“Justo antes de todo esto yo había hecho match con una chica. Con ella llegamos a un trato de exclusividad mientras dura la cuarentena, por temas sanitarios. Nos vemos una o dos veces a la semana, con la condición de que yo tampoco me junte con nadie más. Lo hacemos para evitar que nos contagiemos el Covid”.

El relato es de Esteban, un usuario activo de Tinder que hasta ahora ha cumplido su parte de la promesa con Carla, su match. No se ha reunido con nadie más, pero eso no ha impedido que mantenga conversaciones con otras personas. El encierro, dice, le dirige la mirada permanentemente a su celular, por lo que pasa más tiempo de lo normal en la aplicación.

Así es el amor en tiempos de cuarentena. O el amor en tiempos de Covid-19, si se recurre a la inevitable referencia garciamarquiana. La crisis sanitaria del coronavirus no solo ha transformado las formas de relacionarse entre conocidos, también lo ha hecho con quienes están por conocerse. Las reglas son algo menos flexibles que antes, aunque muchos terminan desoyendo las recomendaciones y rompiendo las restricciones.

Como Esteban, hay muchos que se han visto tentados, o a veces en la necesidad, de utilizar páginas o aplicaciones de citas durante la cuarentena, no siempre con fines románticos. “Ayuda a evitar la soledad”, cuenta, por su parte, Alberto.

Esta opinión no es mera coincidencia. Los expertos, de hecho, señalan que es normal. “Se puede caer en irracionalidades como hacer un match solamente por andar buscando cariño. O alguien a veces necesita una persona con quien conversar, clásico en las mujeres. Y los hombres interpretan esto como que pueden ligar, entonces se presta para confusiones múltiples. Quién es el gato y quién es el ratón, a veces se confunde”, reseña Juan Ariel Zúñiga, psiquiatra y jefe de salud mental de VidaIntegra.

Esa aparente irracionalidad se ha hecho habitual. Los números de Tinder, una de las aplicaciones de citas más grandes del mundo, así lo demuestran: el domingo 29 de marzo se alcanzó el récord histórico de deslizamientos (swipes o búsquedas de match) con más de 3 mil millones. Y no solo eso: las conversaciones diarias han aumentado en un 20% en todo el mundo y el promedio de la duración de estos diálogos aumentó en un 25%, según detallan desde la aplicación al ser consultados por La Tercera.

“Aunque estamos en distanciamiento social, los miembros de Tinder no se han desconectado: cuando ciertas partes del mundo entraron en cuarentena, los miembros comenzaron a usar la función Passport (conexión global) para llegar a esos países. El porcentaje de uso de esa función subió durante la última semana de marzo en Brasil un 15%, Alemania un 19%, Francia un 20%, y en India un 25%”, explican desde la popular app de citas.

Justamente, Tinder y otras aplicaciones han abierto a sus usuarios ciertas funciones que antes eran pagadas, como la de la geolocalización. Ahora se puede hacer match con cualquier persona, en cualquier parte del mundo.

“Una amiga que usa Tinder me contó que una podía cambiar la dirección de ubicación y buscar personas fuera del país”, cuenta Kathy, de 37 años. “Y sí funciona. Yo hablo con un turco. Ninguno de los dos sabe inglés, pero la verdad es que él es agradable, así que valía pena el esfuerzo y comunicarnos con traductor”.

Su caso no es extraño. Varios chilenos ya han comenzado a utilizar esta función gratuita. “Ahora cualquier persona puede hacer enganchar con gente de cualquier ciudad. Yo he hecho match con una italiana, una gringa, una brasileña… de varias nacionalidades”, aporta Ignacio, de 30 años.

Y es que la cuarentena ha reformulado las maneras de comunicarse en espacios virtuales. Ha cambiado las dinámicas de los usuarios habituales de las aplicaciones y también ha despertado la curiosidad en aquellas personas más reticentes a participar.

“En general, nunca me llamaron mucho la atención las apps para citas”, cuenta Antonio, un chileno que estudia en Berlín. “Además, que a veces me gusta salir solo e ir a un bar y conocer nueva gente. Pero una amiga chilena me recomendó hace cuatro o cinco meses una app que a ella le había gustado: Ok Cupid, que a diferencia de Tinder, te entrega un porcentaje de compatibilidad. Si haces match, puedes hablar con esa persona, que por lo normal, está por un plan más de cita que por tener sexo en el primer encuentro”.

En Santiago, Mario también sintió un inusual deseo de volver a las aplicaciones: “En mi vida normal nunca había ocupado Tinder, lo tenía descargado, pero rara vez lo utilizaba, prefería conocer personas cuando salía a bailar, en bares o en juntas con mis amigos. Con esto de la cuarentena, estando encerrado uno se vuelve loco sin conversar con alguien más, entonces por eso quise conocer gente, cambiar la rutina y decidí empezar a ocupar más la aplicación”, agrega.

Entre algunos de estos usuarios nuevos o recién retornados, sin embargo, persiste una sensación de placer culposo tras haber caído en estas redes virtuales.

“Tinder es un poco juvenil, pero bueno, en tiempos de cuarentena, qué más da”, responde Kathy. “En este tiempo de encierro es por aburrimiento, pero conocí a este turco, y puede sonar ridículo, pero me interesa. Muchas personas que no tenemos pareja y estamos pasando solas la cuarentena encerrados, queremos coquetear. Es raro, pero es parte de socializar de alguna manera con el género masculino”.

El CEO de Tinder Elie Seidman, tiene la tesis de que “una plataforma que trata sobre la conexión puede desempeñar un papel importante a medida que las personas navegan la incertidumbre que el Covid-19 ha introducido en nuestra vida cotidiana. Una nueva conexión puede marcar una gran diferencia, y tener una conversación con alguien, sin importar dónde se encuentre, nos ayuda a sentirnos un poco menos solos”.

Esta situación, dice el psiquiatra Zúñiga, es un fenómeno que puede asociarse a que las personas están propensas a buscar compañía en procesos de aislamiento y tienden, engañosamente, a confundir los afectos e ir incluso más allá, buscando admiración. “Las personas buscan que estén más pendientes de ellos. Las mujeres lo buscan más, y no es algo machista. Esa necesidad de que estén permanentemente prestándoles atención. Eso se da mucho y se presta para el galán clásico, que trata de aprovecharse de la situación”, asevera el experto.

Límites desplazados

Un rasgo llamativo de las relaciones virtuales en cuarentena parece ser el desplazamiento de las barreras de lo permitido y lo tabú. Un fenómeno que ejemplifica esto es el sexting, el envío de mensajes sexuales por medio de aparatos móviles, que ha comenzado a complementar al flirteo más tradicional.

“El sexting se da con fotos principalmente y es raro, porque nunca mandé imágenes y eso que uso hace mucho rato este tipo de aplicaciones, pero ahora casi que es natural”, dice Ignacio.

Antonio, en tanto, cuenta que tiene amigos y amigas que lo hacen “y lo pasan bien”, aunque revela que en su caso “es un poco más complicado, porque aún no conozco muy bien a esta persona con la que estoy hablando. Pero bueno, después de un tiempo, por qué no”.

La experiencia de Juvenal, de 36 años, aún no lo lleva a eso. “No he tenido sexting duro”, cuenta. Eso sí, asegura que también existe una especie de sexting no consensuado. “Muchas minas me han dicho que otros tipos les mandan fotos de penes después del match”.

Zoom, una de las aplicaciones de conversaciones virtuales múltiples, también ha resultado útil para estas aventuras. “Una vez me quedé en una junta virtual hasta muy tarde, se fueron yendo algunos y quedamos solos con un amigo. Empezamos a jugar al ‘nunca nunca’ y el que perdía tenía que sacarse una prenda. Menos mal se me apagó el computador porque él se terminó sacando muchas y yo no me atreví”, dice Sofía.

Incluso las parejas con relaciones formales, pero que no viven juntos, han debido ingeniárselas para no perder los espacios de intimidad. Otra vez, la tecnología cumple un rol fundamental. “La actividad sexual no ha cesado, quizás ha disminuido un poco por la distancia, pero definitivamente no ha parado. Algunas veces hacemos sexting y nos decimos cosas eróticas para fantasear y calentarnos mutuamente. Ha sido a través de videollamadas, así podemos ver cómo nos tocamos, sin ropa y calentarnos hablando de las cosas que nos gustaría hacer juntos. Esto nos permite fantasear y ambos nos masturbamos”, se sincera Camila, quien cuenta que junto a su pareja recurren a este tipo de acciones más o menos cada tres días, aunque uno de los mayores problemas es que al vivir cada uno con sus familias, “hay que buscar el momento indicado para que tengamos privacidad”.

Y así como algunos logran llegar a interacciones más atrevidas, otros se quedan en el camino, un tanto frustrados. “Ella estaba en pijama en su cama, pero muy en otra como para seguir la conversación que estábamos teniendo, y se fue poniendo más fome. En un principio hablamos de las cosas que nos gustaba hacer, pero después se puso a hablar de política y eso me lateó, preguntándome si aprobaba o rechazaba y yo no quise seguir hablando… No fue lo que esperaba, pero sí me gustaría tener más citas virtuales con otras personas”, aporta Mario.

Coqueteando con lo ilícito

El sexting y las relaciones virtuales, eso sí, son alternativas temporales para llenar un vacío, apenas reemplazar la falta de contacto, y en ningún caso será algo que calme o satisfaga completamente el deseo.

“Te puede hacer cometer tonteras como arrancarte de tu casa, incluso en tiempos de epidemias, para ir a ver al match”, opina Juan Ariel Zúñiga. La lectura del psiquiatra no es antojadiza. Así lo ilustra la historia inicial de Esteban, que ha visto a su match dos veces a la semana en pleno confinamiento.

Como él, Marco Antonio (36) ha salido con tres mujeres en los últimos 10 días, luego de haber dejado atrás un largo pololeo. Con dos de ellas -dice- “pasó de todo”: “Me pueden decir irresponsable, pero he hecho todas las averiguaciones previas. Que la persona demuestre que ha hecho el confinamiento, que no esté resfriada, que te de una seguridad. Siempre se corren riesgos”.

Al respecto, Zúñiga acota que “las personas que están muy solas caen en estas cosas, y estoy hablando de profesionales inteligentes, mujeres bonitas. Esto no le ocurre solamente a personas que tienen poco atractivo personal. Las personas no saben estar solas. La gran mayoría de las personas no saben estar consigo mismas”.

Así como en Chile, en Berlín también se han interrumpido cuarentenas. Antonio relata así la historia con su match, un joven alemán de origen turco. “Un día me propone tener una cita ‘social distancing’. Lo pensé unos minutos y le confirmé. Habíamos acordado que cuando nos viéramos nos saludaríamos de codo y así fue. También habíamos conversado que había que tratar de mantener distancia. Nunca tuvimos contacto físico, pero quizás no respetamos del todo los 1,5 metros que se exigen”.

Antonio se sincera y cuenta que no sabe bien si es que estaba entusiasmado por la cita misma o porque era la primera desde que estalló el coronavirus en Europa.

Y es que así como le pasa a él, ahora las aplicaciones de citas se están utilizando más para combatir el aburrimiento, por el hecho de estar la mayoría de sus usuarios en aislamiento. “Se conversa más, no tanto para juntarse y tirar. Es más una compañía. Hay menos presión implícita”, cierra Juvenal, quien tenía agendada para este viernes una videollamada con su match más reciente. Acordaron sentarse frente a sus respectivas pantallas con una copa y una botella de vino, como si estuvieran en otro momento y en otro lugar.