En el centro de la polémica por el lío de platas, la parlamentaria RD -con militancia suspendida por un año- pasó por un estado de ostracismo en el que dejó a su pareja, Daniel Andrade; perdió el apoyo de su partido, su capital político y su proyección en las planas principales del Frente Amplio. Esta semana decidió regresar al Congreso, tras tomarse un café con su equipo más íntimo y con dudas sobre cómo la iban a recibir sus pares en la Cámara. Le sorprendió la recepción de Socialismo Democrático, pero en el camino aún le queda limar asperezas con el Frente Amplio.