Para el exembajador de Chile en Estados Unidos Alfonso Silva, Donald Trump creó un personaje cuando recién comenzó a aparecer en televisión y daba sus primeros pasos en la vida pública. Y que, con el tiempo, el personaje terminaría por apropiarse del hombre real. Sólo eso explicaría -para el diplomático chileno- el carácter “disruptivo” y “hasta grotesco” del magnate inmobiliario y líder outsider del Partido Republicano, que este martes se convirtió en el segundo mandatario estadounidense en volver a la Casa Blanca en gobiernos no sucesivos en más de 100 años.
“Es una persona que puede decir cualquier cosa, que no tiene límites”, señala Silva, al recordar las tres veces que estuvo cara a cara con Trump en la Casa Blanca durante el periodo en que el exsubsecretario de Relaciones Internacionales y embajador de carrera fue representante del gobierno del Presidente Sebastián Piñera en Washington. En ese tiempo fue testigo privilegiado de las “evidentes tensiones” entre Trump y el establishment político y gubernamental.
Tensiones que -prevé- serán más fuertes a partir de enero próximo, cuando Trump retorne a la Casa Blanca para un segundo y último mandato mucho más empoderado que la vez anterior. Esta vez, advierte Silva, el mandatario estadounidense gobernará con su círculo de mayor confianza, sin contrapesos, aumentando la incertidumbre respecto de lo que será su gestión.
Al término del primer gobierno de Trump, usted dijo que él era impredecible, ¿qué se puede esperar ahora de él?
Él tiene un discurso muy histriónico, populista, pero que a la hora de la verdad es muy difícil que lo concrete. Pasó lo mismo en su primer gobierno. Trump tiene un estilo que es muy propio de él. Como hombre de negocios, él es un gran jugador de póquer. Blufea con ciertas cosas y lleva al extremo algunas otras, sabiendo que en la realidad no se concretan. Hoy día está prometiendo que va a deportar entre 10 y 11 millones de personas migrantes que están en situación irregular, pero eso es algo muy difícil de implementar. Es una medida que tiene un impacto enorme en la agricultura, en la construcción, en algunos servicios como jardinería y gastronomía, donde hay mucha gente que trabaja de forma ilegal. Pensar que Trump va a cumplir todas sus promesas de campaña, todo el discurso rimbombante, como que va a procesar a la familia de Biden o a Kamala Harris, son todas cosas que no van a ocurrir.
Siendo embajador en Estados Unidos, usted dijo que el legado de Trump era sombrío, a raíz del rol que tuvo en el ataque al Capitolio de 2021…
Es sombrío en cierto sentido, porque él tiene algunas luces. Los acuerdos Abraham permitieron un cambio positivo en el relacionamiento de los países árabes con Israel. No sabemos cómo habrían reaccionado algunos de esos países en relación al conflicto en Gaza, de Israel con Hamas, Hezbolá y los hutíes, si no fuera por esos acuerdos suscritos en la época de Trump. En política interna logró un aumento del empleo, manejó una economía que no estuvo mal en su gobierno hasta que vino la pandemia, algo que no se le puede achacar a él. Si bien financió las vacunas, tuvo algunas sombras en sus discursos sobre la eficacia de ellas. Pero la sombra mayor fue, sin duda, el asalto al Capitolio. Esa situación ensombrece toda su gestión para mucha gente. Tal como lo dijo Kamala Harris varias veces durante la campaña, por ese hecho Trump es un peligro para la democracia.
¿Cómo es él en persona?
Estuve tres veces con Trump. Diría que es una persona amable, es muy directo. Recuerdo que en la presentación de las cartas credenciales teníamos una preocupación –al igual que ahora- respecto del tratado de libre comercio. En esa época él hablaba de poner aranceles y de que iba a eliminar los tratados de libre comercio, ahora al menos habla sólo de revisarlos, lo que ya es un avance. La razón que daba era que estos tratados eran deficitarios y ponían trabas al comercio de Estados Unidos. Recuerdo que tenía muy presente eso, así que cuando nos reunimos le dije que Estados Unidos y Chile debían felicitarse por el tratado de libre comercio, por cuanto, a pesar de que era muy deficitario para Chile y superavitario para los Estados Unidos, había facilitado el comercio entre los dos países. Trump me miró y se rió. Creo que él entendió la indirecta. No comentó nada, pero se rió. Pero, al mismo tiempo, tiene otra característica de su personalidad: si no se interesa en el diálogo que está teniendo con una persona, simplemente se distrae, se va. Si en dos minutos el interlocutor no dice algo que a él le interese -y hay muchas cosas que no le interesan-, simplemente se va.
¿Es de los que creen que Trump es un peligro?
No sé si calificarlo como un peligro. Pero es una persona que requiere de cierta contención. Todos necesitamos cierta contención, las personas que tienen una función pública, política y tienen responsabilidades enormes muchas veces se dejan llevar o toman decisiones por motivaciones personales. El Presidente Trump en ciertos casos necesita contención.
Pero Trump llegará a la Casa Blanca con mucha menos contención que antes. Llega más empoderado, con mayoría en el Senado, posiblemente la logre también en la Cámara de Representantes. Tiene mayoría en la Corte Suprema, y quienes se oponían a su figura dentro del Partido Republicano ya no pueden alzar la voz después de su aplastante victoria en el voto popular…
Siempre puede surgir una figura como lo fue (el vicepresidente) Mike Pence en la primera administración de Trump. Pence era en cierto modo mucho más conservador que Trump, viene del mundo evangélico de la América profunda y nadie pensaba que pudiera desafiar a Trump. Pero cuando surgió el problema del respeto a la Constitución y de defensa de la democracia, Pence fue muy valiente e hizo lo que el país esperaba que hiciera. Por eso todavía tengo la esperanza de que surjan voces dentro del Partido Republicano, del Senado, personas ligadas a él, que puedan alzar la voz o no dar las mayorías necesarias para que no se aprueben determinadas resoluciones o proyectos de ley.
Y en relación a eso, ¿cómo se relacionaba Trump con sus equipos?
En su primera administración, él puso en la Casa Blanca a personalidades que tenían una cierta historia. Uno podía tener una apreciación si eran personas muy conservadoras o no, pero no eran personas de su círculo más íntimo. Ahora, probablemente, Trump va a ser mucho menos cauto en los nombramientos, porque está mucho más empoderado.
No tendrá ni siquiera el peso de cuidar una reelección…
Exactamente, Trump está muchísimo más empoderado. Tiene la experiencia de haber llevado el gobierno, conoce la administración por dentro. Por lo mismo, ahora se prevé que va a colocar en el gobierno a gente mucho más cercana a su círculo íntimo. En consecuencia, va ser más difícil esta nueva administración. Va a buscar implementar su programa con mayor libertad, eso va a ser así. Eso quiere decir que las decisiones que tome van a ser peligrosas… eso es impredecible.
¿Trump escuchaba los mensajes que transmitía el gobierno chileno, atendía razones, era capaz de cambiar de opinión cuando se lo pedían sus equipos?
En la época que me tocó como embajador, Trump trabajó con un equipo que tenía cierta experiencia. Pero, al mismo tiempo, tenía equipos que eran absolutamente afines a sus ideas. En ese sentido, le costó mucho a Trump trabajar con el establishment de la democracia estadounidense, con el Departamento de Estado, con el Departamento de Defensa, con el Departamento del Tesoro, por ejemplo. Como tenía grandes diferencias con el establishment, comenzó a trabajar directamente con los equipos que le eran absolutamente afines y leales y que él puso en puestos dentro del National Security Council (Consejo Nacional de Seguridad). Nosotros nos dimos cuenta muy pronto de que la mejor forma de enviar un mensaje a Estados Unidos era recurrir directamente al National Security Council, porque había una desconfianza muy grande de la administración Trump con el Departamento de Estado. Hoy no veo que la situación vaya a ser muy diferente. Trump va a intentar llevar a su equipo más cercano a los puestos más importantes de la administración y la burocracia va tener que operar lo mejor posible, entendiéndose con esa realidad.
Pero una administración que desconfía del establishment y de las instituciones oficiales, es obvio que provoque una tensión muy grande al interior de un gobierno…
Eso fue evidente en la administración anterior de Trump, no había duda para el resto del mundo de que había un choque muy grande entre el Departamento de Estado y el National Security Council.
¿En qué temas eso se hizo más evidente?
Respecto de qué hacer con Venezuela, en torno a la relación con China. La relación con Rusia, en el acercamiento con Putin. Yo diría que en el trabajo del día a día había claras diferencias de opinión y Trump pasaba a llevar la opinión del Departamento de Estado. Fue un periodo muy complejo para la diplomacia estadounidense.
Hace tiempo que América Latina está lejos de las preocupaciones centrales de Estados Unidos, ¿ve algún cambio en eso?
A Estados Unidos y a Trump, con mayor razón, los únicos temas que les importan respecto de América Latina son la migración y el crimen organizado. Trump tuvo algún interés en Cuba y Venezuela, en tratar de mover la aguja para cambiar el régimen venezolano y retroceder en la apertura que tuvo Obama hacia Cuba, eso porque algunos asesores de Trump venían del mundo cubano de Miami y porque el Departamento de Estado estaba haciendo un esfuerzo por tener una política hacia Venezuela. El otro gran tema de preocupación era la influencia de China en América Latina. Tenga o no justificación, ese tema va a volver a figurar y nosotros vamos a tener que saber navegar en ese mundo, en el que se va a producir una polarización respecto de la guerra comercial con China y que puede terminar afectándonos por un mayor nivel de proteccionismo, y que puede terminar complicándonos mucho.
¿Hubo gestiones específicas de la Casa Blanca hacia Chile con motivo de la influencia de China en América del Sur?
En la visita que hizo el secretario de Estado (Mike) Pompeo a Chile (en abril de 2019) el tema central fue la relación de Chile con China. Estados Unidos manifestó su preocupación por determinadas inversiones chinas en áreas estratégicas que a ellos les preocupaban: telecomunicaciones, extracción de tierras raras, inversiones chinas que puedan terminar apoderándose de determinadas áreas de la economía chilena. Esa preocupación se ha mantenido durante la administración Biden, es algo transversal.
Por lo tanto, ¿una escalada en la guerra comercial de Estados Unidos y China va tener impacto en Chile?
Si se produce un incremento en la guerra comercial será un problema para todo el mundo y, sin duda, para Chile, que basa su desarrollo en el comercio mundial. Para nosotros es relevante un recrudecimiento de la confrontación de Estados Unidos con China, lo que tiene varios riesgos para el comercio internacional, para la navegación marítima, también puede afectar los costos de la energía. Puede ser complicado respecto de la definición que Chile va a tener que asumir, es decir, dónde vamos a estar respecto de un conflicto comercial entre Estados Unidos y China. Una neutralidad absoluta va a ser muy difícil.
Para Chile, que defiende el multilateralismo, la llegada de Trump no es auspiciosa, ¿Esta segunda versión será más aislacionista y proteccionista que la anterior?
Absolutamente, es muy posible que Estados Unidos se retire de algunos organismos. Evidentemente, el multilateralismo va a sufrir. El Presidente Trump no tiene la sensibilidad por los temas multilaterales, es muy crítico respecto de eso, siente que las Naciones Unidas no es un organismo eficiente. Chile va tener que ser muy activo, esforzarse más, para mantener los programas de las Naciones Unidas, porque el problema es que Estados Unidos financia muchos de esos programas, entre otros los de medioambiente, y es muy probable que la nueva administración Trump corte el flujo de dinero a esos programas.
Desde la UDI han solicitado el cambio de embajador en Washington. ¿Cree que las declaraciones y mensajes expresados por Juan Gabriel Valdés en redes sociales puedan afectar su gestión y llegada al gobierno de Trump?
No, eso no justifica el cambio de un embajador. El embajador Valdés es un muy buen embajador, si bien no es de carrera, es casi, es semi de carrera. Tiene mucha experiencia, ha sido canciller, director económico, embajador en la ONU, en Argentina, tuvo un cargo en la ONU en Haití. Él no es un improvisado. Conviven en el embajador Valdés dos personalidades, la del diplomático y la del político. A él se le critica por haber asistido a la Convención Demócrata y no a la Republicana, y él ha explicado que no fue porque ese día recibía al canciller, lo que me parece una justificación completamente atendible. No creo necesario el cambio de embajador.