Nadie puede negarlo: con cuatro meses de cuarentenas y restricciones en el cuerpo, hay muchas cosas que cambiaron. Entre otras cosas, porque la crisis sanitaria es también una crisis económica. El momento impulsó a los hogares a disminuir la cantidad de compra de ciertos productos, aumentar la demanda de otros, a poner más atención al costo de las cosas y a postergar el pago de créditos.
Los efectos parten en lo íntimo y se notan en elementos muy cotidianos, como las compras de útiles de aseo, como muestra un estudio de la consultora Nielsen:
El mismo estudio de Nielsen también destaca que las personas que se abastecen en las farmacias redujeron su gasto promedio en cremas faciales, pañales desechables, desodorantes y artículos de protección femenina
Como hay que evitar las aglomeraciones, la frecuencia de la compra en supermercados ha caído, pero si subió el gasto promedio en esa venta, que pasó de $14.083 a $18.306 en abril. Eso sí, las personas están tomando mayor conciencia a la hora de comprar.
Según un estudio de Kantar, que midió los efectos de la pandemia en el comportamiento de los consumidores en Chile, el 82% de los encuestados dijo que prestó más atención a los precios.
Los datos recabados por la consultora Nielsen van registrando los cambios en las dinámicas de consumo. Hay pequeños datos simbólicos que permiten considerar los efectos más profundos. Uno de ellos es la reaparición en las compras, en un volumen importante, de un producto emblemático en los hogares chilenos en la década de los 90: el jugo en polvo.
En el período de pandemia, de acuerdo al reporte hecho por Nielsen, su compra ha subido en 44%, en momentos en que ha disminuido el consumo de otros productos que cumplen una función similar, pero son más caros, como las bebidas gaseosas. Al mismo tiempo, aumenta la demanda por los productos de limpieza, como jabones (en 80%) y cloro.
“Todos tuvimos que recalcular sobre nuestra canasta de consumo porque quedamos encerrados en casa, muchas de nuestras actividades se restringieron y en el hogar se multiplicaron tareas que no teníamos habitualmente. En ese recalcular comenzamos a incluir y almacenar nuevas categorías, porque ahora no podemos salir y era necesario ir al punto de venta más cercano para hacer las compras. A eso se le suma el aumento de tres veces el ecommerce”, dice Diego Gizzi, director de retail de Nielsen para Chile.
Los datos, también, hacen una geografía de las estrategias privadas y de los temores ante la cuarentena. Quizás no hay mejor imagen que la curva de compra del papel higiénico:
Pero tras el acaparamiento, hoy el promedio de compras está incluso un 10% más bajo que antes de la pandemia. Algo muy similar ocurrió con los fideos y pastas.
Lo que sí se disparó a más del doble es la compra de levaduras (166%) y harina (112%). Unas cifras que se correlacionan con una estadística de Google: desde que inició la cuarentena subieron considerablemente las búsquedas de recetas en internet. Otras, por supuesto, descendieron. Como las consultas vinculadas a viajes.
Más enchufados, menos movilizados
Un impacto notorio se da en el consumo de electricidad. Los televisores y electrodomésticos para calefaccionar hoy están encendidos casi todo el día. Además, los computadores, que tienen un gasto energético no menor, pasaron de ser un equipo que no se le daba mucho uso en la casa a ser la principal herramienta de trabajo y estudio en esta época donde lo remoto tomó protagonismo.
La empresa suspendió la medición real (mirando los medidores en los hogares) durante estos meses y en junio recién comenzó a retomar el registro del gasto real, por lo que a fines de julio y comienzo de agosto se debería conocer en detalle el comportamiento de estos clientes.
“Uno no puede no usar el computador en la situación actual que nos piden trabajar y/o estudiar desde la casa. Entonces, no hay una receta mágica para ahorrar electricidad y bajar el consumo”.
Miguel Torres académico de Ingeniería Eléctrica de la Universidad Católica.
El investigador de la UC también plantea que el uso de luces de bajo consumo, tener encendido solo lo que se usa y disminuir la frecuencia del uso de electrodomésticos, como la aspiradora, podría llegar a compensar parte de estas alzas en la electricidad.
Ante este escenario, la necesidad de tener uno o varios computadores, sus accesorios y otros electrodomésticos para pasar mayor tiempo en la casa tomó más urgencia y las ventas en este segmento subieron 250%, comentan desde Mercado Libre.
La demanda por gas no habría generado mayores cambios en la primera parte del confinamiento, pero esto puede cambiar con los meses de invierno.
“Hasta el mes de mayo el segmento residencial registró un consumo muy medido, pero a partir de junio con la llegada de los fríos en la zona central, se produce el aumento esperable por el uso de calefacción”, comentó Gasco.
¿Qué ha pasado con el gasto de agua? Los 200 litros que se utilizan en una ducha promedio de 20 minutos, el mayor uso de descargar de inodoros -que cuentan con una capacidad de entre 6 litros y 12 litros- y el gasto de los cerca de 80 litros que se usan en el lavado de platos harían presumir un aumento importante del consumo. Pero no ha sido tanto.
Según datos de la Superintendencia de Servicios Sanitarios (Siss), el agua si bien registra alzas en la facturación por metros cúbicos (m3) durante mayo y abril, no se acerca a los m3 que se registraron este verano en el segmento residencial, una de las épocas de mayor consumo en el año. Y Aguas Andinas, empresa que presta servicios sanitarios en gran parte de Santiago, comentó que la demanda por parte de los hogares “se incrementó de forma moderada y en línea con lo estimado al inicio de la crisis sanitaria, en 5% en abril y en 4,5% en mayo, comparados con los mismos meses del año pasado”.
Y donde se dio una baja relevante es en las bencinas. Las restricciones de desplazamiento y el confinamiento tuvieron como consecuencia que se desincentivara la demanda, pese a la brusca caída en su precio que se ha registrado durante este año.
Fuentes de la industria comentan que la caída en el consumo de la gasolina es de 46%, del diésel bajó 30% y del kerosene una dura disminución de un 60%. Este última se explica porque si bien tiene un uso doméstico para la calefacción, la cifra se reporta en un compilado en que toman en cuenta el que también se utiliza para la aviación, sector prácticamente paralizado durante la pandemia. También el gas licuado vehicular cayó entre un 60% y 70% en las zonas en cuarentena, según informó Gasco.
El factor delivery
En los sectores de mayores accesos e ingresos, una irrupción muy fuerte ha sido el de los pedidos vía internet y el uso de aplicaciones de delivery, considerando que evita los desplazamientos físicos en plena cuarentena. Según una encuesta de Bridge Research, las compras de abastecimiento empezaron a combinar la modalidad online y offline. Un 63% de los encuestados dijo estar satisfecho con las compras por internet.
Las plataformas de entrega a domicilio experimentaron un aumento en sus pedidos desde el inicio de las cuarentenas en Chile. Las órdenes en Rappi subieron un 250% y en Uber Eats, un 100%. La gran demanda –y la falta de empleo– tuvieron como consecuencia el aumento de personas trabajando como repartidores en estas plataformas.
Mercado Libre también se anotó con cifras records. Durante la cuarentena alcanzaron 63 millones de visitas mensuales y se triplicó la cantidad de compradores. Los usuarios desde la aplicación móvil fueron un 130% más durante mayo y junio. La categoría de ventas que más subió fueron los electrodomésticos (250%) y el vestuario y calzado (230%).
Desde marzo, Uber Eats registró a las hamburguesas, papas fritas, filete, chaufa y salmón como los platos más buscados por los chilenos. En Rappi hubo un 40% más de pedidos a restoranes. Los platos preferidos fueron pizzas, donuts, hamburguesas, palitos de ajo, sushi, postres y papas fritas. Un cambio relevante de la pandemia fue que bajaron los pedidos para una persona y subieron los pedidos para familias enteras.
A esto se suma que un 22% dijo en la misma consulta que está comprando más alcohol que en tiempos normales, esto pese a que en la Asociación de Botillerías señalan que las ventas bajaron en un 30%.
Deudas y reprogramaciones
Las hogares que han visto cambiar sus rutinas y gastos enfrentan este nuevo escenario con una deuda importante que arrastraban previa a la crisis sanitaria, principalmente por los créditos hipotecarios. El último informe de Cuentas nacionales del Banco Central, da cuenta de que la deuda total de cada casa, calculada como porcentaje del ingreso anual disponible, se mantiene en niveles históricos tras subir a 75,4% desde el 74,9% evidenciado en diciembre.
El caso de Javiera López (32), quien trabaja en una empresa familiar de mantención y diseño de áreas verdes, es un ejemplo. Tuvo que acogerse a la suspensión laboral ante la caída de los ingresos de la pyme. Mientras que su marido (40), quien es laboratorista dental y trabaja como independiente, también tuvo una baja significativa de sus ingresos y se acogió al beneficio para este grupo.
Si bien generaron un ahorro tras dejar de pagar el jardín de su hijo, la familia carga con una deuda hipotecaria, lo que significó que tomarán de inmediato la opción de postergar el pago por tres meses y ya solicitaron una segunda prórroga de tres meses más.
“Alrededor de 90% de estas operaciones correspondían a créditos de consumo e hipotecarios, el resto a la cartera comercial. Esto contribuye a disminuir la carga financiera de los hogares que reprograman sus deudas”, comentó el Banco Central en su último Informe de Estabilidad Financiera y agregó que “tanto el endeudamiento como la carga financiera bancaria se han mantenido estables en el último año como proporción del ingreso”.
En la casa de López, la opción de pedir un nuevo crédito de consumo para financiar los gastos no es una opción, ya que se encuentran pagando uno, solicitado previo a la crisis, y solo lo consideran en caso de no tener otro camino. La posibilidad del retiro del 10% desde sus fondos de pensiones y el préstamo blando que se anunció para la clase media son las opciones que manejan para hacer frente a una crisis que, como a todos los chilenos, les cambió de forma dramática su día a día.