Buenos Aires, ciudad frenética, cuna de grandes estrellas del rock latinoamericano. Sus exponentes han sabido leer sus calles y recovecos. La ciudad de noches que no se apagan, hábitat de generaciones combativas, de madres con brazos vacíos. Cerati la llamó Ciudad de la furia, pero Charly la absorbió: se convirtió en el eje entre el caos, la soledad y la ternura de una zona geográfica que le pertenece. Formuló un método para explicarlo, lo logró gracias a su oído absoluto. Quiso desafiar todos los límites: venció. Aprendió a ser revolucionario, controvertido, se convirtió en dinosaurio, en superhéroe, en superstar.
Johanna Watson
28 sep 2019 12:22 AM