El plan de Lasarte no resultó: pese a la altura de Maripan y Sierralta, la Roja perdió el duelo aéreo ante Uruguay
Machete quiso sumar centímetros en la zaga para contrarrestar a Cavani, Godín y Giménez, los grandes cabeceadores de la Celeste. Sin embargo, el Matador estuvo a punto de anotar en dos ocasiones y el empate llegó, justamente, mediante un tiro de esquina. La Celeste se impuso en el 62% de las disputas aéreas. Una faceta que Chile debe mejorar de cara al duelo contra Paraguay, otra selección poderosa por arriba.
Chile fue de más a menos en el empate 1-1 con Uruguay, en un trámite similar al del partido anterior, frente a Bolivia. Claro que, ante la Celeste, la pérdida del dominio inicial le costó el empate, el cual se produjo justamente a través de la vía que Martín Lasarte más temía: el fútbol aéreo.
El uruguayo cambió el sistema táctico y ordenó una línea de tres en la defensa con Guillermo Maripan y Francisco Sierralta, los dos gigantes de la Roja, para bloquear ese expediente. Principalmente, por los buenos cabeceadores que tiene el equipo de Óscar Tabárez, como Edinson Cavani, Diego Godín y José María Giménez.
Machete sabía que los charrúas basan su ofensiva en los centros y los balonazos al área, teniendo varios otros recursos. Es una selección que no descansa necesariamente en la habilidad de Luis Suárez o en los remates de larga distancia de sus volantes, casi todos especialistas. Fue la intención del DT de Chile, pero la estrategia no salió como él esperaba, ya que las torres criollas no siempre estuvieron marcando a los grandotes.
Pese a la altura de los dos zagueros formados en Universidad Católica, Uruguay estuvo a punto de anotar el primero por la vía aérea. Cuando comenzaba el partido, Giorgian de Arrascaeta habilitó de cabeza a Cavani, pero su testazo se encontró con la milagrosa intervención del arquero Claudio Bravo. El juez asistente cobró posición de adelanto, pero estaba habilitado. De no ser por el meta, era gol.
Es cierto que luego tanto Maripan como Sierralta ganaron un par de pelotas por arriba, pero siempre muy exigidos. Tras la lesión del central del Mónaco, Lasarte mandó al campo a Enzo Roco, otro grandote, para no desarmar la estrategia. Funcionó, pero Chile siguió jugando al filo por arriba. Hasta que llegó el empate, justamente, mediante ese expediente.
Un tiro de esquina encontró mal a la defensa nacional. Gary Medel (1,71 mts.) no pudo impedir el pivoteo de Matías Vecino (1,87 mts) y el balón fue directo a Luis Suárez, quien se encontraba luchando con Arturo Vidal en la boca del arco. El Rey perdió la marca y reclamó una patada del Pistolero, que el VAR desestimó.
Luego, Cavani estuvo a centímetros de embocar un gran cabezazo, cuya marca otra vez era el Pitbull, uno de los más bajos del equipo. Ahí faltó coordinación, porque Roco estaba muy lejos y Sierralta no alcanzó a cerrar al Matador, se quedó atrás.
Pues bien, los datos de Opta reflejan, precisamente, que a Chile no le fue muy bien por arriba, ya que perdió la gran mayoría de las disputas. Del total de duelos áereos, Uruguay se impuso en el 62,1%, mientras que la Roja lo hizo en el restante 37,9%. Además, la Celeste lanzó 28 centros al área de Claudio Bravo, mientras que el cuadro nacional apenas lo hizo en seis oportunidades.
Sin duda, un factor a considerar, sobre todo, pensando en el próximo rival, Paraguay, una selección históricamente especialista por arriba. El partido se jugará este jueves, a las 20 horas, en Brasilia.
Chile también careció de profundidad. Remató siete veces y solo una fue al pórtico de Fernando Muslera. Mientras que los charrúas dispararon en 16 ocasiones, cuatro con dirección al arco del capitán. La mayoría de esos intentos celestes se produjo dentro del área, con nueve tiros. La Roja solo probó en dos oportunidades dentro la zona penal.
Los pupilos de Lasarte terminaron sufriendo y prueba de aquello son los 27 despejes que registraron, contra solo cuatro del cuadro oriental. Pese a eso, Chile es un equipo pragmático que sabe cerrarse, que cuando ataca y logra tener profundidad, pega fuerte, y al que también cuesta mucho vulnerar.
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