Entre los años 1876 y 1882 se debatió en el Congreso Nacional una ley de vacunación obligatoria para combatir la viruela que causaba anualmente miles de muertes en el país. Fue rechazada por amplia mayoría.
Juan Guillermo Prado
21 ene 2021 10:28 PM
Entre los años 1876 y 1882 se debatió en el Congreso Nacional una ley de vacunación obligatoria para combatir la viruela que causaba anualmente miles de muertes en el país. Fue rechazada por amplia mayoría.
En medio de tensiones políticas, el gobierno liderado por el prócer debió hacer frente al brote de un virus que en esos días causaba estragos en la población, sobre todo en los sectores populares. Por ello se impulsó una estrategia de vacunación, a cargo de un simpatizante de los realistas. Pero el proceso no fue fácil. Tal como hoy, hace dos siglos la vacuna era difícil de elaborar y transportar, ya que se llevaba entre vidrios sellados o en costras secas. Además, tanto en la élite como en el bajo pueblo, había desconfianza y temor ante un avance científico que llevaba pocos años en la palestra.
En enero de 1891 -hace 130 años- estalló una violenta guerra civil que enfrentó al gobierno del Presidente José Manuel Balmaceda, con la oposición reunida en el Congreso y que terminó meses más tarde con el suicidio del mandatario. Convocados por Culto, historiadores discuten algunas claves de la crisis: la controversia por el uso de las abultadas rentas del salitre, la resistencia a la autoridad presidencial, el rol de las fuerzas armadas en la vida política y el verdadero papel que jugó John Thomas North.
Nadie es dueño de la historia, se ha afirmado muchas veces, y con razón. Dicho eso, hay quienes la cultivan profesionalmente, dentro y fuera de la Academia. De ahí salen ensayos, biografías, estudios comparativos o microhistoria; historia política, económica, social o cultural; del tiempo presente o de la Antigüedad; de Chile, de América o del resto del mundo. Una multiplicidad de miradas, temáticas y aproximaciones que estuvieron en el origen de una decena de libros, locales y extranjeros, que este año vieron la luz.
El uso de la acusación constitucional a secretarios de Estado por parte del Congreso ha sido una herramienta utilizada de forma continuada. Sin embargo, en ciertos períodos ha tenido un mayor protagonismo. ¿Las causas? han sido varias, desde “crear una dictadura arbitraria” hasta no perseguir el lucro en las universidades.
Implementado en la Constitución de 1828, el sistema indirecto -en que el Presidente de la República era elegido no por voto directo, sino que por un colegio electoral designado por regiones- duró casi un siglo en nuestro país. Factores como la escasa conectividad explican su implementación, pero el mayor deseo de una democracia representativa, establecida en la Carta Magna de 1925, hizo posible su cambio por el sistema directo. Algo que, casi un siglo después, aún no ocurre en Estados Unidos.
Las primeras ocasiones en que se sometió a consulta una constitución, ocurrieron en momentos en que la naciente república peleaba por su destino. Entre votaciones en iglesias y salones, padrones electorales limitados y el creciente poder de los militares en las contiendas políticas, los chilenos se acostumbraban a manifestar su preferencia, aunque con algunos riegos; podían ser fácilmente identificados por su opción. Este era un Chile que transitaba desde el sopor de la tradición colonial, al fuego impredecible de la libertad.
Con un temprano interés en la carrera militar, Manuel Baquedano -el general cuya estatua se levanta en Plaza Italia- participó en varias acciones de armas durante la segunda mitad del siglo XIX, entre ellas, la guerra civil de 1851, la ocupación de La Araucanía y sobre todo, la guerra del Pacífico, donde sus tácticas fueron consideradas por algunos como básicas y rudimentarias, pero los especialistas opinan otra cosa. De carácter parco y estricto, también sabía cuándo, tal vez, salirse de la norma.
En agosto de 1850, un piquete de sujetos reclutados por un agente vinculado al Cuerpo de Vigilantes de Santiago, asaltó una reunión de los igualitarios, a fin de propiciar su disolución por parte del gobierno. Fue uno de los tantos choques del grupo -que reunió a intelectuales afrancesados y artesanos-, con las autoridades, en su anhelo de introducir reformas en el Chile de los decenios conservadores.
En un Chile con 8 millones de habitantes, donde todo se hacía por medios análogos, los comandos fueron siguiendo las elecciones a pulso vía telefónica, con papel y lápiz. Con escasez de apoderados de mesa en el bando alessandrista, la mesura de la DC y el entusiasmo a tope de la UP, ese día hubo tanquetas policiales en La Moneda al anochecer y unos resultados estrechísimos que mantuvieron a las candidaturas en vilo. Testigos de la época rememoran una jornada histórica.
A comienzos del siglo XX, las malas condiciones de vida y los constantes brotes de enfermedades como la viruela, la tuberculosis, entre otras, obligó a los gobiernos de la época a formar un cuerpo de control sanitario, capaz de desinfectar lugares públicos y las precarias viviendas de los sectores populares. Eran años en que la higienización se llevó hasta las casas e incluso, hasta los cuerpos.
Uno de los episodios más inauditos de la historia de Chile comenzó a forjarse en 1860, cuando el aventurero francés Orélie Antoine de Tounens llegó a la Araucanía con la idea de conformar una confederación de estados americanos, como lo pensaba Bolívar. No estaba en sus planes ser monarca, pero los hechos dijeron otra cosa. Ello hizo reaccionar al gobierno chileno, que emprendió la conquista del territorio. La historia completa en Culto.
La historiadora Ana María Stuven conversa con el editor de Cultura, Andrés Gómez, sobre el rol de las mujeres en la historia, así como el problema de las mujeres privadas de libertad.
Con el apoyo de las clases populares, para quienes encarnaba los anhelos de efectivos cambios sociales, Arturo Alessandri Palma fue elegido Presidente tras un duro proceso electoral. Un ambiente agitado -muertos incluidos- y hasta una guerra que resultó ser ficticia, llevaron a que fuera un Tribunal de Honor el que terminara por dirimir los comicios.