Patria y vida se escuchó en las calles de Cuba. La frase, una torsión del “Patria o muerte” de Fidel Castro, se volvió el lema del descontento en la isla hace un año. Entre el 11 y el 13 de julio, miles de manifestantes salieron en La Habana y otras ciudades para exigir democracia y libertad y protestar por la severa crisis económica, y fueron duramente reprimidos por el régimen. La historiadora del arte Carolina Barrero quería estar en las calles, pero no pudo. O más bien no se lo permitieron: se encontraba bajo arresto domiciliario.

Ex curadora de la Bienal de La Habana, Carolina Barrero se asoció al movimiento 27N, un grupo de artistas, cineastas y periodistas que pide libertad de expresión, fin a la censura y los hostigamientos en Cuba. Como muchos de ellos, también fue apresada, recibió amenazas y amedrentamientos. Pero no desistió. Tras una veintena de detenciones, a fines de enero la seguridad la detuvo nuevamente y, según cuenta, recibió un ultimátum: tenía 48 horas para salir del país.

“Cuando esta publicación salga yo estaré en un vuelo a Madrid”, anotó en su Facebook. Con su salida se unió a un creciente números de artistas y activistas que ha dejado la isla en los últimos meses, entre ellos Yunior García, líder de la plataforma Archipiélago, y Tania Bruguera, la reconocida artista que se refugió en Boston. “Carolina es una guerrera firme, dulce y brillante”, escribió Bruguera en su cuenta de Twitter. “Resistió más de lo que ella misma podía”.

De acuerdo con informes de Human Rights Watch y de Amnistía Internacional, en Cuba los opositores y críticos son castigados con violencia, humillaciones públicas, detenciones arbitrarias, acoso y amedrentamientos. A la fecha más de 700 personas están en prisión por las manifestaciones del 11J.

El irrespeto a los derechos humanos fue el factor crítico que motivó a Estados Unidos a excluir a Cuba, Venezuela y Nicaragua de la reciente Cumbre de las Américas. Fue una decisión polémica, se sabe: AMLO, el Presidente de México, decidió restarse del encuentro, mientras Alberto Fernández de Argentina criticó la decisión. A su vez, el Presidente Gabriel Boric calificó de “inaceptable” que existan presos políticos en la isla, pero acotó que no le gustaba la exclusión.

Carolina Barrero fue parte de los representantes de la sociedad civil que asistieron a la cumbre. Participó de un encuentro con el relator especial para Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Pedro Vaca, y junto a otros dirigentes tuvo una reunión con el secretario de Estado, Antony Blinken. Invitada por la Fundación Patricio Aylwin y la argentina CADAL, Carolina Barrero conversará este martes en Santiago con el abogado y coleccionista Rodrigo Castillo.

-Las protestas del 11J han marcado un antes y un después en nuestra historia, y nosotros los cubanos apenas estamos alcanzando a comprender su significación. Creo que han tenido también una relevancia para América Latina -dice.

¿Las movilizaciones se detuvieron?

Desde ese primer día, la violencia del Estado fue y ha seguido siendo implacable. Después de la represión vinieron los juicios contra los manifestantes. Según la Fiscalía, fueron 790 detenidos, pero sabemos que son muchos más. Si sumamos los presos anteriores, son más de mil y eso pone a Cuba como el país con más presos políticos de la región. Todos esos manifestantes que legítimamente pedían cambios democráticos, fueron juzgados y ninguna de las personas que violentamente los agredieron fueron mínimamente cuestionadas. Los cuerpos de seguridad acosan cualquier forma de manifestación, y muy especialmente a las madres de esos jóvenes presos políticos. Había muchos entre 16, 17 y 18 años. La seguridad las asedia, las golpea cuando van a los tribunales a pedir libertad. Eso lo vi en primera persona. A este punto de crueldad llega el régimen: criminalizar y perseguir el dolor de una madre. Y a pesar de todo eso, la resistencia no se ha callado. No hemos tenido otra manifestación masiva como la protesta de julio, pero hace 15 días estudiantes de la Universidad de Camagüey protagonizaron una protesta y el movimiento de madres no se ha cansado de denunciar. El espíritu de rebeldía sigue muy vivo.

¿Qué distingue al movimiento actual de otros movimientos de disidencia en Cuba?

En Cuba siempre ha habido resistencia a la dictadura y específicamente al castrismo. En América Latina hemos olvidado los miles de muertos que fueron fusilados en La Cabaña por estar en contra del castrismo en los primeros años. No se sabe cuántos fueron. Tendremos que hacer una comisión de la verdad y memoria. Luego, en los 70, en Cuba tuvimos las UMAP (Unidad Militar de Ayuda a la Producción), que eran una especie de campo de concentración que intentaba reformar todo lo que fuera desviado, todo lo que se alejara de la figura del hombre nuevo. Porque el castrismo, el proyecto de la revolución, siempre fue profundamente segregacionista, clasista, elitista. Era hombre para empezar, era supuestamente nuevo, de izquierda, autoritario, machista y todo lo que pareciera desviado, el homosexual, el que quería escuchar otro tipo música que no fuera revolucionaria, era profundamente despreciado y se mandaban a estos campos de concentración. Y lo mismo en los 90. Y en el 2003 tuvimos la Primavera Negra, donde fueron encarcelados muchos activistas y periodistas independientes. O sea, hemos tenido muchos ciclos de protesta en Cuba, la idea de que los cubanos viven felices y no protestan es una falacia y una ficción solamente.

¿Qué diferencia a los movimientos de hoy?

Creo que la más notable ha sido el advenimiento de internet a Cuba y la capacidad que ha otorgado a la ciudadanía para comunicarse los unos a los otros para denunciar. Si antes venía la seguridad del Estado a tu casa, si te expulsaban de la universidad, si te interrogaban, si te ibas preso, lo sabías tú, tu familia y el vecino. Ahora se pueden hacer públicas las violaciones de derechos humanos constantes. Y eso obviamente genera una gran indignación. Además de la solidaridad, genera también identificación. Una de las formas que se usa para someter es precisamente el aislamiento, y el internet nos ha dado la oportunidad de estar más cerca, de entender mejor lo que nos sucede. También debatir ideas y pensar Cuba. Esta generación no siente que le debe nada a ningún prócer. Los jóvenes cubanos de ahora quieren tener la posibilidad de construir un país. No quieren que su destino sea solo o someterse a la resistencia política o tener que marcharse de Cuba. Quieren tener la posibilidad de construir su propio destino, como lo hace toda la juventud del mundo, y participar de la política plural. Porque además Cuba es ya un país muy plural, con una ecología política vibrante: hay tendencias anarquistas, trotskistas, socialdemócratas, liberales, conservadores de derecha, izquierda. Lo digo con alegría. A pesar de no tener la posibilidad de asociarse, de tener solamente un partido político desde 1965. No sé cómo es posible que lo vean con normalidad. Yo le pregunto a los chilenos de izquierda, le pregunto al Presidente Boric y a la izquierda latinoamericana en general, si ellos aceptarían vivir en un país con un solo partido, llámese como se llamara. Desde luego, no lo querrían para su país, ¿y por qué, entonces, sí lo aceptan en Cuba?

¿Qué le pareció la actitud de los presidentes de México y Argentina en la cumbre?

Creo que los presidentes que se solidarizan con los dictadores, se retratan a sí mismos. También ha habido casos como el del Presidente Boric que ha condenado los presos políticos en Cuba. Quiero citarlo bien, dijo que es inconcebible...

Inaceptable

Es inaceptable que se meta presa a gente por su manera de pensar. Y esto lo vemos como honesto, porque esto va de honestidad y de democracia contra autoritarismo. Pensar que es una ideología contra otra es una distracción y es una excusa para desviar la atención. Yo creo que la izquierda latinoamericana tiene hoy una oportunidad con Cuba, Nicaragua y Venezuela de desmarcarse, de posicionarse como una izquierda que defiende los principios de la democracia y los derechos humanos, que siempre ha sido una de las banderas de la izquierda. Es completamente incoherente condenar a Nicaragua y no hacerlo con Venezuela o con Cuba.

¿Le pareció adecuada entonces la intervención del Presidente Boric?

En ese momento, sí; en otro quizás fue un poco más ambiguo, pero yo me quiero quedar con lo bueno. Yo quiero mirar con esperanza.

La expresidenta Michelle Bachelet dejó su cargo como alta comisionada de Derechos Humanos para la ONU. ¿Cómo vio su gestión respecto de Cuba?

La señora Bachelet ha dejado mucho que pensar después de su mandato. Ella dice que ha optado por hacer la diplomacia silenciosa. Pero para quien mira, tal parece que la señora Bachelet entiende los derechos humanos como una cuestión ideológica, porque siempre ha sido muy rápida para condenar las violaciones de derechos humanos en regímenes de derecha o en situaciones donde la derecha está involucrada. Y más lenta, más cauta, cuando suceden en regímenes que se dicen de izquierda. Después del 11J ella hizo un tuit, creo, muy presionada, y no fue verdaderamente honesta con lo que estaba pasando, lo suavizó bastante. Luego de los juicios, luego de que supimos la cantidad de menores y de jóvenes, luego del acoso a las madres, esperamos que ella se pronunciara y no lo hizo. Sin embargo, los cubanos recordamos su visita a Cuba cuando sonriente se hacía fotos con Raúl Castro, y ahora bueno, ha hecho algo parecido en China. Espero que esto sirva para recordarle a quien venga la importancia de tener siempre los derechos humanos como la prioridad, más allá de cualquier agenda política, porque los derechos humanos no son ni izquierda ni de derecha.

¿Por qué a parte de la izquierda aún le cuesta reconocer que en Cuba no se respetan los derechos humanos?

Es una pregunta que yo me hago. Yo creo que la izquierda latinoamericana depositó como un contenedor, como una vasija, todos sus anhelos y sus sueños, sus aspiraciones utópicas en Cuba. Cuba terminó siendo este reservorio y ahí existía para ellos como un mito de la revolución. Creo también que la propaganda del castrismo fue muy hábil, ha invertido una cantidad de presupuesto impresionante para hacer lobby político y crear esta idea del mito de la revolución. Creo que la propaganda castrista supo alimentar el sentimiento anticapitalista de la izquierda latinoamericana y global. Y desde ese lugar se ha visto como una especie de David contra Goliat, y se convirtió en víctima gracias al embargo. Y además, esto es una característica de los abusadores en general, se hizo a sí mismo víctima a partir de la retórica de ser un país sancionado, pequeño, resistiendo ante el imperialismo. Yo tampoco quiero que en mi país haya sanciones de nadie. Y el régimen que sea tiene todo el derecho del mundo a denunciar lo que sea. Pero la pregunta no es esa. La pregunta es cómo es que el embargo justifica o qué tiene que ver con las violaciones de derechos humanos, con los presos políticos. ¿Cuál es la relación? El bloqueo no justifica a un gobernante para criminalizar a sus propios ciudadanos por manifestarse, por pensar diferente. ¿Todos los ciudadanos son mercenarios? ¿Cientos de miles? Es imposible.

Leonardo Romero Negrín, detenido el 11J.

¿A dónde apuntan las movilizaciones? ¿Derrocar el régimen?

Lo que todas estas protestas apuntan es hacia una transición democrática, pacífica, sólida, madura, estable. No queremos violencia. No queremos cambiar un régimen por otro. Queremos una transición democrática en nuestros propios términos.

Se suele vincular a la oposición con la derecha, el anticastrismo de Miami, la CIA...

Nadie, ningún cubano puede quitarle a otro cubano el derecho a pensar sobre el destino de la nación, de la manera que entienda, sea del color político que sea, porque, si no, nos convertiríamos en aquello que condenamos. Esto va de democracia y la democracia es para todos. Dicho esto, la realidad es que los sectores más conservadores que tanto preocupan a la izquierda latinoamericana no son ya la mayoría de la oposición. Y sobre todo, los jóvenes que han llevado adelante este nuevo ciclo de protestas son de una pluralidad política que va del anarquismo al trotskismo, la socialdemocracia, la centroderecha, más y menos reaccionarios, como te decía. Yo pienso, por ejemplo, en mi amigo Leonardo Romero Negrín, que salió con un cartel histórico que decía “Socialismo sí, represión no”. Le abrieron dos procesos judiciales, sufrió interrogatorios, el 11J por estar en las protestas fue brutalmente golpeado, durante cuatro días estuvo desaparecido y apareció después en una prisión. Fue difamado y tuvo que dejar la universidad. Él estudiaba física y fue un joven que solo dijo “Socialismo sí, represión no”. Me encantaría que el Presidente Boric conociera su caso.