos y mentales. “Esto se debe, principalmente, a que durante ese periodo estuvieron postrados y perdieron la movilidad cotidiana a la que están acostumbrados”, explica Castañeda. “Todo esto acelera el deterioro cognitivo también”, añade.

En este sentido, son múltiples los equipos de profesionales que deben participar en la rehabilitación de un paciente de más edad. “Los kinesiólogos trabajan con la rehabilitación física y respiratoria, las enfermeras monitorean su estado de salud en general, los fonoaudiólogos trabajando con la deglución, junto a los terapeutas ocupacionales también. Los funcionarios aún tenemos ese objetivo: recuperar a nuestras personas mayores”, recalca Espinoza.

El presidente de la Sociedad de Geriatría y Gerontología, Gerardo Fasce, explica que, tras cursar cuadros agudos de coronavirus, “muchos adultos mayores quedaron con estrés postraumático, por todo lo que significó estar en una situación así por tanto tiempo”.

Respecto de la alimentación necesaria para recuperar el peso perdido, los expertos recomiendan comidas altas en proteínas para ganar más masa muscular. “Esto se puede enriquecer con otros elementos, como minerales, vitaminas y suplementos”, especifica Fasce. Toda la información sobre la campaña se encuentra disponible en el sitio web de la organización.