Sofocado el fuego, junto a los esqueletos calcinados de los hogares humanos, los árboles muertos siguen de pie, como en reproche, y ya no dan sombra, sino que son ellos mismos sombras erguidas. Hasta el sol parece haberse ensuciado. Una vez más se ha destruido, por obra del hombre, la verde pujanza de la vida.
Irene Vallejo
12 feb 2024 12:34 PM