“Vota bronca” aumenta en Argentina y enciende alarmas bajo la sombra de crisis de 2001
Dos décadas después, la sombra del “que se vayan todos” aparece en las urnas. "Hay una sociedad que está harta y que lo manifiesta en la abstención y el voto en blanco”, señalan los expertos.
Ya en mayo la prensa argentina advertía del fenómeno. En siete de los ocho comicios a gobernador realizados hasta entonces, la tendencia de electores que no optaron por ningún candidato fue en aumento. “El voto en blanco crece en las elecciones provinciales y enciende una alarma bajo la sombra del ‘que se vayan todos’”, escribió el sitio Infobae.
La tendencia se hizo visible en casi un tercio de las provincias argentinas y se acentuó particularmente en Tierra del Fuego, Río Negro y Jujuy, según el recuento de datos oficiales realizado por el medio argentino. El caso más elocuente fue el de Tierra del Fuego, donde Gustavo Melella fue reelecto gobernador de la provincia patagónica con el 51,26% de los votos. El “segundo lugar” fue para el voto en blanco, con el 21,6%. Esta alternativa ya había sido alta en 2019, cuando registró el 7,4%, pero el 14 de mayo pasado esos números se triplicaron.
Este sábado, el diario La Nación insistió con el fenómeno. Según el periódico porteño, las 13 elecciones provinciales que se realizaron en lo que va del año mostraron un incremento del denominado “voto bronca”: un 35% no concurrió a las urnas, votó en blanco o anuló su sufragio. Según un relevamiento en base a datos oficiales que elaboró el medio, en promedio, aumentó un 8,25% respecto de las elecciones legislativas de 2021.
En nueve de las 13 provincias relevadas subió el conjunto de voto en blanco, impugnado y ausentismo. Mendoza lleva la delantera, con un 10% más que en 2021; la siguen Tierra del Fuego (9%) y Corrientes (8%). Las únicas provincias en las que bajó el “voto bronca” con respecto a lo sucedido hace dos años fueron Tucumán, Salta, Misiones y La Rioja, aunque en niveles altos.
Este domingo, las primarias en Chaco terminaron de corroborar el fenómeno. El nivel de asistencia a las urnas fue solo del 58,36%, a lo que se sumó cerca de un 10% entre votos en blanco o nulos. “Si el voto en blanco fuera considerado una fuerza política, habría obtenido el tercer lugar, ya que 48 mil personas votaron en blanco”, comentó a CNN Radio Argentina el politólogo y director de Politikon Chaco, Alejandro Pegoraro.
“El ausentismo y el voto blanco son esperables: en tiempos duros, muchos electores decepcionados prefieren abstenerse antes que cambiar de partido”, aseguró a Clarín el politólogo Andrés Malamud. Y consideró que, en “parte”, ese escenario podría replicarse en las elecciones nacionales de octubre, en tanto que otra proporción puede ser canalizada a favor de algún candidato, como el caso del libertario Javier Milei.
En una línea similar, el analista Enrique Zuleta Puceiro sostuvo que se trata de un escenario que “no está hablando de una protesta que canaliza el sector liberal de rechazo al sistema”, sino de un proceso “más profundo”, que alerta sobre el rechazo creciente “a la hegemonía de la política establecida” y que tiene al peronismo como sujeto principal de ese rechazo.
“Hay una sociedad que está harta y que lo manifiesta en la abstención y el voto en blanco. No se trata de sectores marginales, sino de sectores medios y medios bajos que sienten que son los que reciben el impacto central del ajuste y que acumularon una bronca muy grande, especialmente con el peronismo, que no proyecta ideas ni soluciones”, describió el analista y titular de la consultora OPSM.
“Que se vayan todos”
En la comparación entre los turnos electorales de 2023 y 2021, Shila Vilker, licenciada en ciencias de la comunicación y magíster en comunicación y cultura por la Universidad de Buenos Aires, encuentra dinámicas divergentes, según comentó a La Nación. “Como fenómenos nuevos, la lógica que dominó la escena electoral del 2021 fue más la decepción que la bronca. Este voto-decepción, sobre todo del votante de la fórmula (Alberto) Fernández-(Cristina) Fernández, ordenó la decisión en las urnas o, tal vez, su fuga. Esta elección, en cambio, muestra en el aire un sentimiento más elocuente, la bronca”, afirma.
Según Vilker, directora de la consultora TresPuntoZero, “la decepción despierta un nihilismo pasivo, de la inacción (no ir a votar, impugnar). La bronca mueve al nihilismo activo, al hacer destructivo (elegir candidatos que transgredan incluso las zonas sagradas de la cultura, como la posibilidad de mercantilizar los órganos). El trasfondo de ambos nihilismos es la desconfianza y la pérdida de fe en la política para encauzar y resolver los problemas comunes”.
Al respecto, La Nación destaca que el “voto bronca” (ausentismo, voto en blanco e impugnado) llegó en cuatro provincias a niveles mayores que los registrados en 2001, año en que se popularizó el término al calor de la crisis que, en diciembre, marcó el final anticipado del gobierno del radical Fernando de la Rúa.
Aunque las cifras del voto en blanco están en aumento, Infobae enfatiza que las diferencias con el “que se vayan todos” todavía es sustancial. Ese fenómeno que se expresó en las elecciones legislativas de 2001, antes del estallido de diciembre, tenía un alto voto en blanco, pero estaba centralizado en los votos nulos. Ambos formaban el llamado “voto bronca”.
La suma de los votos en blanco y nulos llegaron al 25% en esos comicios legislativos que significaron la derrota de la Alianza de Fernando de la Rúa. Fueron casi dos millones de votos “castigo” en la provincia de Buenos Aires sobre un total de siete millones de personas que participaron de los comicios, recordó el medio argentino.
Mariel Fornoni, directora de la consultora Management & Fit, percibe diferencias en el electorado en comparación con aquel desencanto social de 2001. “La gente no está pensando en ‘que se vayan todos’. Creo que está reclamando que los dirigentes políticos se pongan de acuerdo para solucionar esta situación en la que estamos metidos. No da para que se vayan todos”, dijo a Infobae.
Sin embargo, Julián Zicari, investigador del Conicet (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) y especialista en la crisis de 2001, advierte que tanto el voto en blanco como la baja participación electoral y la irrupción de Javier Milei pueden ser protagonistas en las elecciones nacionales como catalizadores del “voto bronca” que genera la crisis económica actual. “No atravesamos una situación tan extrema como en 2001, pero todavía este ciclo económico, social y político no está cerrado. Esto seguirá avanzando y pueden vivirse situaciones complicadas de acá a fin de año. En este contexto, el voto en blanco es una señal: la sociedad expresa su bronca de alguna manera”, señaló.
“Ningún candidato puede prometer que vamos a estar mejor el año que viene. Los salarios y el poder adquisitivo volverán a caer en 2024, gane quien gane, por séptimo año consecutivo. En un panorama tan desesperanzador es lógico que la gente no quiera ir a votar o quiera expresar su descontento”, analizó el autor del libro Camino al colapso, cómo llegamos los argentinos al 2001.
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