El país se conmovió con la muerte del niño Felipe Cruzat. Hay campañas cada vez que una persona necesita un trasplante. La Iglesia aprueba la donación. Y, desde enero, existe una ley que nos convierte a todos los mayores de edad en donantes universales. Pero los chilenos seguimos inexplicablemente aferrados a nuestros órganos. En lo que va del año, 328.372 personas han expresado por escrito su decisión de no entregar ni un pedazo de su cuerpo. ¿Qué temen? ¿Qué los detiene? ¿Es inútil, entonces, la nueva ley?
slehuede
25 jun 2010 05:28 AM