Boric y la UDI: las dos caras de un quiebre
Luego de que la UDI pusiera al Presidente entre la espada y la pared -condicionando el diálogo con el gobierno a la salida de Giorgio Jackson-, Boric no sólo decidió salir a defender a su factótum, sino que contraatacar, quebrando una desconocida relación de amistad política con un grupo de dirigentes gremialistas, que aquí contamos.
No le cayó bien y tenía ganas de responder, pero optó por evitarlo para no arruinar sus últimos minutos en París.
Pasaron cerca de 70 horas entre que la UDI anunció que cortaba todo vínculo con el gobierno mientras el ministro Giorgio Jackson (RD) permaneciera en el gabinete -incluida la mesa de diálogo para la reforma de pensiones- y que el Presidente Gabriel Boric reaccionara con un tono inédito el lunes en sus primeras declaraciones tras llegar a Chile.
Entremedio, el Mandatario meditó su contraataque: conversó con los ministros del comité político, con su equipo de asesores y también con algunos líderes de la oposición, como el senador Javier Macaya, presidente de la UDI. Todo eso, mientras cerraba su gira con una bilateral con el Presidente de Francia, Emmanuel Macron, y en Chile su gabinete intentaba controlar la nueva crisis que había desatado el robo de 23 computadores desde el Ministerio de Desarrollo Social, lo que derivó en que la oposición exigiera la salida de uno de los mejores amigos de Boric y de su álter ego en la política, algo en lo que el Mandatario no está dispuesto a ceder.
“Presidente, usted habló de Democracia Viva, nos podría comentar sobre la situación del ministro Giorgio Jackson que está siendo criticado en el país”, le preguntaron a Boric, el viernes 21 de julio, el mismo día en que la UDI había anunciado su decisión. Pero no hubo respuesta.
Pero apenas aterrizó en Chile la decisión cambió. Esta vez estaba decidido a responder y así lo planteó en el comité político de las 8.30 del lunes, en su primera actividad en La Moneda.
Pese a que ministros y asesores intentaron bajar el tono de su respuesta, e incluso frenarla, Boric dijo que esta vez no la iba a dejar pasar, porque no estaba dispuesto a aceptar “chantajes” y menos con una de las principales reformas del gobierno, que es vista como la más “lograble” en La Moneda luego del fracaso de la reforma tributaria.
“Desde mi punto de vista, es inaceptable que haya sectores de la política chilena que pretendan decir ‘no vamos a conversar sobre las pensiones mientras usted no haga lo que le exigimos hacer con su gabinete’. Pero cómo se les ocurre… Las personas mayores están primero que esos intereses. Tenemos que llegar a un acuerdo para subirles las pensiones a las personas que se han sacado la cresta trabajando toda su vida y hay algunos que no se sientan a la mesa a conversar, ¿con qué cara?”, dijo el Presidente en una actividad en Quinta Normal, donde inauguró el segundo tramo del Parque Mapocho Río.
La decisión de la UDI marcó un quiebre en una relación quizás inédita entre el Mandatario y el presidente de la UDI, Javier Macaya, cuya actitud más colaborativa con el gobierno precisamente le había traído altos costos internos. Eran varios los que en su partido ya se molestaban al oírlo hablar de “Gabriel” y aspiraban a que endureciera el tono de una vez.
Y Macaya lo hizo, y Boric acusó recibo.
Pero como lo habían previsto algunos de sus ministros horas antes en La Moneda, la UDI recibió con satisfacción el contraataque. No solo porque el gobierno le quitó la urgencia a la tramitación de la reforma de pensiones, sino que también porque el tono esta vez generó un buen recibimiento entre sus militantes.
Aunque en el gremialismo existía un reconocimiento transversal -en privado- de que la bancada de diputados se había excedido en el contenido de la carta enviada al Presidente el jueves 21, adjudicándole a Jackson haber “orquestado un esquema de defraudación a través de fundaciones” y “estar directamente involucrado en el robo de 23 computadores y una caja fuerte desde su ministerio”, la respuesta del Mandatario no hacía más que fortalecer el objetivo de la arremetida contra el gobierno.
A una semana del endurecimiento, en la UDI sacan cuentas alegres. Distintas voces coinciden en que volvieron a posicionarse como un partido opositor, sintonizando con una mayoría de la ciudadanía que, a juicio de ellos, está convencida de que en el traspaso de millonarios aportes directos del Estado a fundaciones existe corrupción. Y que el ministro de Desarrollo Social -fundador de Revolución Democrática, partido involucrado en el escándalo- tiene una responsabilidad ineludible.
Según la encuesta Cadem, correspondiente a la primera semana de julio, el 91% cree que lo ocurrido con Democracia Viva es un caso de corrupción, un 86% piensa que es una práctica generalizada y un 46% asoció a Jackson a la crisis.
“Esta semana hice mucho terreno en mi región (Ñuble) y me encontré con un sentimiento de enojo y de impotencia muy fuerte de los chilenos contra el gobierno, que hace rato no veía, por la forma en que se ha enfrentado el tema de las fundaciones”, cuenta el jefe del comité de senadores de la UDI, Gustavo Sanhueza.
“Los chilenos siempre andan con el humor a flor de piel y cada vez que llegaba a un lugar me decían: ‘Oiga, senador, aquí no están los computadores por siaca’, o me preguntaban: ‘Senador, qué pasó con la caja fuerte’. Este tema caló hondo en la ciudadanía”, agrega Sanhueza, valorando la línea adoptada por su partido.
Desde la UDI, señalan, además, que Macaya se afirmó internamente en la conducción del partido, volviendo a conectarse con una militancia que exigía una oposición política más decidida y, de paso, descolocando a republicanos.
Según la encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP) conocida el jueves, el Partido Republicano se consolidó como la tienda con la que más gente se identifica (pasando del 2% en noviembre-diciembre de 2022, al 10% en junio-julio de 2023), lo cual no hacía más que ratificar el endurecimiento gremialista.
¿Y qué sigue, después de sacar a Jackson?
“La maniobra se veía arriesgada, pero fue envejeciendo bien”, señalaba un dirigente histórico de la colectividad, explicando que Macaya fue endureciendo su discurso progresivamente, midiendo siempre la temperatura ambiente y explicando -en forma privada a Boric- cada uno de sus pasos.
Una de las conversaciones más tensas entre ambos se produjo tras la entrevista de Macaya en El Mercurio, en que el senador dice -por primera vez- que “la única señal creíble sería sacar al símbolo de todo esto, que es Giorgio Jackson”.
Macaya le explicó personalmente a Boric que su emplazamiento no era un capricho político, sino que lo hacía porque estaba convencido de que la salida de su ministro, “que era el símbolo de muchas cosas”, descomprimiría la situación.
Junto con manifestarle que no estaba de acuerdo con sacar a su ministro, Boric le habría dicho que nada le aseguraba a él que una eventual salida de Giorgio Jackson mejoraría el clima para llegar a un acuerdo tributario y previsional.
-Pero sigue una nueva etapa-, le respondió Macaya, en línea con lo que ha planteado en público.
Cercanos a Boric señalan que, aparte de lo que significa Jackson para él y su gobierno (el ingeniero fue el principal artífice de su llegada a la Presidencia), el Mandatario cree que aparecer cediendo a las presiones de la oposición sería una “fuerte señal de debilidad”, que le podría jugar más en contra que a favor. Además, el fundador de RD tiene un peso simbólico que es indesmentible para el gobierno, lo que también es materia de análisis cuando se ha evaluado una posible salida. Finalmente, dejarlo caer significa otorgarle el triunfo a la oposición y una señal mediática que en La Moneda no están dispuestos a regalar.
El quiebre humano
El apoyo a Jackson y la pasividad con que, a juicio de la UDI, Boric ha enfrentado el caso convenios interrumpieron un activo -y desconocido- diálogo entre el Presidente y un grupo de dirigentes de oposición -la mayoría de la UDI y más cercanos a su edad- que han sido sus aliados en varios de los momentos más complejos de lo que va de su gobierno, entre ellos, el amplio triunfo del Rechazo en el plebiscito del 4 de septiembre del año pasado.
Tras la aplastante -y sorpresiva para La Moneda- derrota del Apruebo, Macaya -a contrapelo de varios dirigentes de su sector- se la jugó por echar a andar un nuevo proceso constituyente y cumplir el compromiso de “rechazar para reformar” suscrito en campaña. No fue casualidad que el mismo día del plebiscito Boric y el timonel hablaran largamente por teléfono.
Antes, también, el Mandatario había reconocido diálogos con Macaya. Lo hizo el jueves 5 de mayo, luego de la muerte de un carabinero en Chillán.
“Hoy hablaba con el presidente de un partido de oposición, con Javier Macaya, conversábamos la necesidad de que transversalmente todas las fuerzas tengamos un acuerdo nacional en materia de seguridad”, dijo Boric.
Meses después, y luego del plebiscito, el presidente de la UDI se la jugó por otro acuerdo, esta vez en materia constitucional. En medio de las negociaciones, el miércoles 25 de noviembre Macaya se reunió a escondidas con el Presidente en La Moneda, lo que generó una ola de críticas desde su sector.
Ya con la cuenta corriente de su partido copada, vino un espolonazo del Presidente a Macaya: los indultos a condenados por delitos cometidos en el marco del estallido social que, en cierto modo, daba la razón a quienes se oponían a la llamada “doctrina Macaya”.
Si bien Boric tiene una estrecha relación con el timonel -compartieron en la Cámara de Diputados casi dos periodos, desde el 2014 hasta el 2022, pero se ha intensificado desde que salió electo Mandatario-, su más profunda amistad en la derecha es con el exministro Jaime Bellolio (UDI). Ambos hablan todas las semanas, se juntan a comer de manera frecuente e incluso se visitan en sus casas con sus respetivas parejas.
La relación tiene ya más de un década; viene desde que les tocaba discutir en foros estudiantiles, en los que también estaban los ministros Camila Vallejo y Giorgio Jackson. Luego, la relación se estrechó cuando entraron a la Cámara de Diputados, en la que Bellolio corría con ventaja en las relaciones con este nuevo grupo político llamado Frente Amplio. Desde entonces comparten un un código implícito: se hablan con transparencia sobre qué decisión toman en política y qué efectos esperan de ella. Lo han hecho así desde el comienzo, y más después de haber compartido más de un año en el programa radial Bancada Sonar, con Daniel Matamala y Rafael Cavada. Al término de los episodios, salían a tomar café o Bellolio acompañaba a Boric a fumar.
Se hicieron amigos. Fueron juntos en el polémico viaje a Palestina -en el que Boric después visitó al exfrentista Ricardo Palma Salamanca en París, junto a la diputada Maite Orsini-, y vivieron intensos momentos posestallido. Ambos estuvieron en las negociaciones por el acuerdo del 15 de noviembre, y luego, al asumir Bellolio como ministro de Piñera, se mantuvo en contacto permanente con Boric. Lo mismo ahora. Se escriben para conversar no solo de política, sino de su cotidianeidad, y se escuchan mutuamente.
De ahí que el llamado del exvocero de Piñera a “resistirse a la tentación de capitalizar la crisis del Frente Amplio” -realizado en una entrevista en La Tercera el 8 de julio- provocara una serie de suspicacias y un fuerte malestar interno en la UDI en medio de la acusación constitucional contra el ministro de Educación, Marco Antonio Ávila (RD), que finalmente fue rechazada.
Boric también mantiene un diálogo directo con dos RN: el diputado Diego Schalper -con quien también se ha reunido- y el exministro Segpres de Piñera 2, Juan José Ossa.
En medio de una intensa campaña interna, Renovación Nacional ha optado por observar desde afuera la disputa de la UDI con el gobierno. Esta semana hubo voces que sugirieron acercarse al Ejecutivo para marcar diferencias con sus socios y mostrarse ante la ciudadanía con un partido más amigable y colaborador. Pero estas chocaron inmediatamente con parlamentarios que estiman que el ultimátum de Macaya tiene apoyo ciudadano.
Advertencias previas
En el partido de calle Suecia cuentan que su endurecimiento no es una decisión abrupta y que fueron varias las conversaciones entre Macaya y el Presidente antes de tomar la decisión.
Una de ellas fue hace seis semanas, al estallar el caso Democracia Viva -que reveló millonarios convenios suscritos entre la Seremi de Vivienda de Antofagasta y la fundación ligada a RD-. Esa vez, el Mandatario le aseguró a Macaya que sería implacable, mensaje que el timonel de la UDI transmitió a su partido con el objetivo de “calmar” a los dirigentes que en ese momento exigían más rudeza.
“Si en el pasado fuimos muy duros en condenar todo tipo de acto reñido con la fe pública, y en donde hubiese delito o presunciones de delito, hoy día, cuando quienes están involucradas son personas cercanas al gobierno, tenemos que tener el mismo estándar e incluso ser más firmes”, sostuvo el Presidente el 22 de junio, reforzando el mensaje dado a Macaya.
Sin embargo, al pasar los días, Boric fue cambiando en su posición, apoyando a otros funcionarios de gobierno ligados al caso, sobre todo a los dos ministros más cuestionados, Carlos Montes y el propio Jackson, señalando que había que esperar que la justicia adoptara sus decisiones.
“Parte del endurecimiento viene de la decepción con el Presidente Boric, que le está haciendo un daño inmenso a la política. Cuando recién estalló el caso convenios, Gabriel Boric prometió mano dura y que caería quien tuviera que caer. Al poco andar empezó a defender a autoridades que luego están siendo investigadas, y hoy ha ignorado el clamor popular de que alguien tiene que pagar. Del ‘caiga quien caiga’ pasó a defender a sus amigos y hoy Chile ve que nadie va a caer, nadie va a perder el cargo y el gobierno se la va a llevar pelada”, señala Guillermo Ramírez, jefe de la bancada de la UDI.
Republicanos: “Mientras más seamos, mejor”
En la UDI aseguran que esta arremetida descolocó a su exsocios de republicanos, que habían estado acostumbrados a ser la oposición más dura desde que Boric llegó al gobierno el 11 de marzo de año pasado.
Arturo Squella, presidente del Partido Republicano, descarta esta versión: “Independiente de si es o no en reacción a la irrupción de republicanos, lo importante es que se beneficia el país cuando desde todos los partidos de oposición se busca ser más coherentes con las ideas y fiscalizar con mayor fuerza al gobierno. Mientras más seamos, mejor”. Sin ir más lejos, su partido también se bajó de la mesa de pensiones.
Sin embargo, en el programa Semana Re -transmitido el miércoles en YouTube-, en que Ruth Hurtado, Cristián Valenzuela y José Antonio Kast comentan la contingencia, un auditor les preguntó: ¿No entiendo por qué a los republicanos no se les escucha hoy golpear la mesa?
Ante la consulta, Valenzuela explicó que su bancada de diputados es pequeña y que sus legisladores están haciendo lo mejor que pueden.
Lo que no dijo la mano derecha de Kast, y que en la colectividad reconocen en privado, es que hoy en pleno proceso constituyente la orden es no hacer olitas y generar conflictos que pudieran interferir en el éxito del proceso, del cual depende -entre otros factores- la próxima candidatura presidencial del líder del partido.
Jackson o nada
Y aunque al cierre de esta edición las líneas entre Boric y la UDI seguían estancadas, desde ese partido señalan que, al igual como lo han hecho en otras oportunidades -varios recuerdan el acuerdo entre Ricardo Lagos y Pablo Longueira tras el caso MOP Gate-, están dispuestos a liderar una salida para dar vuelta la hoja al llamado caso convenios y buscar caminos para concretar las reformas tributaria y de pensiones. Pero que ello pasa porque el gobierno dé señales claras de que quiere “enmendar” el rumbo.
-Mientras esté Jackson, nada-, dice un alto dirigente del partido.
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