Phoebe Plummer y Anna Holland, de 20 y 21 años, abrieron sus abrigos y sacaron una lata de sopa de tomate Heinz. Estaban frente a Los girasoles, una de las obras maestras de Van Gogh. “¿Qué vale más, el arte o la vida?”, preguntaron luego de manchar el cuadro, exhibiendo poleras de Just Stop Oil. Fue el 14 de octubre en la National Gallery de Londres. Las activistas fueron detenidas y las imágenes de su acción recorrieron el mundo.
Valorada en más de US$ 80 millones, la pintura de 1888 se encontraba protegida por un vidrio. Aun así, su acción fue ampliamente debatida y a menudo considerada vandalismo: ¿Por qué atacar una obra que forma parte del patrimonio cultural de la humanidad? ¿Qué sentido tiene violentar un objeto que aporta belleza? ¿Qué culpa tiene la obra de Van Gogh?
Entre las numerosas opiniones en contra, las activistas recibieron un respaldo de alto perfil: Aileen Getty, nieta del magnate del petróleo Jean Paul Getty, celebró la acción. No solo eso: también reveló su vínculo como financista de Just Stop Oil.
“Si bien algunos han ridiculizado a las activistas, como financista del activismo climático, estoy orgullosa de la conversación más amplia que han iniciado”, escribió en The Guardian. “Me enorgullece proporcionar recursos al Fondo de Emergencia Climática, que a su vez otorga subvenciones a activistas climáticos involucrados en la desobediencia civil legal no violenta, incluido Just Stop Oil, el grupo representado por los activistas. No financio estos grupos directamente, ni tengo control directo sobre qué acciones específicas eligen tomar los activistas climáticos”, afirmó, pero respaldó la idea de realizar acciones incisivas para romper el statu quo:
“Mi apoyo al activismo climático es una declaración de valores de que el activismo disruptivo es la ruta más rápida hacia un cambio transformador, y que estamos fuera de tiempo para cualquier otra cosa que no sea una acción climática rápida e integral”.
Heredera de una de las mayores fortunas creadas gracias al petróleo, Aileen Getty es cofundadora del Fondo de Emergencia Climática y dirige una fundación con su nombre. A través de ella financia organizaciones dedicadas a la ecología, el acceso a la vivienda, las relaciones de paz en Medio Oriente y la investigación en torno al VIH. Ella, de hecho, es seropositiva.
Su respaldo al ataque causó controversia y la dejó en una posición incómoda con la National Gallery, a la que su padre donó US$ 50 millones y que tiene un vínculo histórico con su familia. Otra integrante del clan, Sabine Getty, casada con su sobrino Joseph, es patrocinadora del museo.
Desde luego, no es la primera controversia que rodea a Aileen Getty ni a su familia, alguna vez la principal petrolera de Estados Unidos. Filántropos y coleccionistas, la historia del clan parece una miniserie: en ella se cruzan el arte y el glamour con las drogas y el alcohol, avaricia, depresiones, un secuestro, una oreja cortada y muertes por sobredosis.
Tío Rico
Nacida en Los Ángeles en 1957, Aileen es una de los 14 nietos de Jean Paul Getty, fundador de Getty Oil. El padre de este último, el abogado George Getty, inició el negocio en Oklahoma en 1903, pero Jean Paul lo llevó a dimensiones inusitadas: egresado de Oxford, a los 23 años había ganado su primer millón de dólares y durante la Gran Depresión hizo compras audaces que le permitieron formar un gigante del petróleo. En 1949 llevó geólogos a Arabia Saudita y Kuwait, y firmó un contrato de concesiones sobre terrenos inexplorados que lo convirtió en multimillonario: en 1957 era el hombre más rico del mundo.
Coleccionista de arte y de romances, se casó cinco veces, tuvo igual número de hijos “y una reputación de avaricia extrema que haría que Rico McPato pareciera el mayor filántropo del mundo”, según escribió revista Forbes.
De acuerdo con su biógrafo, James Reginatto, autor de Growing Up Getty, en su mansión estilo Tudor a las afueras de Londres tenía 22 líneas telefónicas privadas y un teléfono público para el uso de los invitados. Después de pagar las clases de actuación de su quinta esposa, llegó a un acuerdo con ella para que le devolviera el 10% de sus futuros ingresos. Ella recordaría más tarde que Jean Paul Getty se quejaba del costo de los tratamientos médicos del menor de sus hijos, Timothy, quien sufría de un tumor cerebral. El niño murió a los 12 años, en 1958, y su muerte fue el inicio de una estela de tragedias que estremeció al clan.
El secuestro
John Paul Getty II, tercer hijo del magnate, creció lejos de su padre. A los 21 fue integrado al negocio familiar, a cargo de la subsidiaria en Italia. Casado con Abigail Harris, con ella tuvo cuatro hijos: Jean Paul III, Aileen, Ariadne y Mark Getty. Se divorció en 1964, volvió a casarse con la actriz y modelo Talitha Dina, con quien se vinculó a la contracultura de los 60, el rock y la heroína. Dos años después, Talitha murió por sobredosis y Jean Paul II cayó en una profunda depresión, que lo llevó numerosas veces a la clínica.
En 1973 el clan vivió un doble trauma: en junio, el hijo mayor, George II, quien dirigía la compañía, tomó una sobredosis de pastillas y se clavó un cuchillo en el pecho, después de años de alcoholismo. Y en julio, Jean Paul III, nieto y hermano de Aileen, quien vivía en Roma como un “hippie de oro”, fue secuestrado por la mafia calabresa. Tenía 16 años.
Los secuestradores pidieron US$ 17 millones por el rescate. Jean Paul II no disponía de la suma y se la pidió a su padre, pero el patriarca se negó a pagar.
-Tengo otros 14 nietos, si pago un centavo ahora, tendré 14 nietos secuestrados -dijo.
La negociación se dilató y en noviembre la mafia hizo saber al clan que no estaban jugando: envió la oreja izquierda y un mechón de pelo de Jean Paul III a un diario de Roma. En el paquete había una nota: “Esta es la primera oreja de Paul. Si dentro de 10 días la familia sigue creyendo que se trata de una broma montada por él, entonces llegará la otra oreja. En otras palabras, llegará en pedacitos”.
Finalmente, y tras cinco meses, el magnate pagó US$ 2 millones, y se los cobró a su hijo con un 4% de interés anual. La historia inspiró el filme Todo el dinero del mundo, de Ridley Scott (2017)
Profundamente conmocionado por la experiencia, Jean Paul III se refugió en las drogas y siguió una vida de excesos. En 1981, producto de una sobredosis, sufrió un derrame cerebral: perdió la vista de un ojo, la capacidad de hablar y quedó confinado a una silla de ruedas de por vida. Murió en 2011.
A su muerte, en 1976, el patriarca legó la mayor parte de sus bienes al Museo Getty de Los Ángeles. Sus herederos, comandados por su hijo Gordon Getty, acordaron la venta de la compañía a Texaco a mediados de los 80. Pero los problemas de la familia aún estaban lejos de terminar.
Activistas
Dos años menor que Jean Paul III, el secuestro de su hermano afectó a Aileen, una chica que desarrolló una personalidad rebelde en un hogar donde las drogas y el alcohol eran presencia habitual. Abandonó sus estudios en la Universidad del Sur de California y tuvo una vida inestable y de adicciones hasta su matrimonio, a inicios de los 80, con Christopher Wilding, hijo de la actriz Elizabeth Taylor.
La pareja tuvo dos hijos, pero los problemas de adicción de Aileen fueron un abismo insalvable para el matrimonio. En 1985 ella descubrió que era seropositiva y lo hizo público en 1990, tras la confesión del basquetbolista Magic Johnson. Por entonces se volcó a la filantropía en torno al sida y estrechó amistad con Lady Di.
Aileen Getty lidió con las adicciones hasta hace una década. Entonces inició su trayectoria como filántropa de causas sociales y ecológicas. A través del Fondo de Emergencia Climática ha donado US$ 4 millones a movimientos ambientalistas, entre ellos Extinction Rebellion, conocido porque dos de sus activistas pegaron sus manos a un cuadro de Picasso.
Su hermana Ariadne se ha dedicado a apoyar las causas LGTB; su hija Natsy es activista y está casada con la actriz transexual Gigi Gorgeous, y su hijo August es un diseñador gay que suele vestir a Miley Cyrus y Kim Kardashian.
En tanto, Mark Getty es el cofundador de Getty Images y durante años presidió el patronato de la National Gallery de Londres. Ahora es la nuera de este último, Sabine, quien patrocina el museo. Según la prensa británica, su obra favorita son Los girasoles.
El clan está repartido por el mundo, pero suele reunirse en diciembre en la fiesta de cumpleaños de Gordon, el único hijo vivo del fundador. Filántropo también y músico de conservatorio, Gordon hizo una confesión a fines de los 90: tenía una familia paralela en secreto. En las siguientes décadas la tragedia también lo alcanzó: su hijo Andrew fue hallado muerto en 2015, a los 27 años, en su casa, por sobredosis de metanfetamina, y cinco año más tarde, su otro hijo, John, de 52, murió en un hotel de Texas con niveles tóxicos de fentanilo en el cuerpo.
Esta semana, la Fundación de Gordon y Ann Getty vendió US$ 150 millones en obras de arte en la casa de subastas Christie’s. Entre las pinturas vendidas destaca la obra maestra de Canaletto, Venecia, el Gran Canal mirando hacia el Este con Santa María de la Salutte, adquirido por el Museo de Bellas Artes de San Francisco, y Young Lady in a Loge Gazing to Right, de Mary Cassatt, que se integrará a la colección del Museo de Arte Pola de Hakone, en Japón.
Mientras tanto, Aileen Getty aplaudía la sopa de tomates sobre la pintura de Van Gogh y anotaba en The Guardian: “A medida que el planeta arde, nos acercamos a un momento en que todo lo que nos quedará serán fotografías y pinturas de nuestra amada Tierra, y las galerías de arte urbano pueden ser el lugar de descanso final para los girasoles de la Tierra”.