Un relato de Jaime Bayly.
30 ago 2020 06:13 AM
Un relato de Jaime Bayly.
Una noche, improvisando, Juan Pérez visitó en prisión al ex dueño del canal de televisión, quien, al echarlo de un modo fulminante, sin permitirle despedirse de su audiencia, lo lanzó a la política y al poder. El empresario le rogó compasión, perdón, libertad. Pérez se apiadó de él y lo puso en libertad, con una condición.
Al comprender que su padre había dado un golpe de Estado, Pilar León sufrió un vahído y cayó desmayada.
A pesar de que a Barclays le gustaban las mujeres pero también los hombres, y a pesar de que encontraba condenadamente atractivo a Felipe Camino, la amistad entre ambos fue siempre una alianza transparente, sin duplicidades, sin desbordarse en la peligrosa behetría del erotismo.
La primera ministra parecía agobiada. Las islas Malvinas habían sido ocupadas por fuerzas militares argentinas.
Fue inevitable, Farrah Fawcett, o una fotografía de Farrah Fawcett, una de las muchas fotografías que él recortaba de las revistas y coleccionaba a hurtadillas, lo indujo a pecar como nunca había pecado.
Agobiada porque la cuarentena dictada por el gobierno solo le permite salir de su casa para comprar provisiones en el supermercado y remedios en la farmacia, harta de sentirse prisionera en su propia casa, frustrada porque no puede ver a sus amigas, desesperada porque no puede salir a pasear por el barrio a comprar chucherías, Susana Vargas, argentina, jubilada, sesenta y cinco años, residente en Buenos Aires, llama por teléfono a su hija Siena.
La fiesta había reunido a cien o ciento veinte personas, todas ellas amigas de los Koenig, impacientes por conocer al legendario músico británico Mick Jagger.
"Creo que vivimos por tanto tiempo dormidos que aún no despertamos".