El Frente Amplio de hoy, dice Beatriz Sánchez, ya no es el mismo que en 2017 la llevó como su candidata presidencial. “Era otro momento histórico, estábamos debutando en el escenario político”, dice la periodista, quien en su primera irrupción en la política alcanzó el 20,27% de los votos en primera vuelta. En ese sentido, Sánchez afirma que el 2020 es distinto.
A un año del próximo desafío presidencial y a menos de un mes de que se cumpla la fecha que se autoimpuso para sincerar su futuro, la exabanderada y hoy rostro de la campaña del Apruebo asegura que ahora el objetivo del bloque es ser gobierno. Para esto, sin embargo, Sánchez es clara y sostiene que los próximos desafíos electorales se deben hacer de la manera “más unitaria posible”.
En ese sentido, la periodista hace una autocrítica sobre la participación del bloque en las fallidas negociaciones de primarias municipales y de gobernadores regionales de la oposición. “Me hubiese gustado otro resultado (...), nos faltó fuerza”, dice.
A una semana del 18 de octubre, ¿cuánto cree que ha cambiado Chile en este año?
Todo lo que se recogió en la calle, las demandas sociales que motivan el estallido, se han hecho presentes con la pandemia. El estallido marca un momento que no habíamos vivido en Chile, pero no ha terminado. Vino la pandemia, que calmó las cosas, porque tuvimos que encerrarnos, pero los cambios se necesitan hacer ya.
Pero los partidos, incluyendo al FA, ¿han sabido dar la respuesta a las demandas ciudadanas?
Uno de los caminos para esa respuesta es, quizás la única vía, la salida constitucional. Siempre decían que la Constitución no tiene nada que ver con la vida de la gente y nos hemos ido dando cuenta de que tiene todo que ver. Es absolutamente determinante en la salud, la educación, los salarios, el rol del Estado.
En su momento, usted y Gabriel Boric fueron “funados”. ¿No supieron representar a la gente?
Tiene que ver con que el movimiento no tiene dueño, es de la calle, autónomo y autogestionado. Hay una mirada muy crítica a los sectores políticos, porque en los últimos 30 años no se dio ni una respuesta a estas demandas. No tengo responsabilidad en lo que pasó hace 30 años, digamos, pero entiendo ese rechazo a la política institucional. Había grupos que estaban muy enojados con el acuerdo que se logró el 15 de noviembre, pero estoy muy contenta de ese acuerdo. No me arrepiento de nada.
¿Pero el FA supo leer lo que quería la gente?
El programa de 2017, como fue una construcción participativa, es exactamente lo que se estaba pidiendo en las calles. Pero el estallido, por supuesto que nos pilló en un momento difícil de digerir, porque somos parte de esas protestas, pero también estás dentro de la institucionalidad.
¿Y esa dualidad es una tensión dentro del FA?
Sí, pero es una buena tensión. Si solo te refugias en un lado y dejas de estar en el otro, pierde el sentido de lo que siempre habíamos pensado que tenía que ser la construcción en la que estamos. Es una tensión, lo reconozco, pero la política tiene que ver con esas tensiones.
¿Tiene sentido volver a las protestas antes del plebiscito?
La pandemia no ha terminado. El autocuidado es muy necesario. Y quiero subrayar autocuidado, porque tampoco es que hemos sido tan cuidados por la autoridad. Pero entiendo que son fechas particulares. Lo sucedido con el adolescente de 16 años que fue arrojado por la baranda del Mapocho no calma ningún ánimo ni hace que se mire el próximo 18 de octubre de una manera más tranquila.
¿Cree que los hechos de violencia puedan fortalecer al Rechazo, como temen algunos?
Hay una estrategia permanente de utilizar la violencia como una palanca política para todo. O sea, para evitar los cambios. Cuando ocupas la violencia de manera acomodaticia empieza a perder el sentido y el fondo.
Pero si escala el nivel de violencia en las manifestaciones, ¿puede perjudicar la participación en el plebiscito?
Hemos hecho varias conversaciones, pequeños estudios, respecto a qué puede hacer que la gente vaya o no a votar y hay dos temas principales: uno es la pandemia y otro es la falta de información. Nunca, en todos los estudios y todas las conversaciones se menciona otro factor.
¿Cómo se hace frente a la violencia en las manifestaciones?
La primera violencia hoy viene de Carabineros. Si miramos las cifras, la violencia que hay hoy en violación a los derechos humanos es la más grave que hemos tenido desde la dictadura.
¿A quién apunta usted, entonces?
Ha habido cuatro organismos nacionales e internacionales que apuntan a lo que pasa con Carabineros. Hay una violencia de la que no nos hemos hecho cargo. Y el que no se ha hecho cargo principalmente es el Presidente Sebastián Piñera, que va a ser recordado como un cómplice activo en la violación a los derechos humanos.
¿Cómo se conjuga orden público y protección a los derechos humanos?
Estamos por la refundación de Carabineros. Tenemos que mirar profundamente a la institución y su forma de operar. Hoy tenemos una institución que no está bajo el control civil y eso lo ha reconocido gente que ha sido ministro del Interior, como Insulza, y eso es muy grave. Se requiere una intervención civil.
¿En qué sentido ayuda el pedir la renuncia de Rozas o la acusación constitucional contra el ministro Pérez?
Estamos en un periodo donde se han violado los derechos humanos. ¿Nadie va a asumir responsabilidades? Hay un ministro del Interior que debe dar las órdenes. Lo que hemos escuchado es respaldo cerrado siempre a Carabineros, incluso antes de que se sepa bien qué pasó. Y lo que hemos escuchado del Presidente es lo mismo.
¿Y con la salida de Rozas no se puede caer en un desgobierno dentro de Carabineros?
No sé si pueden estar pasando cosas más graves de lo que pasa hoy con Carabineros.
Estando a dos semanas del plebiscito, ¿qué espera de la participación y de los resultados?
Espero que participe mucha gente, no me atrevo a poner una cifra con voto voluntario y sobre todo porque estamos en pandemia. Eso nos deja un interrogante gigante.
¿Han analizado qué es un triunfo y un fracaso?
No. Lo que estamos haciendo es tratar de bajar lo más que se pueda esa incertidumbre. Así que lo que más estamos haciendo es que esa sensación de guata que hay con el Apruebo se transforme efectivamente en ir a votar.
¿Pierde legitimidad el proceso si hay baja participación?
Desde que tenemos voto voluntario ninguna elección ha superado un 50% de participación, son las reglas del juego.
Para el plebiscito se ha hablado de unidad. ¿Espera sea un punto de inflexión para esto?
Tengo esperanza en lo que viene. Estoy trabajando en poner la atención en las cosas en las que estamos más cerca que en las que estamos más lejos. El plebiscito, y sobre todo el proceso de la elección de los convencionales, nos ponen un tremendo desafío. Ahí tenemos que ir de la manera más unitaria posible.
Pero, finalmente, en el primer desafío electoral, las negociaciones de primarias municipales y de gobernadores eso no se logró. ¿Qué responsabilidad le cabe al FA en eso?
Soy autocrítica. Me hubiese gustado otro resultado y, mirándolo de lejos, porque no participé en las negociaciones, mi autocrítica es que el FA no haya podido poner sobre la mesa una alternativa para liderar esa unidad. Hay que dar vuelta la página, y desde los otros partidos también están bien abiertos a seguir las conversaciones. Me voy a jugar el pellejo para que lleguemos de la forma más unitaria posible.
Habiendo sido partidaria de las primarias, ¿esto de alguna forma golpea su liderazgo dentro del FA?
El ser frenteamplista y no militar en un partido tiene pros y contras. Mi rol en todo este tiempo ha sido la cohesión frenteamplista, el que ningún partido sea el dueño del FA. De las negociaciones electorales me alejo, porque eso tiene que ver con las lógicas partidarias. Si bien me gustan las primarias, entiendo que no se logró y reitero lo que dije, nos faltó fuerza.
Y en lo personal, ¿le acomoda un pacto con los partidos de la ex Concertación?
No lo miro como si hacemos o no una alianza con estas siglas o con estas otras. Acá, y mirando el proceso constituyente, hay otras cosas sobre la mesa. ¿Qué queremos cambiar de Chile? Queremos dejar de ser un Estado subsidiario para ser un Estado garante de derechos. Queremos cambiar las AFP, que tengamos un sistema de seguridad social, otro sistema de salud. Son temas estructurales. Ahí tú construyes con todos los que están en esa perspectiva. Y ahí vamos a estar, con todos los que quieran empujar ese tren, para hacer alianzas.
¿Y usted es partidaria de que el FA busque el camino propio sin alianzas con otros partidos de la centroizquierda?
El 2017 fue un momento en que nosotros nos armamos y evidentemente ahí queríamos ser reconocidos como FA y saltamos y entramos en el mapa de los partidos políticos en Chile. Pero hoy lo que tenemos claro es que sí queremos gobernar y no se gobierna solo. Queremos ser mayoría, pero la mayoría se define, insisto, mirando el futuro del país.
Figuras de la ex Concertación plantean que el FA nació para “desplazar” a la ex NM. ¿Lo comparte?
No, porque somos un proyecto político que no buscamos sacar a nadie para instalarnos ahí. No queremos reemplazar a la Concertación y ser nosotros la Concertación de ahora. Nunca fue esa nuestra intención. Eso que se ha armado de que odiamos a la Concertación es una caricatura. Me parece normal que las coaliciones vayan entendiendo sus tiempos y tomando decisiones respecto de cómo van buscando mayorías.
Entonces, ¿el FA tiene que buscar acuerdos?
Nunca hemos estado embarcados solo en un camino propio. El camino propio del FA fue el 2017, existió cuando debutamos, porque era obvio, y tenemos claro que hoy estamos en 2020. En el 2020, cuando ya la gente te reconoce como FA, hoy lo que necesitamos son mayorías, porque sí queremos gobernar. Y para eso necesitas alianzas lo más amplias posibles.
En las negociaciones el FA exigió un “mínimo ético” para apoyar candidatos. Sin embargo, la Contraloría anunció un juicio contra el alcalde Sharp. ¿Qué debe hacer el FA en esos casos?
Cuando ponemos esa vara es para todos y para los frenteamplistas también.
¿Incluyendo a Sharp?
Evidentemente, incluyendo a Jorge Sharp. Eso tendrá que investigarse y tendrá que sancionarse. Pero incluyendo de todas maneras a Jorge Sharp.
Él fue crítico con el FA tras el acuerdo constitucional. De hecho, está en duda si es del FA. ¿Cómo ve eso?
No lo tengo tan claro, y aquí quiero ponerlo en sus palabras, él mismo no lo ha definido. De hecho, en una entrevista en La Tercera, ante la pregunta de si es frenteamplista, él contesta con la pregunta ¿qué es ser frenteamplista? Él no define, entonces menos lo voy a saber yo. Esa es una definición que tiene que tomar la mesa del FA si efectivamente Jorge representa al FA.
Con una oposición fragmentada tras estas negociaciones, ¿cómo enfrentarán los próximos desafíos electorales?
Tengo esperanza en lo que viene, porque se toman aprendizajes de lo que pasa. De repente hay mucha más unidad de la que se puede ver arriba. A lo mejor la unidad está bastante más avanzada de lo que nos damos cuenta.
¿Va a ser candidata presidencial?
No es el momento ahora para estar hablando de las presidenciales, porque falta todavía y lo más importante es el 25 de octubre. Las definiciones se toman después.
¿Pero qué factores está considerando para su respuesta?
Son temas personales, pero también colectivos.
¿Se sentiría responsable de dejar al Frente Amplio sin un liderazgo presidencial?
En la política me gustan los proyectos más que las personas. Da un poquito lo mismo quién está al frente, sino que el proyecto es lo importante. Le resto el drama que se le pone al tema presidencial.
¿Es compatible una primaria presidencial con la ex NM?
En general, me gustan las primarias, pero se tomará la decisión en su momento.
En el FA existe una crítica a su liderazgo, por estar alejada tras el estallido y al principio de la pandemia. ¿Su retorno a la campaña por el Apruebo busca reposicionarla para la presidencial?
En realidad, tiene que ver con que mi interés está en el tema constituyente. Estuve antes haciendo más pega interna en el FA y alejada de los medios por una opción bien personal. Y hoy me involucré porque esto es demasiado importante para Chile.
¿Pero cómo toma esas críticas?
Las entiendo, porque Chile vive muy en torno a los personajes, pero no creo nada en los estatus. Sé que tengo un lugar de liderazgo en el FA, porque fui su candidata presidencial, pero soy una militante más también. Creo en los proyectos, no comparto tanto esas críticas. Hay muchos liderazgos en el FA que son muy interesantes también.
Pero ninguno marca como Beatriz Sánchez...
Pero eso lo dicen las encuestas.
Y lo dicen los mismos frenteamplistas. Si usted dice que no, se les va a generar un remezón interno…
Pero cuando fui candidata el 2017, empecé a serlo a fines de marzo para una competencia que fue en noviembre. Hoy nadie puede apostar nada. Por eso digo, el plebiscito va a marcar un momento político importante. No me siento tan obsesiva con el tema.
¿El FA puede reemplazar su liderazgo?
Lo voy a poner de otra manera más bonita, hay muchos liderazgos en el FA.
¿Apoyaría a Daniel Jadue si gana las primarias de la oposición?
Primero votaré siempre por el candidato del FA y si hay primaria de oposición, obvio que uno apoya a quien vaya.
Él dijo que el que gana la primaria gana el programa. ¿Comparte esa idea?
No. De hecho, para nosotros siempre la construcción del programa ha sido colectiva.
¿Ve más cercanías o diferencias con Jadue?
Me parece que es un alcalde con un súper buen liderazgo. Ha hecho cosas muy interesantes en Recoleta, pero para mí hoy el FA tiene un proyecto político, una forma de hacer las cosas y yo, insisto, mi primer voto es primero para un candidato del FA y después veremos.
¿Jadue y el PC han sido ambiguos respecto de los derechos humanos?
Me quedo con las declaraciones de Camila Vallejo, de Carmen Hertz. Prefiero no entrar en ese juego de ir juzgando lo que hacen otras colectividades.