Etiqueta: Ascanio Cavallo
Ante la imposibilidad de estrenar en salas, realizadores y exhibidores viven días de incertidumbre. Mientras el confinamiento derivado de la pandemia no ha hecho más que multiplicar las suscripciones del streaming, un grupo de críticos, escritores y gestores culturales reviven el rito que significaba —hasta hace no tanto— ver una película en el cine.
El martes 4 de junio, al mediodía, Ascanio Cavallo conversa con la editora de La Tercera Domingo, María José O'Shea, sobre el escenario político después de la pandemia, como parte de nuestro ciclo de diálogos con los suscriptores.
En 2009 se estrenaba Huacho en Cannes, una película que seguía la vida de una familia del campo chileno. Un filme que hablaba sobre el dinero, sobre el costo de las cosas, sobre el trabajo y la precariedad. El retrato de un Chile que en estos días ha surgido con fuerza en medio de las movilizaciones.
La apuesta fue y sigue siendo muy alta: el gobierno y la oposición parlamentaria centran sus esfuerzos en generar una nueva Constitución Política como el modo principal de detener la violencia. Pero ninguno de los dos ha demostrado la capacidad de lograrlo y en algún caso cabe presumir que hasta la han alentado, por omisión, ambigüedad o doble discurso.
En los confusos comienzos de la transición, los rebeldes del FPMR, los atrevidos, los que estaban seguros de tener la razón, imaginaban que Chile estaba en condiciones para entrar en un proceso revolucionario. Solo hacía falta detonarlo. Para ellos no había diferencia entre Pinochet y Aylwin y estaban seguros de que los aparatos de la policía política jamás serían desmontados.
La historia de las disensiones en el PC chileno es tan larga como la de cualquier partido, y muchas veces ha terminado en la salida de los disidentes. Venezuela ya lleva algunos años en la agenda, y quizás las discrepancias no se hubiesen hecho tan públicas sin la imprudencia de los dirigentes que tomaron el estandarte en la descalificación. La declaración oficial de la directiva estaba destinada a ser discreta y pasar lo menos advertida posible.
Ningún partido había sido afectado de esta manera desde la restauración democrática. Hasta sus líderes tradicionalmente moderados y conciliadores parecen capturados por el odio, como si fuera una fuerza política legítima y adecuada para el momento. Sería totalmente irracional que, como ha circulado en muchos mentideros, el PS se dividiera. Pero sería más irracional que siguiera en su estado actual, sin tratar de arreglar los desaciertos que lo han llevado a esta ciénaga.
Si no fuera porque Piñera no tiene el fenotipo de los que se paralizan, cabría concluir que el Presidente no encontró soluciones para un ajuste mayor. Parece más probable, en cambio, que no haya encontrado ganancias en hacerlo. ¿Mejoraría el PIB con la salida de Felipe Larraín? ¿Aumentaría la percepción de seguridad con el despido de Andrés Chadwick? ¿Habría mejores posibilidades de negociación con la cesación de Gonzalo Blumel? Nada de esto. Un cambio de gabinete puede ser decepcionante, pero no atrabiliario
Altamirano ha sido la figura histórica más importante del PS después de Allende. Encarnó como ningún otro la permanente vacilación de su partido entre el reformismo y la revolución, el irresoluble pulso entre las vulgares limitaciones de la realidad y las reverberaciones de una utopía siempre a la vista.
El miércoles, en La Araucanía, Catrillanca fue asesinado por alguien, por una persona que disparó esa bala entera o fragmentada que lo alcanzó en la nuca. Eso no es indeterminado, es específico. Como en el caso de los Luchsinger-MacKay, al final del rastro hay un homicida y lo primero que importa es conocer esto. En un Estado democrático que le asigne un valor particular a la vida, el asesinato de una persona significa, primero, un causante, y solo después, unas atenuantes o agravantes. El gobierno tendría que empeñar aquí todo su poder.
Lo que nadie niega es que a la DC le ha ido extraordinariamente mal en los últimos años. Además de disminuir en todos sus números netos, se ha vuelto volátil y desleal. El primero en constatar esto fue Orrego en 2013. Pero parecía impensable que la votación por la candidata presidencial fuese menos de la mitad que la de los diputados y senadores DC elegidos ese mismo día.
"Si nos enfrentábamos a una elección con un suspenso inusual, ¿por qué los columnistas no podían cerrar la temporada de campañas de un modo poco habitual?", se pregunta Óscar Contardo. Este es el resultado de una conversación sobre el balance de un ciclo electoral.
"Si nos enfrentábamos a una elección con un suspenso inusual, ¿por qué los columnistas no podían cerrar la temporada de campañas de un modo poco habitual?", se pregunta Óscar Contardo. Este es el resultado de una conversación sobre el balance de un ciclo electoral.
Los tres columnistas dominicales de La Tercera hablan sobre el balotaje Guillier-Piñera. Revisa acá el video del encuentro.