Tengo miedo torero, la nueva realización de Rodrigo Sepúlveda, es un película que tiene eje y en cambio no lo tiene Pienso en el final, el tercer largometraje de Charlie Kaufman, disponible en Netflix.
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La película protagonizada por Alfredo Castro y basada en la novela de Pedro Lemebel, debutó esta semana en el Festival de Cine de Venecia.
El encuentro que comenzó ayer es el primer gran evento fílmico del mundo que se realiza en forma presencial en tiempos de coronavirus. Pero para alinearse con la realidad internacional, algunas de sus películas se verán online.
Ante la falta de salas por la pandemia, los directores recurrieron al streaming: El agente topo, de Maite Alberdi, se pre-estrena el viernes en Cinépolis Klic, Nunca subí el Provincia, de Ignacio Agüero, entra mañana en Miradoc y Tengo miedo torero, que agotó su preventa, estará el 12 de septiembre en Punto Play.
La cinta basada en el libro de Pedro Lemebel debutará en el Festival de Cine de Venecia el 10 de septiembre, con un estreno que se realizará vía streaming en Chile.
Cien mil visitas a su tráiler alertaron al director de Tengo miedo torero de que había que estrenar cuanto antes la adaptación de la novela de Pedro Lemebel. Culto tuvo acceso a la película.
Por medio de un estreno único -que coincide con su debut en Venecia- podrá ser vista adquiriendo la entrada a través de Puntoticket. "Los adelantos que ya hemos mostrado han tenido una tan buena acogida y han generado sentimientos tan positivos, que vemos esta función como una forma de conectar y de subir el ánimo de las personas en momentos que aún son muy difíciles”, dijo Rodrigo Sepúlveda, director de la cinta protagonizada por Alfredo Castro.
Filmada hace un año, la cinta es una coproducción entre Chile, México y Argentina con plan de estreno este segundo semestre.
La película basada en la novela homónima de Pedro Lemebel lanzó hoy su primer trailer promocional, con el actor Alfredo Castro en el rol de la Loca del Frente. Ambientada en el Chile de 1986, la película de Rodrigo Sepúlveda registra una historia de amor homoerótico con un trasfondo político.
Cinco meses antes de que en septiembre de 1988 comenzara la franja del No, la Concertación le encargó los clips de la campaña a una quincena de cineastas. Se ganaban la vida en la publicidad, soñaban con hacer un largometraje y trabajaban con o sin guión. No cobraron, pero ganaron por paliza.
