EE.UU. busca frenar flujo de drones iraníes a Rusia en medio de duro revés militar para Moscú
Mientras Estados Unidos redobla sus esfuerzos por evitar la alianza entre Irán y Rusia, Ucrania llevó a cabo uno de los ataques más letales en lo que va de guerra. En un inusual hecho, el Kremlin confirmó la muerte de 63 de sus soldados, mientras Kiev asegura que fueron 400.
A 10 meses del inicio de la invasión de Rusia a Ucrania, la que aún no muestra signos de remitir, una posible nueva alianza mantiene especialmente preocupados a algunos de los miembros de la inteligencia estadounidense: Irán y Rusia podrían estar construyendo una nueva coalición por conveniencia, impulsada luego de la entrega de drones “kamikazes” iraníes al Kremlin.
Si bien desde Teherán han negado la existencia de dicha alianza, el gobierno iraní dijo a través del Ministerio de Asuntos Exteriores, hace unas semanas, que no “pedirán permiso a nadie” para ampliar las relaciones del país con Moscú, desestimando las preocupaciones norteamericanas al respecto.
John Kirby, portavoz de Seguridad Nacional estadounidense, aseguró, durante una conferencia de prensa, que Rusia e Irán estarían desarrollando una cooperación militar “a gran escala”. Kirby dijo que la asociación entre ambos países ha alcanzado “un nivel sin precedentes de apoyo militar y técnico que está transformando su relación en una asociación de defensa en toda regla”, lo que ha sido leído como una muestra de las complicaciones a las que el Kremlin se ha enfrentado en una guerra que inicialmente pensó que sería sencilla.
Dichas grietas quedaron en evidencia este lunes, cuando Moscú admitió -en una inusual concesión a su enemigo militar- que 63 soldados rusos murieron en un ataque considerado como uno de los mayores logros bélicos de Ucrania en 10 meses de guerra. Al mismo tiempo, el país invadido informó del ataque con drones supuestamente iraníes en Kiev, en una nueva tanda de bombardeos a infraestructura clave ucraniana.
Una industria preocupante
Cuando Ucrania denunció la presencia de aviones kamikaze no tripulados -también conocidos como drones kamikazes- que no pertenecían, en origen, a Rusia, surgió la pregunta sobre quién podría querer arriesgar su capital político al entregar su apoyo militar a la nación dirigida por Vladimir Putin.
La respuesta llegó de la mano del examen a los restos de dichos drones, la que sorprendió y alarmó de igual manera a las autoridades estadounidenses. Las letales armas utilizadas por Rusia para atacar blancos estratégicos, como lo han sido el sistema eléctrico y de calefacción en las grandes ciudades ucranianas, eran de origen iraní. Pero, para el asombro de las autoridades norteamericanas, parte esencial de los componentes internos eran de origen estadounidense.
Según The New York Times, la noticia se tradujo en el refuerzo de los intentos por parte de la administración encabezada por Joe Biden para privar a Irán de los componentes de fabricación occidental que el país de Medio Oriente necesita, los que no necesariamente llegaron a sus manos de forma intencional por parte de los proveedores.
Cuando las fotografías del interior de los drones empezaron a circular, con chips de origen visiblemente estadounidense, la Casa Blanca ordenó tomar medidas enérgicas, lo que incluyó llamados a las empresas que aparecían entre los componentes de los aviones no tripulados descubiertos. La mayoría de los proveedores reaccionaron de forma similar, aseguró el medio neoyorquino: las piezas correspondían a artículos de “doble uso” sin restricción, y su circulación es prácticamente imposible de detener. Esto, sumado a la adquisición de los elementos necesarios en el mercado negro para eludir los controles en la exportación.
Una de las empresas señalada como fabricante clave de uno de los dos tipos de aviones no tripulados diseñados en Irán y luego comprados por Rusia, según Reino Unido, Francia y Alemania, es Qods Aviation. Dicha entidad, propiedad del Ejército iraní, ha aparecido en la lista de la Organización de Naciones Unidas como uno de los proveedores de los programas nucleares y de misiles, pese a las numerosas sanciones que año a año recaen sobre ella.
Las medidas tomadas
Además de las sanciones al programa atómico de Irán, que se reforzaron bajo la administración de Biden tras perder la esperanza de avanzar en la reactivación del acuerdo nuclear de 2015 con Teherán, el gobierno estadounidense se ha empeñado en proporcionar a Kiev las defensas necesarias para, al menos, poder destruir las armas no tripuladas iraníes utilizadas en territorio ucraniano, las que en su interior llevan componentes creados en suelo norteamericano.
The New York Times aseguró que las fuerzas estadounidenses están ayudando a sus pares ucranianos para apuntar a los lugares en los que se estarían preparando los aviones no tripulados para su lanzamiento, lo que no ha sido sencillo. Por otro lado, también están instalando nuevas tecnologías diseñadas para alertar preventivamente sobre la llegada de enjambres de drones, para así aumentar las posibilidades de los soldados de derribarlos, ya sea con disparos o misiles.
La campaña contra la fabricación de estas efectivas armas teledirigidas también fue confirmada desde la administración Biden, a través del portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, Adrienne Watson. En un comunicado, aseguraron que “estamos buscando formas de atacar la producción iraní de U.A.V. (“vehículos aéreos no tripulados”) a través de sanciones, controles de exportación y hablando con empresas privadas cuyas piezas se han utilizado en la producción”.
El origen de la industria iraní se remonta a más de tres décadas, momento en que el país de Medio Oriente se esforzaba en vigilar los buques en el Golfo Pérsico. Corría el año 1986 y Teherán realizaba el primer vuelo de su dron Mohajer I, predecesor del modelo que hoy vende a Rusia.
Los avances en cuanto a tecnología eran lentos, pero un regalo les cayó literalmente del cielo de manos de un involuntario aliado. En 2011, la CIA recogió un sigiloso y desarmado dron RQ-170 que pertenecía al Pentágono y que era utilizado en Afganistán. Con el aparente fin de cartografiar los cientos de túneles escondidos en Irán para ocultar su programa nuclear, afirmó The New York Times, pusieron en el aire el avión no tripulado.
Una avería barrió de golpe sus aspiraciones, y de paso adelantó en décadas las investigaciones iraníes sobre las poderosas herramientas. Días después de su caída, las fuerzas nacionales paseaban, victoriosas, con el dron por las calles de Teherán. Barack Obama, por entonces mandatario estadounidense, consideró la posibilidad de enviar un equipo SEAL de la Armada norteamericana al lugar del accidente para hacerlo explotar y no entregar la valiosa información tecnológica, detallaron altos funcionarios. Pero se prefirió no correr el riesgo. El resultado fue la ingeniería inversa iraní, entregándoles acceso a la creación de los aviones no tripulados en su máxima capacidad -anuncio que hicieron en 2016-, algunos en cooperación con Rusia.
Tras la acusación inicial sobre la posible alianza, Teherán aseguró que el acuerdo se dio previo al inicio de la invasión rusa, pero se habría acentuado tras la entrega de aviones no tripulados durante el verano europeo, luego de que “sacara de apuros a Putin”, dijeron funcionarios de inteligencia al medio neoyorquino.
El jefe de la CIA, William Burns, dijo el 16 de diciembre en una entrevista para la cadena de televisión PBS que la alianza “plantea amenazas reales” a los aliados estadounidenses en Medio Oriente, declaraciones rechazadas desde Teherán.
Como “infundadas” calificó las palabras occidentales el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores iraní, Nasser Kanani, quien agregó que las acusaciones forman parte de una “guerra propagandística de Estados Unidos contra Irán”.
Su país, continuó Kanani, “actúa de forma independiente en la regulación de sus relaciones exteriores y no pide permiso a nadie”. Descartando la posibilidad de que una posible alianza con Rusia apuntara a otro país, el portavoz culminó asegurando que “la cooperación entre Irán y Rusia en diversos campos, incluida la defensa, se está ampliando en el marco de los intereses comunes... y no es contra ningún tercer país”.
En una columna para Arab News, el presidente del Instituto Internacional de Estudios Iraníes, Mohammed Al-Sulami, aseguró que “Irán, al igual que otras naciones, se plegó anteriormente, de buen o mal grado, a las presiones y amenazas occidentales al no prestar ningún tipo de ayuda, en particular militar, al Presidente ruso Vladimir Putin en su guerra contra Ucrania. Sin embargo, la postura de Teherán ha cambiado en los últimos meses y se ha convertido en el único país que ignora las advertencias de Occidente”.
Según el académico, “hay varios factores detrás de este cambio de política. Entre ellos, la asfixiante crisis económica de Irán, el estancamiento de las conversaciones sobre la reactivación del acuerdo nuclear, las sanciones estadounidenses y la búsqueda de un orden mundial más equitativo por parte de varias potencias mundiales”, ya que “una de las principales motivaciones de la prisa de Irán por intensificar la cooperación con Rusia es su enfrentamiento ideológico con Estados Unidos y Occidente, así como su desafío a la hegemonía unilateral de Washington sobre el orden mundial”.
Ataques sin precedentes
Declarado como uno de los ataques más mortíferos ejecutados por el Ejército de Ucrania en lo que va de invasión, este lunes se reportó la muerte de 63 soldados rusos a manos de cohetes ucranianos “en la zona de Makiivka”, en la ocupada región de Donetsk, dijo el Ministerio de Defensa de Rusia. Hecho en extremo inusual, considerando que en estos 10 meses de guerra, Moscú se ha esforzado por minimizar cada ataque del país invadido. Según Kiev, la cifra alcanzaría las 400 bajas, cifra aún no comprobada por terceros.
Los disparos, aseguró el Kremlin, habrían sido efectuados con el sistema estadounidense Himars, la última adquisición occidental de ucraniana. Seis misiles habrían sido lanzados, los que derribaron un edificio donde se encontraban las fuerzas rusas, comunicaron desde Moscú. Según Igor Girkin, un excomandante de las tropas prorrusas en el este de Ucrania convertido en un mediático bloguero, aseguró que también había municiones y material militar ruso no camuflado en la zona del impacto.
Rybar, colega de Girkin y declarado nacionalista, dijo que las bajas alcanzarían los 70 soldados, además de 100 heridos. Arcángel Spetsnaz Z, bloguero ruso con más de 700.000 seguidores en Telegram, aseguró que “lo ocurrido en Makiivka es horrible”, ratificando la dureza del ataque y la confirmación estatal.
Las pocas veces que Moscú ha reconocido muertes, lo hace disminuyendo dramáticamente los números. En abril, por ejemplo, cuando Ucrania logró hundir el crucero insignia Moskva, reconoció la muerte de solo un soldado, en contraste con los cientos de tripulantes de la nave.
En la vereda contraria, Ucrania reporta casi a diario el deceso de decenas y a veces cientos de soldados rusos, por lo que los 400 muertos declarados deben tomarse con cautela. De todos modos, el reconocimiento de parte de Moscú es una cifra inusual, y por lo mismo extraordinario frente a situaciones previas.
En Kiev también sufrieron los embates de la guerra solo horas después del ataque en Makiivka. Oleksiy Kuleba, gobernador regional de la capital ucraniana, declaró que drones de origen iraní Shahed fueron lanzados contra la ciudad, “dirigidos contra instalaciones de infraestructuras críticas”.
Un hombre en Kiev resultó herido por los escombros de un dron ruso destruido, agregó el alcalde de la capital, Vitaly Klitschko. “Lo principal ahora es mantener la calma y permanecer en los refugios hasta que la alarma se apague”, dijo Kuleba.
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