Aránguiz preocupa a Lasarte: la prueba de una hora que rindió el conductor de la Roja en Pinto Durán

Charles Aránguiz es fundamental para la Roja. Clave. Pero no trabaja con el resto de sus compañeros, que se mueven a la Cancha 2 para repasar táctica. En solitario, aquejado por algunos problemas físicos, el conductor de la Selección se queda en la Cancha 1 y después de casi una hora de ejercicios con el balón, se tiende sobre el pasto para ser asistido por el quiropráctico Pablo Cuadra. Todos están preocupados en Juan Pinto Durán por la condición del volante, especialmente Martín Lasarte, quien, manos en cintura, se para al lado de él y sigue atentamente los masajes y elongaciones que le realiza el profesional del cuerpo médico.

Aránguiz fue el último en sumarse a la Selección. Llegó con fatiga muscular y algunas molestias que lo tienen en duda para el duelo de este jueves ante Perú, en Lima. Se realizó test de PCR y también exámenes físicos en Santiago. Igual sale al campo, pero antes de iniciar la sesión, le colocan una vistosa venda en la pantorilla de la pierna derecha. Cuadra es su compañero de entrenamiento, más unos conos amarillos, pelotas y un par de arcos miniatura. De lejos, el doctor Fernando Radice observa sus movimientos.

Parten con un juego de pases sencillo. A unos 10 metros de distancia. Control de pelota, pase y desplazamiento. Toques con ambos perfiles. Desde el centro, primero, y luego desde unos conos que están instalado a los costados del futbolista. Todo muy suave, aunque con el correr de los minutos se aumenta poco a poco la intensidad.

Después de 20 minutos de repeticiones, Charles sorprende. Se quita la venda y la deja al lado de un cono. Prefiere seguir con la pierna derecha libre. Probar pensando en Lima. Cambio de ejercicio: ahora toca saltar y cabecear. Cuadra es quien le lanza el balón para que el mediocampista realice un movimiento más exigente.

La figura de la selección chilena pasa la prueba sin problemas, lo que lleva el trabajo a un tercer nivel: el pase largo. El quiropráctico se aleja varios metros y recibe sus lanzamientos. No se ve una molestia mayor de su parte, aunque después de unos 30 minutos en cancha, Aránguiz se quita el zapato de la pierna derecha y se toma la planta del pie. Hace algunos estiramientos y ahora se dedica a conducir la pelota entre los conos amarillos, a velocidad media, para finalmente definir en los mini-arcos.

El doctor Radice, pendiente. Y más todavía al ver que el Príncipe comienza a patear tiros libres. Sin barrera, sin arquero, pero buscando el ángulo derecho de la portería en Cancha 1. De cuatro intentos, solo uno fue certero, el último. Después, una conversación corta entre el médico y el jugador. Una explicación del estado físico. Aránguiz ya puede descansar, si quiere, pero le pide al portero de los Sparring que se coloque al arco para seguir probando tiros libre. En total, 15 remate, de los cuales ocho terminaron inflando la red. Un detalle que habla de la humildad de la estrella de la Bundesliga: todos los balones que salieron desviados, él mismo los fue al buscar al fondo de la cancha.

Todo tranquilo, hasta que nuevamente surge la alarma. Aránguiz deja de patear, se quita nuevamente el zapato de la pierna derecha y se revisa el tobillo. No está cómodo y se lo plantea al quiropráctico Cuadra, quien inicia los ejercicios de elongación. Lasarte se separa del grupo y se concentra solo en Charles. Unos 10 minutos de charla con él, mientras se somete a los requerimientos del profesional médico. El técnico de la Roja se queda preocupado. A 48 horas del compromiso con Perú, no tiene seguridad absoluta sobre uno de sus jugadores más importantes (en Cancha 2 probó a Tomás Alarcón y Claudio Baeza, como posibles compañeros de Erick Pulgar). ¿Pasó la hora la prueba en Pinto Durán? Todos esperan que sí. Este miércoles se verá cómo evoluciona el titiritero de la Selección.