Si algo distingue el trabajo de Brigitte Baptiste es el concepto de ecología queer: una propuesta que une los estudios provenientes de la teoría literaria en torno a lo queer o raro con la biología. Reconocida especialista en biodiversidad y medioambiente, desde el año pasado dirige la Universidad EAN de Bogotá y es la primera rectora transexual en su país. En una charla TEDX en 2018 formuló una frase que tal vez la define: “Nada más queer que la naturaleza”.
Nacida en 1963 como Luis Guillermo, a los 35 años comenzó su transición de género. Casada y padre de dos hijas, adoptó su nuevo nombre en homenaje a Brigitte Bardot y se cubrió de estética kitsch. Como especialista en diversidad biológica asegura que la diferencia es parte constitutiva de los ecosistemas. “La naturaleza produce diferencia de manera permanente, favoreciendo incluso la aparición de lo extraño o de lo anómalo, y experimentando todo el tiempo”, dice.
Aún dirigía el Instituto Humboldt en Colombia cuando visitó Santiago, a inicios de 2019, invitada al Congreso del Futuro. Este martes, a las 18 horas, volverá a conectarse con el público local a través de una conversación virtual con la bióloga Nélida Pohl, titulada “Medioambiente y diversidad: la salud de la Tierra después de la pandemia”, parte del ciclo #PuertodeIdeasenVivo.
Durante la pandemia, los índices de contaminantes han mejorado en muchos lugares, pero Brigitte Baptiste piensa que se trata de algo transitorio. “Ninguno de los efectos del cambio perdurará a menos que tomemos medidas extremas que aún no podemos tomar, pero sí tendremos al menos la capacidad de evaluar cuál es el esfuerzo que se requiere para recuperar ciertos niveles de calidad de aire”, dice a través de e-mail.
Desde el punto de vista de la biología, ¿qué nos enseña la pandemia?
La pandemia nos enseña que la conectividad global es inevitable, que los seres humanos somos una de las poblaciones más interconectadas, más interdependientes del planeta y que somos una especie relativamente homogénea en términos genéticos, por tanto casi vulnerable a los mismos virus, bacterias, fuerzas biológicas. También nos ha enseñado que las transformaciones ecológicas incrementan en muchos casos los niveles de vulnerabilidad, en la medida en que los ecosistemas pierden la capacidad de amortiguar la emergencia o dispersión de agentes infecciosos; entonces la deforestación, la contaminación del aire y del agua se convierten en amenazas a la resiliencia, es decir, debilitan el sistema inmunológico planetario en su conjunto. En este caso los seres humanos somos el blanco particular de las nuevas enfermedades y no tenemos suficiente capacidad ecológica para responder.
¿Qué piensa de la idea de que la pandemia sería una revancha del medioambiente contra la especie humana?
Nunca me he inclinado por darle agencia a la madre tierra ni considerar que existe conciencia en los procesos ecológicos planetarios; lo que sí hay es un fenómeno de retroalimentación evolutiva que sucede por obvias razones. Como decía antes, los seres humanos constituyen una de las poblaciones más grandes y más conectadas de vertebrados mamíferos del planeta y eso nos convierte, más que en una plaga, en una delicia para muchos agentes infecciosos. De no ser por las vacunas y por la tecnología, estaríamos sujetos a procesos de selección muchísimo más fuertes, y quién sabe si hubiésemos sobrevivido.
La pandemia provocará graves daños económicos, ¿cómo conciliar la recuperación económica con el cuidado del planeta?
Necesitamos generar una economía acorde con las condiciones de funcionalidad del planeta. No podemos tener una economía que esté amenazando la persistencia de la sostenibilidad. Una persistencia de los fenómenos que mantienen la vida, el bienestar humano, por eso se está hablando de construir una bioeconomía, una economía del bienestar y la recuperación verde. Creo que hacia esa dirección nos vamos a enfocar todos, y la idea de sostenibilidad se va a llevar a la práctica en los próximos 25, máximo 50 años. Creo que vamos a lograr un sueño que antes de la Covid parecía una posibilidad y ahora es una obligación.
¿Qué piensa de los discursos de “volver a lo natural”?
No tengo la más mínima idea de lo que significan los discursos de volver en lo natural. La idea de la naturaleza es una invención cultural, de manera que uno no puede plantear que la cultura es una construcción sobrenatural. Quizás la gente quiere hacer referencia a una cultura más amigable con las otras formas de vida, concuerdo con ello, una cultura más sintonizada con la funcionalidad de los ecosistemas. Los ecosistemas son plásticos y la cultura puede moldearlos de muchas formas, tal vez con más precaución de lo que hemos hecho hasta el momento, porque los experimentos de transformación del mundo no necesariamente han salido bien, especialmente cuando se evalúan los impactos agregados. Este es uno de los retos que tenemos que afrontar en los años que vienen, el de generar las sinergias entre los distintos socioecosistemas del planeta para que ninguno imponga cargas imposibles de sostener pot otros; es decir, respetar la biocapacidad de cada territorio, no generar externalidades negativas hacia el futuro o riesgos excesivos en los que estemos comprometiendo la vida de las futuras generaciones.