Destructivo ataque contra base aérea rusa en Crimea envía señal de alerta a Moscú

Crimea
Imagen satelital proporcionada por Planet Labs PBC muestra aviones rusos destruidos en la base aérea de Saky después de una explosión, el 9 de agosto de 2022, en la península de Crimea. Foto: AP

Imágenes satelitales publicadas ayer mostraron la devastación en la base de Saky. Expertos militares occidentales dijeron que la escala de los daños y la aparente precisión del ataque sugerían que Ucrania podría haber obtenido una nueva y poderosa capacidad de largo alcance, con potencial para cambiar el curso de la guerra.


Las imágenes de satélite de la base aérea rusa de Saky en la Crimea ocupada no mienten. Se estima que nueve o más aviones de combate rusos parecen haber sido destruidos en el reciente ataque a las instalaciones, en contraste con las afirmaciones de Moscú de que ninguno resultó dañado y que las explosiones no fueron el resultado de un bombardeo. El hecho no solo representaría una escalada significativa en la guerra, sino también sugiere que Ucrania podría haber obtenido una nueva capacidad de ataque de largo alcance con potencial para cambiar el curso del conflicto, según expertos militares occidentales.

Si bien Sergey Aksyonov, el jefe de la Crimea ocupada nombrado por Rusia, informó de la muerte de una persona, 13 heridos, 252 realojados y 62 bloques de departamentos dañados, Moscú ha tratado de restar importancia al ataque, negando que ninguna aeronave resultara dañada y admitiendo únicamente que “varias municiones de aviación detonaron” en una zona de almacenamiento de la instalación.

Sin embargo, las imágenes publicadas por la empresa independiente de satélites Planet Labs parecen desmentir a Rusia. Las fotos mostraron tres cráteres casi idénticos, donde los edificios de la base aérea rusa de Saky habían sido golpeados con aparente precisión, cerca de una de las dos pistas del complejo. Situada en la costa suroccidental de Crimea, a las afueras de Novofedorivka, la instalación sufrió grandes daños por el fuego. Al menos dos kilómetros cuadrados de campos quedaron arrasados.

Asimismo, eran claramente visibles los restos de al menos ocho aviones de combate rusos -Ucrania eleva a nueve las aeronaves destruidas-, mientras que otros probablemente resultaron perjudicados, si bien algunos se “salvaron” porque cambiaron la ubicación de un día para el otro. Analistas independientes de Oryx Research dijeron, por su parte, que al menos 11 aviones rusos, cuatro Su-30SM y siete Su-24, fueron destruidos, según el análisis de las imágenes publicadas por las compañías de satélites y la Fuerza Aérea de Ucrania.

La base, situada a por lo menos 200 kilómetros de la posición ucraniana más cercana, incluye una serie de búnkeres y hangares cubiertos de tierra alrededor de su periferia, que generalmente se usan para albergar municiones en caso de incendio, pero ninguno parece dañado.

Kiev no ha reivindicado públicamente la autoría del ataque -aunque lo hace en privado-, mientras que un asesor del Presidente Volodymyr Zelensky ha sugerido que podrían haber participado partisanos. El propio Zelensky se refirió al ataque en su discurso del miércoles por la noche. “En un solo día, los ocupantes han perdido 10 aviones de combate: nueve en Crimea y uno más en dirección a Zaporiyia”, dijo. “Los ocupantes también han sufrido nuevas pérdidas de vehículos blindados, almacenes con municiones y rutas logísticas”.

“Oficialmente no estamos confirmando ni negando nada; hay numerosos escenarios de lo que podría haber ocurrido (…) teniendo en cuenta que hubo varios epicentros de explosiones exactamente al mismo tiempo”, dijo a Reuters el asesor presidencial ucraniano Mykhailo Podolyak en un mensaje.

Extrañamente, el ministro de Defensa ucraniano, Oleksei Reznikov, pareció compartir la explicación de su homólogo ruso sobre el accidente como resultado de un error humano en la manipulación de municiones, que detonaron en un área de almacenamiento situado dentro de la instalación. El ministro insinuó que un soldado ruso provocó la explosión al arrojar una colilla encendida a la vez que negaba la autoría. “Creo que los militares rusos en esta base aérea arruinaron su regla muy conocida: no fumar en lugares peligrosos”, dijo Reznikov. “Eso es todo”.

Pero fuentes cercanas a la presidencia ucraniana han admitido, en privado, la mano de Kiev. Un asesor presidencial ucraniano, Oleksi Arestovich, señaló a miembros de la resistencia ucraniana en Crimea o misiles de largo alcance como causantes de las explosiones, mientras que otro funcionario ucraniano las achacaba a la actuación de fuerzas especiales ucranianas. “Oficialmente Kiev ha guardado silencio al respecto, pero extraoficialmente los militares reconocen que fue un ataque ucraniano”, aseguró a The Associated Press el analista militar ucraniano Oleh Zhdanov.

Según Zhdanov, las fuerzas ucranianas podrían haber alcanzado la base aérea rusa con un misil antibuques Neptune ucraniano, que tiene un alcance de unos 200 kilómetros y podría haberlo adaptado contra objetivos terrestres y dispararlo desde posiciones ucranianas cerca de Mykolaiv, al noroeste de Crimea. El Ejército ucraniano también podría haber empleado misiles antibuque Harpoon, que también podrían utilizarse contra objetivos terrestres y tienen un alcance de unos 300 kilómetros, precisó.

En cambio, Justin Bronk, analista de aviación del think tank Real Instituto de Servicios (RUSI) de Londres, dice que, habiendo estudiado los videos del incidente en las redes sociales, no ha podido ver ninguna prueba de misiles y está “casi seguro” de que hubo “explosiones secundarias” de almacenes de munición o depósitos de combustible situados en la pista de aterrizaje o cerca de ella.

Eso lo llevó a concluir que, en su opinión, “la teoría actual más probable es que las fuerzas especiales ucranianas llevaron a cabo el ataque infiltrándose lo suficientemente cerca de la base para lanzar y guiar pequeños drones y atacar así a los aviones estacionados o a los camiones o depósitos de combustible”.

Eliot Higgins, fundador y director del medio de investigación Bellingcat, afirmó en Twitter que no se le ocurre otro episodio en la historia reciente “en que Rusia haya perdido tantos activos aéreos en un solo día”. “Una forma de interpretar esos cráteres es que se trata de ataques precisos de una munición de largo alcance”, añadió. Según él, esos cráteres miden “unos 20 a 25 metros de ancho..., lo que significaría una munición bastante grande”.

El secretario de Defensa británico, Ben Wallace, declaró a la BBC que Reino Unido todavía estaba tratando de establecer los hechos sobre las explosiones de la base aérea, pero añadió que cree que es poco probable que el ataque se llevara a cabo con armas occidentales. La base aérea, argumentó, es un objetivo legítimo para las Fuerzas Armadas de Ucrania.

Por su parte, el Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW), con sede en Washington, dijo que no podía determinar de forma independiente la causa de las explosiones, pero señaló que fuegos simultáneos en dos lugares de la base probablemente descartaban el incendio accidental, pero no, en cambio, la acción de fuerzas especiales, partisanos o misiles, en el lugar o desde la distancia. “El Kremlin tiene pocos incentivos para acusar a Ucrania de realizar los ataques que causaron los daños, ya que tales ataques demostrarían la ineficacia de los sistemas rusos de defensa antiaérea”, agregó.

En realidad, las propias autoridades rusas y los medios del país siguen sin aclararse sobre lo ocurrido en una base aérea que está situada a 225 kilómetros de las líneas de defensa de Moscú, según destaca el ISW. Saky alberga cazas Su-30M, bombarderos Su-24 y el transportador Il-76, utilizados regularmente para lanzar ataques con misiles contra Ucrania y patrullar el Mar Negro y sus alrededores.

“No tiene buena pinta”

Expertos militares occidentales citados por Reuters dijeron que la escala de los daños y la aparente precisión del ataque sugerían una nueva y poderosa capacidad con implicaciones potencialmente importantes.

Rusia, que se anexionó Crimea en 2014, utiliza la península como base para su flota del Mar Negro y como principal ruta de suministro para sus fuerzas de invasión que ocupan el sur de Ucrania, donde Kiev está planeando una contraofensiva en las próximas semanas.

“No soy un analista de inteligencia, pero no tiene buena pinta”, escribió en Twitter Mark Hertling, excomandante de las fuerzas terrestres estadounidenses en Europa, enlazando con una imagen de la devastación en la base rusa. “Así es. Es muy bueno”, respondió el general estadounidense retirado de cuatro estrellas Michael Hayden, exjefe de los servicios de espionaje de la CIA y la Agencia de Seguridad Nacional.

En tanto, el Instituto para el Estudio de la Guerra dijo que las autoridades ucranianas consideran el ataque a Crimea como “el comienzo de la contraofensiva de Ucrania en el sur, lo que sugiere que los militares ucranianos esperan intensos combates en agosto y septiembre que podrían decidir el resultado de la próxima fase de la guerra”.

Si las fuerzas ucranianas fueron, de hecho, responsables de las explosiones, sería el primer ataque importante conocido contra un sitio militar ruso en la península de Crimea, destaca The Associated Press. Las Fuerzas Armadas de Ucrania consideran que las capacidades aéreas de Rusia se han visto mermadas como consecuencia de las explosiones registradas el martes en el aeródromo militar de Novofedorivka.

Según informó el portavoz de la Fuerza Aérea ucraniana, Yuri Ignat, en las instalaciones se alojaban una serie de aviones empleados por Rusia para su ofensiva sobre la Isla de las Serpientes, recoge la agencia de noticias UNIAN. De este modo, las flotas rusas en el Mar Negro y en el Mar Caspio verán en parte disminuidas sus capacidades ofensivas y “recibirán menos apoyo” después del incidente.

En declaraciones al diario The Guardian, Justin Bronk, analista del RUSI, dijo que la principal importancia militar del ataque no fue en términos de la cantidad de aviones destruidos, sino en el impacto que tendría en la sensación de seguridad de la Fuerza Aérea rusa. La institución, aseguró, “tendrá menos confianza en sus capacidades de protección de la fuerza dentro de varios cientos de kilómetros de la línea del frente”.

Esto podría significar que las fuerzas rusas tendrían que “dedicar más tropas, equipos y esfuerzos para proteger sus bases aéreas”, agregó Bronk, alejando las fuerzas de la línea del frente, “o depender de bases aéreas que están significativamente más lejos”, con impactos en cadena en la eficiencia y eficacia.

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